El imperio del titán

CAPlTULO 2

El espejo nunca mentía.
Un rostro frío me observaba desde el reflejo, como si no me perteneciera. Piel clara, mandíbula definida, labios que rara vez sonreían y unos ojos oscuros que se habían convertido en mi arma más peligrosa. "Atractivo", decían algunos. "Intimidante", decían otros. Yo solo veía a un hombre marcado por el odio.

Medía un metro ochenta y cinco, un cuerpo trabajado con disciplina militar. Todo en mí estaba calculado para proyectar dominio: desde el traje hecho a medida que vestía cada mañana hasta la manera en que caminaba, como si el mundo me perteneciera. No era vanidad, era estrategia. En un mundo donde el poder se mide en apariencias, yo aprendí a moldear la mía para imponer respeto.

Pero detrás de esa máscara perfecta... existían cicatrices que nunca sanaban.

Cerré los ojos y la vi: Yuna.
Su risa clara, su cabello ondeando bajo el viento, la manera en que siempre me decía que un día yo dejaría de luchar contra fantasmas. Ella era la calma en mi tormenta, la única persona que amaba de verdad. Mi mundo giraba alrededor de ella, aunque yo nunca lo admitiera en voz alta.

Recuerdo la última noche que la vi con vida. Vestía un vestido blanco sencillo, y en sus ojos brillaba esa ternura que siempre lograba desarmarme.
—Ji-Hoo, prométeme que algún día dejarás de cargar con todo el peso del mundo —me dijo mientras acariciaba mi rostro.
—No soy ese tipo de hombre, Yuna. Tú lo sabes.
Ella sonrió, y por un instante creí que tal vez tenía razón.

Pero el destino no me dio tiempo.
El coche en el que viajaba con mis padres explotó en un túnel de Seúl. Nadie salió con vida. Nadie... excepto los rumores. Rumores que apuntaban a un sabotaje. Rumores que señalaban a Titan Group.

Y entre esos rumores, un nombre brillaba como un cuchillo contra mi piel: Min-Ji.

Desde ese día, mi vida se redujo a una sola palabra: venganza.

No importaba si ella había dado la orden, si había estado allí o no. Lo cierto es que mientras yo enterraba a mi familia y a la mujer que amaba, Min-Ji seguía reinando desde su torre de cristal. El contraste era insoportable. Mi dolor contra su poder. Mi vacío contra su imperio.

—Ella pagará —me dije en voz baja.

El plan había tomado forma durante años. No sería una venganza impulsiva. No. Sería quirúrgica, calculada, brutal. Entraría en su mundo por la puerta grande, con una sonrisa impecable y un contrato en la mano. Fingiría ser su aliado, su salvación. Haría que confiara en mí. Haría que bajara sus defensas.

Y cuando su corazón estuviera en mis manos, cuando Titan dependiera de mí... la aplastaría.

Abrí mi computadora y revisé el correo que había recibido: una propuesta de reunión con Titan Group. Una invitación para sentarme frente a ella. Mi oportunidad había llegado antes de lo que esperaba.

Mis labios se curvaron en una sonrisa helada. El reflejo del monitor iluminaba mi rostro mientras pensaba en todo lo que estaba por comenzar.

—Min-Ji... —susurré, pronunciando su nombre como una sentencia—. Nunca debiste cruzarte en mi destino. Yo seré el principio de tu final.

Y mientras cerraba el correo, la imagen de Yuna apareció en mi mente. Su sonrisa, su voz, su amor. Todo lo que había perdido.
—Esto es por ti, Yuna. Por ustedes... —murmuré—. Prometo que ninguno de ellos quedará impune.

Continuará...



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En el texto hay: ceo, romance, amor- odio

Editado: 11.12.2025

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