El Idiota Del Que Me EnamorÉ

UNA ÚLTIMA VEZ

AISHA ROBINSON

BERLÍN, ALEMANIA

UN CORAZONCITO LLENO DE AMOR.

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El corazón me late con tanta fuerza, que tengo miedo que en cualquier momento se me salga del pecho. Se ha quedado dormido a mi lado, le quitó el seguro a la puerta y dejó el aire encendido para que el olor a sexo no inundara tanto el cuarto. Lágrimas ruedan por mi rostro al recordar cada una de las emociones que sentí está vez junto a él. Entendiendo que estoy completa y estúpidamente enamorada de Káiser.

Mis padres me enviaron un mensaje diciendo que no vendrían por está noche y la sola idea de pensar en que estaremos solos, me acelera los sentidos. Lentamente me levanto de la cama, necesito ir al baño, darme una ducha fría y vaciar mi vejiga, intento no despertarlo y por suerte cuando está agotado tiene el sueño pesado, buscó una bata de dormir, una toalla y ropa para cambiarme. Salgo de puntillas para hacer el menor de los ruidos.

Afuera está lloviendo, me aseguro que todo esté cerrado y voy directo al baño. Una vez dentro y sola suelto el aire de mis pulmones que no sabía que estaba reteniendo, me miro al espejo, tengo el cabello enmarañado, la cara sonrojada y los labios hinchados por los besos. Me quito la bata y puedo ver la evidencia de lo que sucedió en mi piel, pequeños moretones marcan mis pechos, la zona de mis costillas, y me duelen los pechos. Cierro los ojos por un momento recordando lo ocurrido, hicimos el amor, tuvimos una conexión increíble hace un momento.

— Estoy completamente loca — digo para mí, mientras abro la llave del agua caliente y la ajusto con la fría, necesito un baño tibio.

Entro a la ducha sintiendo el agua caer por mi cuerpo destensando mis músculos, dejo que el agua empape mi cabello y con los ojos cerrados no hago más que pensar en todo una y otra vez, sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios paseándose por cada parte de mí, sus embestidas que está vez no fueron tan potentes, fue más sutil, cariñoso, tierno.

— Si vas a pensar en mí, al menos quiero ver cómo te tocas — me sobresalto cuando escucho su voz.

— ¡Káiser! — Un pequeño gritito sale de mi garganta.

— Aquí estoy nena — busca mis labios besándome — No te sentí al despertar, ¿tienes rato aquí? — niego con la cabeza imposible de articular palabra.

— ¿Qué haces tú aquí? — preguntó desconcertada y hasta ahora me doy cuenta que está completamente desnudo.

— Vi el mensaje de tu madre, ya sé que estaremos solos — la picardía con la que habla me eriza la piel.

Es un abusador entrometido, revisando mis mensajes y aprovechándose de eso para pasearse por mi casa desnudo.

— No tenías ningún derecho — la autoridad en mi voz se va al cuando empieza a besar mi cuello.

— A lo que tengo derecho, es a pegarte contra la pared — me alza de la cintura — Penetrarte cuantas veces quiera — pega su pelvis con la mía rozando su dureza con mi humedad.

Débora mis labios, aprieta mis glúteos y las ganas de sentirlo nuevamente en mi interior se intensifican. Quisiera saber cómo hace para que mi cuerpo lo desee de la manera en que lo hace, es cómo si no pudiera controlarme, como si cada parte de mi cuerpo temblara con el contacto de sus manos, de su boca.

— Tu humedad es perfecta — acaricia mis pliegues con sus dedos — Y te ves exquisita toda mojada — lo dice en un doble sentido que entiendo completamente.

No me resisto, aún estoy un poco aturdida con lo sucedido así que me dejo consentir por sus deliciosas caricias y sus infinitos besos. El baño toma más tiempo de lo que creía, y cuando salimos siento que muero de hambre.

»━♥━«

— Creo que tus padres saben en el fondo que estoy aquí — comenta Káiser, terminando de lavar los platos.

— Seguramente — admito y mientras yo acomodo los platos, él limpia el mesón.

Es igual que cuando estoy en su casa, las tareas son repartidas, puede que sea todo un gruñón, pero al menos me ayuda y mantiene las cosas limpias. Esa es una de las cosas que también me gustan de él.

— ¿Quieres que me quede está noche contigo? — pregunta de la nada.

— Si no tienes nada más que hacer — seco mis manos terminando la tarea — Si, puedes quedarte.

— No quiero que tengas problemas con tus padres — mi ceño se frunce con su comentario.

Káiser sabe perfectamente que mis padres lo conocen y lo quieren cómo un hijo más. Así que no comprendo la pregunta, si sabe muy bien que puede estar aquí.

— Si quieres irte, puedes hacerlo — salgo de la cocina directo a mi habitación y se me viene detrás de mí abrazándome y deteniendo mis pasos.

— ¿Ahora por qué estás molesta? — murmura mientras me tiene abrazada.

— No estoy molesta — confieso — Solo parece que tienes mucho afán por irte de aquí ¿tienes algún plan con alguien más? — sueño bastante celosa, pero no puedo evitarlo.

Escucho su risita estúpida y me muevo para que me suelte, pero no logro zafarme de sus brazos. Lo único que consigo es que me dé la vuelta y me abrace nuevamente quedando frente a frente.

— ¿Quién habló de tener otros planes? — pregunta — Mi único plan es estar aquí junto a ti y — se le fué lo sutil.

— Eso no sucederá — me remuevo, pero tiene más fuerza y no me deja separarme de él.

— Si yo quiero que suceda, te haré mía las veces que yo quiera — me sujeta del rostro y me besa a la fuerza.

Su lengua invade mi boca, quiero soltarme de su agarre, pero el muy idiota simolemente no me deja en paz, de nuevo intento forcejear y sus besos simplemente me nublan la mente, me abraza con más fuerza y cuando estoy a punto de ceder, suena su teléfono cortando la magia del momento.

Sin dejar de besarme saca el móvil de su bolsillo, lo coloca en altavoz y responde; — Si, diga — responde sin más.




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