Londres, D.I.S. (Departamento de Investigación Sobrenatural)
Sala de Operaciones, 08:43, hora nocturna
Alana Elwing Ashtrea se encontraba de pie frente a la pantalla holográfica en la sala de operaciones. Su expresión era una máscara de profesionalismo, pero sus manos estaban firmemente cruzadas frente a ella, un gesto que delataba su frustración. Dos semanas de inactividad forzada habían sido un castigo insufrible. Ahora, al menos, le habían permitido ayudar en un caso. Aunque "ayudar" no era exactamente el término que ella hubiera preferido.
El Director y comandante Alistair Cromwell, repasaba los detalles del caso con una precisión casi mecánica.
----El sospechoso es Sebastian Wainwright, un exmiembro de la división, especializado en manipulaciones cristalinas y alquimia avanzada. Fue visto por última vez en el distrito de Southwark, entrando a una bodega abandonada en compañía de dos figuras desconocidas. Los informes iniciales sugieren que ha estado traficando cristales y cuarzos específicos, probablemente vinculados a algún tipo de ritual prohibido.
Alana escuchaba con atención, pero no podía evitar que su mente comenzara a conectar puntos. Cristales, cuarzos… Su mente, rápida e intuitiva, volvió a la misión fallida de dos semanas atrás, al tráfico de Diorita y a Fergus. La sombra de su compañero caído seguía persiguiéndola, y Vivienne todavía estaba en el hospital.
---- ¿Cuál es mi papel aquí, comandante?---- Preguntó finalmente, con un tono más cortante de lo que había planeado.
Cromwell la miró con ojos fríos, su voz resonando en la sala.
---- Tu papel, Alana, será proporcionar apoyo táctico y logístico al agente Valonkart a través de un transmisor de vox. No liderarás la operación, ni tomarás decisiones en el campo. ¿Entendido?
Alana apretó los labios, resistiendo la tentación de replicar. Esto era una humillación. Ella, una agente con 70 años de experiencia, y ahora, estaba relegada a un simple rol de apoyo. Pero sabía que no podía permitirse otra infracción. Finalmente, asintió con un movimiento casi imperceptible.
---- Entendido, comandante,---- dijo, su tono carente de emoción.
Cromwell la estudió por un momento antes de continuar.
---- Bien. Y un recordatorio mas, agente: no quiero que repitas los errores del pasado. No te precipites, no tomes riesgos innecesarios, y por sobre todo, no dirijas al agente Valonkart a su muerte. Hemos perdido suficientes agentes este año, ¿queda claro?
Alana sintió cómo esas palabras la golpeaban como un mazo. Aunque Cromwell no lo mencionó explícitamente, estaba claro que Fergus seguía siendo una sombra que pesaba sobre ella. Una sombra que nunca parecía disiparse.
----Sí, comandante,--- respondió con los dientes apretados.
Cuando Cromwell abandonó la sala, dejándola sola con el archivo del caso proyectado en la pantalla, Alana permitió que su fachada se rompiera por un momento. Apoyó las manos en la mesa frente a ella y cerró los ojos.
Cristales. Cuarzos. Diorita.
Todo encajaba demasiado bien para ser una coincidencia. Aunque oficialmente su misión era solo brindar apoyo, Alana sabía que este caso podría estar vinculado al tráfico que había intentado detener con Fergus y Vivienne. No podía ignorar esa posibilidad.
Por un momento, la rabia y la culpa se entrelazaron en su interior. Fergus había muerto porque ella no había tomado las precauciones necesarias. ¿Podría redimirse si resolvía este caso?
----Voy a encontrarlo,----murmuró para sí misma, observando la imagen del mago renegado en la pantalla. ---- Voy a descubrir qué diablos está ocurriendo.
Sin embargo, su corazón sabía que capturar a Wainwright no sería suficiente. Este era solo un eslabón, un suerte de pequeño cabo suelto, de algo mucho más grande, y estaba decidida a desentrañarlo. Aunque eso significara desafiar las órdenes de Cromwell una vez más.
Alana activó el transmisor de vox, lista para coordinar con el agente Valonkart. Su tono fue frío, profesional, pero su mente estaba ya en otra parte, comenzando a trazar su propia estrategia. Fergus no había muerto en vano..... No había muerto en vano.
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Londres, D.I.S. (Departamento de Investigación Sobrenatural)
Sala de Análisis, 09:25, hora nocturna.
Ya había pasado una hora, por desgracia Valonkart no contestaba, pero eso le dio tiempo para revisar los registros entre los que habían fotos y vídeos, estos últimos extraños. Alana, se inclinó sobre el panel holográfico de análisis, sus ojos fijos en las imágenes estáticas del caso que Cromwell había dejado en sus manos, primero analizó las fotos. La primera fotografía mostraba al mago renegado, Sebastián Wainwright, entrando a lo que parecía ser una vieja mansión en las afueras de Londres. Su postura era relajada, como si aquel lugar le resultara familiar. Sin embargo, no estaba solo.
Dos figuras lo flanqueaban. Ambos hombres tenían un tono de piel cobrizo y vestían ropajes oscuros, su estilo y textura claramente no eran europeos. Lo que llamó la atención de Alana no fueron sus atuendos, sino los objetos que llevaban en las manos: discos dorados, cada uno adornado con un rostro extraño y símbolos que parecían vibrar con un propósito extraño.
Alana acercó la imagen para examinar los discos con más detalle. Su superficie era lisa pero irregular, como si hubieran sido tallados a mano y pulidos hasta alcanzar un brillo casi sobrenatural. El rostro que adornaba cada disco era grotesco, una mezcla de humano y algo alienígena, con ojos que parecían observarla incluso desde la pantalla. Los símbolos que rodeaban los bordes del disco estaban dispuestos en un patrón espiral, y aunque no los reconocía, su intuición le decía que no eran meros adornos.
----¿Qué demonios es esto?---- Murmuró, inclinándose aún más hacia la imagen. Su mente recordó el tráfico de Diorita. La conexión era demasiado obvia como para ignorarla: estos discos podían estar relacionados con lo que los faunos estaban enviando hacia Sudamérica.