Mi padre me desterró por un año como castigo. Dice que soy una inmadura, demasiado desordenada y, para llenar la copa, una insensible. ¿No sé qué espera el Rey de hielo? Un ser que ha pasado toda su vida cerrando las puertas a la razón, pensando que su palabra debe ser ley y que sus sentimientos son los únicos que importan. Ya recuerdo cuando era pequeña y me decía: "Eski jamás permitas que nadie se ponga por encima de ti". Yo seguí su orden, nadie puede estar por encima de mí, ni siquiera él. Entre todos los castigos que pudo seleccionar para mí, en serio enviarme a la tierra ha sido la cosa más absurda que pudo decidir.
Supuestamente para él será efectivo. ¿No sabe que voy a hacer lo que yo quiera? En la tierra seré libre cosa que aquí no soy. Como soy su hija más pequeña me ha tenido encerrada todo el tiempo, ahora que me dará la oportunidad de explorar lo que hay ahí afuera no voy a hacerme de rogar.
—Eski —gritó Kora desde la puerta de mi habitación— Papá te está esperando, ven... ¡Ya! —mi hermana mayor es la cosa más enojona que existe en el universo. No sé como Abdul la soporta, su esposo es agradable y sedado, el Dios de la calma con la Diosa de las discusiones, son verdaderamente un par.
Salí como una flecha hasta llegar al hombro de mi padre donde me recosté como la niña buena que quiere que sea.
—¿Me llamabas, padre? —puse ojitos tiernos y le besé la mejilla.
—¡Manipuladora! —gritó Shaken. Mi hermano es un año mayor que yo y siempre me molesta con sus comentarios sarcásticos.
—¡Cierra la boca envidioso!
—Eres una víbora escurridiza, por suerte tu tiempo se acabó. —soltó una enorme carcajada que me sacó de mis casillas y le lancé un trozó de hielo que se le incrustó entre dos dientes.
—Eski respeta a tu hermano —interfirió mi padre desacreditándome por completo.
—V... ves... l... lo... qu... que... hi... hizo —dijo entrecortadamente intentando extraer el trozo de hielo de su boca.
—¡Sígueme ahora! —me dijo mi padre y se dirigió al jardín de copos.
El jardín de copos es mi lugar favorito dentro de su imperio. Cuando se menciona jardín todos piensan en flores, pero aquí solo hay nieve en el suelo junto a un banco a unos metros de la casa, se llama jardín porque está en el área exterior solamente. Es un lugar tranquilo donde puedo olvidar la odisea de lo que debo llamar hogar.
—Dime —dije sentándome a su lado.
—Irás a la tierra.
—Eso ya me lo habías dicho.
—¡Esto es un castigo, no son vacaciones!
—Claro —dije sarcásticamente y él lo notó.
—Irás sin tus poderes y ahora mismo.
—¡¿Q... Qué?! —no pude decir nada más, mi padre me lanzó a un portal con un haz de luz que me cegó.
Desperté en una camilla de hospital dentro de una habitación vacía y con poca luz. Una enfermera delgada y rubia al verme despertar me tomó la temperatura y salió corriendo, imagino que a buscar a un doctor.
—¿Aún está fría? —una voz grave y seductora se escuchó desde el pasillo.
—¡Congelada! —chilló una mujer— Esa niña casi muere, ¿cómo fue a parar al río?
—Creemos que intentó suicidarse, entraré a verla. —un hombre alto, de pelo castaño bien peinado, ojos café claro y una sonrisa que me dejó loca apareció en el umbral— ¿Cómo se siente señorita?
Abrí la boca para responder, pero no pude emitir ningún sonido. La voz de mi padre retumbó en mi mente "Sin poderes". Mi voz era un don divino otorgado por mi madre al morir, era una voz mágica y ya no estaba: ¡Ahora soy muda! Negué con la cabeza, mi maldito padre pensaba que me afectaría y lo está logrando, pero debo sobreponerme y superar este contratiempo, aprendí a escribir como los humanos y así puedo comunicarme mientras aprendo idioma de señas. Intenté removerme en mi cama para ver qué me servía, justo al lado estaba una mesita con un bolígrafo y un blog de notas.
—¿No puedes hablar? —preguntó acercándose y examinó mi rostro con sus enormes manos. ¡Qué hombre tan sexi!, mi mente divagaba mientras él me observaba preocupado— ¿Se encuentra bien? ¿Puede oírme?
"Sí" escribí en el blog y se lo mostré.
—¿No puede hablar?
"Soy muda"
—Muy bien, por ahora hablemos un poco y usted me responde en el papel.
"Claro"
—¿De dónde viene?
"Del agua"
—Me refiero a su casa, ¿dónde está?
"En el agua"
—Señorita, usted no entiende, necesito saber... —sus labios hacían un sexi movimiento mientras hablaba por lo que no pude resistirme, me abalancé sobre él y besé esos finos labios.
En eso mi hermano llegó y me lanzó un trozo de hielo, pero como el médico en ese instante se soltó de mi amarre y se levantó el hielo lo atravesó en el centro del pecho y calló al suelo. Intenté reanimarlo lo que me fue imposible. Con las manos ensangrentadas miré a todos lados buscando una salida. La ventana estaba abierta así que fui hacía allí, me asomé, para mi sorpresa estaba aproximadamente en el piso 20, sin poderes lanzarme sería un suicidio y si me quedaba en la escena pensarían que yo era la asesina, no tenía escapatoria. ¡El desgraciado de Shaken me las pagará cuando regrese! Y fue así como llegué al infierno, al infierno que se convirtió mi vida en la tierra luego de ser condenada por un asesinato que no cometí. La sed de venganza y el odio hacia mi familia iba creciendo cada día en la cárcel humana. Sin poder hablar o defenderme de las mujeres que noche tras noche me golpeaban y maltrataban. Soporté todo eso, para poder regresar y vengarme. Hasta que por fin el ansiado día llegó, me dieron libertad de mi castigo y regresé a "casa".
—Eski debo felicitarte —dijo mi cuñado con una sonrisa hipócrita en el rostro— Venciste los obstáculos y ahora estás de regreso en casa. Me aleg... —corté su cuello con el primer pedazó de hielo que cree con mis manos magulladas. Mi hermana llegó en ese momento al jardín de copos, al ver a su marido cortado intentó gritar y le incrusté el mismo pedazo de hielo en la garganta. Como son dioses no los puedo matar, pero sí incapacitar así como hicieron ellos conmigo. Los acomodé en el suelo del jardín y entré al imperio.
Editado: 06.01.2022