El imperio del titán

CAPlTULO 5

(Narrado por Min-Ji)

Salí de la sala de juntas con pasos medidos, intentando que nadie notara que mi pulso aún estaba acelerado. La distancia entre mi cuerpo y la de Ji-Hoo no era suficiente para borrar la impresión de su cercanía. No debía admitirlo, pero sentía que su toque todavía quemaba en mi cintura, como un recuerdo que no se podía borrar.

Caminé por los pasillos del edificio con el rostro imperturbable, como si nada hubiera pasado. Cada empleado que me saludaba recibía mi acostumbrada sonrisa distante, la que decía: "Soy inquebrantable, soy Min-Ji, no me afecta nada".

Pero por dentro... todo estaba en caos.

Cuando finalmente llegué a mi oficina, cerré la puerta con un clic que resonó demasiado fuerte en la habitación silenciosa. Me apoyé contra ella por un segundo, tratando de recuperar el control, pero mi cuerpo me traicionó: las piernas temblaban apenas, un calor extraño subía por mi espalda, y la sensación del brazo de Ji-Hoo rodeando mi cintura me hizo cerrar los ojos por un instante.

No entendía qué era exactamente, pero había algo que mi mente no quería reconocer. Esa mezcla de furia, nervios y algo más profundo... algo que no podía permitirme sentir.

—¿Señorita Min-Ji? —la voz de Lisa me sacó de mi torbellino.

Abrí los ojos rápidamente y vi a mi asistente parada junto a mi escritorio, con una expresión de preocupación. Lisa siempre era tan perceptiva que podía notar cuando algo me afectaba, incluso si yo lo ocultaba con capas de profesionalismo y frialdad.

—Sí... estoy bien —dije, forzando una sonrisa que no llegaba a mis ojos—. Solo necesito unos minutos.

Lisa no se movió, cruzando los brazos con la típica mezcla de paciencia y determinación que siempre me sacaba una sonrisa... aunque ahora estaba demasiado distraída para notarlo.

—Señorita... —insistió—. ¿De verdad está bien? Parecía... diferente en la reunión.

Tragué saliva y miré mis manos, como si fueran las culpables de lo que sentía.
—Sí, estoy bien —repetí, con más firmeza—. Solo... estaba concentrada en los contratos.

Lisa arqueó una ceja, como si supiera que estaba mintiendo, pero no dijo nada más y se fue.

En ese momento, la puerta se abrió de nuevo. Mi madre entró, radiante como siempre, con una sonrisa que parecía iluminar toda la oficina. Su alegría era contagiosa, pero me incomodaba un poco en mi estado actual.

—¡Min-Ji! —exclamó—. ¡Se ve tan hermosa hoy! Y... no me digas que todavía estás soltera. Me han dicho que un tal Ji-Hoo estuvo en la reunión contigo. ¡Dime que al menos te cae bien!

Sentí que mi corazón dio un vuelco y mi rostro se endureció automáticamente. ¿Cómo explicarle que odiaba a ese hombre, pero que algo en mí... reaccionaba de una manera que ni yo entendía?

—Madre... —dije con cuidado—. No es lo que crees. Solo era una reunión de trabajo.

Ella se acercó, con esa manera suya de acercarse demasiado y tocar mi brazo como si nada pudiera lastimarme.

—Oh, Min-Ji... siempre tan seria. Quiero que seas feliz, de verdad. Alguien que te haga sonreír de verdad... No quiero verte tan cerrada al mundo.

Suspiré, apartando la mirada. Mi madre siempre pensaba que podía leer mi corazón, pero ella no entendía que había protegido cada pedazo de él durante años. Nadie podía acercarse, nadie podía lastimarme de nuevo... y sin embargo, ahí estaba Ji-Hoo, ocupando un espacio que yo ni siquiera sabía que podía sentir vacío.

—Estoy bien, madre —dije finalmente, con un hilo de voz firme—. Solo... fue una reunión de negocios. Nada más.

Ella sonrió, satisfecha con la respuesta que pudo haber sido cualquier cosa.

—Si tú lo dices, cariño... Pero recuerda, a veces la vida te pone frente a personas inesperadas. No siempre puedes controlarlo todo.

—Mamá ya enserio... —

—Está bien cariño te dejare sola cuídate corazón.

—si mamá tú también cuídate mucho. — dije y vi cómo se fue.

Me quedé en silencio después de que se fue, apoyada contra mi escritorio, sintiendo cómo mis manos aún temblaban levemente. La sensación de su brazo, la proximidad de Ji-Hoo, me seguía como un eco persistente. Mi cuerpo reaccionaba por sí solo, aunque mi mente luchaba por recordar que lo odiaba.

Odiaba cómo me hacía sentir, y eso me aterraba. Esa mezcla de miedo, furia y... deseo, era algo que no podía permitirme.

Respiré hondo, cerré los ojos y repetí mentalmente:
—No puedes sentir nada. No puedes permitirlo. No puedes confiar en nadie. No después de todo lo que has sufrido acuérdate.

Pero incluso mientras lo decía, mi corazón no dejó de latir más rápido, y esa fue la primera señal de que Ji-Hoo había dejado una marca en mí... una que no desaparecería fácilmente.

Continuará...



#4665 en Novela romántica
#1582 en Otros

En el texto hay: ceo, romance, amor- odio

Editado: 11.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.