El idiota ese

Capítulo 1

(Elise)
Mi nombre es Elise y tengo 19 años. Estudio en una universidad pública y a la vez trabajo, en el pequeño restaurante de mi abuela, la mayoría de las noches.

El restaurante es pequeño, con cuatro  mesas y hecho de madera. Muchos dicen que es acogedor y es cierto uno puede sentir la calidez del lugar con solo mirarlo.

Mi cabello estaba recogido con una cola y tenía puesto un polo verde con un pantalón casual color arena. Mi delantal era verde también.

—Elise llévale esto a Sebastian—ella es mi abuela Keyla. Es una dulce ancianita que es 
como mi madre ya que me ha criado desde pequeña. Siempre usa ropa suelta y cómoda.

Con su típico moño que hace resaltar su cabellera blanca.

—Sí— me dirigí a la última mesa. Ahí se encontraba Sebastian escribiendo en su laptop
—aquí tiene su té colado
—le dejé el producto en la mesa. 
—Eh gracias— siguió escribiendo. Sus ojos estaban demasiado concentrados en lo que 
hacia que ni siquiera me miró.
—Esta bien— me retiré (Sebastian la miró sutilmente mientras se iba, tomó el té colado
con la mirada puesta en Elise mas cuando ella volteó la mirada hacia él. Él volvió a mirar 
la pantalla de su laptop rápidamente).
—Que raro — sentí que alguien me miraba que extraño— no me digas que son fantasmas...ay que tonterías digo— me golpie la frente para quitarme estos pensamientos absurdos.

Cuando llegué donde estaba mi abuela ella comenzó a reírse dulcemente mientras 
guardaba las cosas y dijo: "Sabes es tierno ver como te mira Sebastian mientras te vas".
— Él no me estaba mirando— dije dudosamente con el rostro sonrojado.
—Tal vez le gustes —Su voz sonaba insinuadora...como siempre mi abuela queriéndome buscar pareja.
—Abuelita no es nada de eso. Iré a ver si necesitan algo los clientes— me retiré antes de que esto se ponga más incómodo. Ella se quedó riéndose.

Eran las 10 de la noche. Quedaban solo dos clientes. Uno de ellos es Sebas y es un "amigo" molestoso pero que se puede hacer.

—Señorita— alzó la mano en señal de que me dirigiera a la mesa. Un joven que parecía estar un poco borracho y con los ojos desesperanzados—tráigame una botella más.
—Disculpe creo que ha bebido demasiado. Y la tienda ya va a cerrar.
—Fernanda ¿Por qué me dejaste? — comenzó a llorar y eso solo me puso nerviosa. 
— ¿eh?—tomó mi muñeca.
— Regresa conmigo ¿Acaso soy muy poca cosa para ti? —mi cuerpo  se quedó inmóvil. Estaba asustada.
—Joven suélteme— mi abuela estaba en la cocina (Sebastian observo la situación y se paró bruscamente).
—No la toques— agarró el brazo de ese tipo y lo alejo de mi muñeca. Me tomó del hombro y me puso detrás de él de una manera muy protectora.
—Pague la cuenta y váyase— el hombre parecía confundido.
—Fernanda— quiso acercarse. Pero su rostro cambió por un momento. Quién sabe tuvo un instante de lucidez— Espera tú no eres Fernanda. Lo siento— dejó el dinero en la mesa y se fue tambaleando avergonzado.
—Debes tener más cuidado ¿Estás bien? —
él volteo a verme.
—Estoy bien— desvié la mirada, estaba avergonzada y asustada.
—¡Ay dios eres tan tonta! ¿Acaso no te diste cuenta que estaba borracho?— y comenzó el regaño.
—No me digas tonta ¡anciano!
—Tonta, tonta, eso eres 
—me sacó la lengua, él es infantil a veces.
—¿A quién le dices tonta anciano?— bufé.
—Este anciano te salvo el pellejo así que unas gracias no estaría mal.

Él sobó mis cabellos, me despeinó ese tarado molesto.
—Eres molestosa mocosa. Pareces un arbolito vestida así
—comenzó a reírse de mí y de mi atuendo ¡Ni que él fuera una excepción!.
—No me molestes momia. Ya es tarde ya deberías irte-comencé a botarlo.
—Soy el mejor cliente. No deberías maltratarme arbolito, yo respeto el ambiente.
—Idiota— lo ignoré y me fui.

En lo que salió mi abuela un poco asustada.
—¿Pasó algo? — llegas tarde otra vez. Le dio comida para llevar a Sebastian.
— Vuelve pronto hijito—
nos despedíamos él me miro y yo esquive la mirada para que vea que estoy molesta, parece que le causó gracia porque comenzó a reírse sin que mi abuela se diera cuenta.

Entramos a la casa y mi abuela dijo:
—Que agradable muchacho. Deberías invitarlo a ver el cine estudiantil que me comentaste hijita.
—No creo abuela, debe estar ocupado además ya me lo imagino con esa risa malévola burlándose de mi trabajo me crearía más traumas (subí las escaleras en dirección a mi habitación).

Ya había pasado una hora. Estaba en mi cama peinándome el cabello. Luego recordé lo que me dijo: "Pareces un arbolito".

Mi corazón comenzó a latir extrañamente al recordar lo que sucedió.
—Definitivamente es un idiota— me tiré en mi cama.

(NARRADORA)
Eran las 11 de la noche y Sebastian se encontraba en su cama cambiándose.

(Sebastian)
—Se veía graciosa— me vino a la mente su rostro de asustada— pequeña— dijo de manera dulce.

De repente sonó su celular.
— Aló?
—Sebastian hola soy Karina. Solo quería llamarte para saber ¿cómo estas?

Era Karina otra vez...creo que esto de llamarme se le a hecho costumbre.

—Ah estoy bien. ¿Necesitas hablar algo del trabajo?— traté de mostrarme distante.
—No es eso... solo que
—ella estaba nerviosa
—quería saber si podíamos ir a beber una cerveza con los demás mañana.
—No bebo. Pero diviértanse. Bueno que tengas una buena noche— le colgué. 
—Buenas noches—
su voz sonó apagada. Pero no quise preguntar el porqué...me sentía incómodo.




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