Cogí la carta de la mesa dispuesta a leerla, pero inmediatamente la solté. Esa vez, ¿qué querían?
Había dejado a Emma en su casa, una vez que logré calmarla y decirle que todo estaría bien, que su bebé estaría a salvo. Había contratado un guardia que la cuidase, por si acaso. Le informé de eso, al principio se negó, pero terminó cediendo ante mi insistencia. No dejaría que por mi culpa ni la de nadie más, Emma perdiera lo que le quedaba de Robert.
Estos hombres no se saldrían con la suya, al menos eso quería pensar.
Papá había querido venir conmigo a casa para cuidarme, como rechacé su oferta, también tengo guarda espaldas ahora, gracias a él.
Caminé de un lado a otro, hasta que finalmente, paré frente a la mesa donde se encontraba la carta. Estiré la mano y la cogí como si fuese a hacerme daño, o si tuviese espinas listas para pincharme, y después de todo, ¿quién sabe?
¿Por qué a mí?, me preguntaba a cada momento. Aun así, no le desearía a nadie más algo como eso. ¡Era horrible!
Abrí la carta con una lentitud masiva, temiendo del contenido, pero, ¿qué podía ser peor que ver a Robert sin vida en mi oficina?
Abrí con más rapidez esta vez y leí:
"¿Qué tal la visita? ¿Ya perdió el bebé tu querida amiga Emma?
Tu querido padre se veía muy valiente, eh... sé mucho que tú no sabes, tu padre te esconde cosas importantes, ¿puedes creerlo? Es una verdadera lástima que no las sepas. Deberías de investigar más sobre la muerte de tu madre, ¿ella realmente murió de cáncer?
Juega conmigo y quizás te de la respuesta de esas y muchas más preguntas.
Ve a tu cuarto, allí encontrarás una nueva carta.
Observándote de cerca,
Anónimo."
No lo volví a leer, no era capaz. Sostuve la carta débilmente y sentí que caería, por lo tanto, busqué algo de lo que sostenerme, la mesa. Observe la carta en mi mano.
Emma está bien, pero... ¿mi padre se veía valiente? ¿Mi padre estuvo en el tiroteo? Ciertamente lo sospechaba, ¿a quién más iban a disparar si no fuese así? Pero una parte de mi quería creer que él también se había ocultado.
¿Mi padre me ocultaba cosas? ¿Qué acaba de insinuar en esa maldita carta? ¿Qué mi madre, posiblemente, no había muerto de cáncer? Yo... simplemente no sabía que pensar.
No... Mi mamá no... ¿Por qué? ¿No les bastaba? Sentí la rabia recorrer mi cuerpo y mis ganas de tirar todo lo que encontrase. Si no murió de cáncer, ¿entonces de qué?
Observé fijamente la carta y luego patee la mesa. La patee, y la patee y luego volví a patearla, a pesar del intenso dolor en mis dedos del pie. Y luego... oh.
Acababa de notarlo. Ya no decía "anónimos", solo decía "anónimo". ¿Es solo uno ahora?
¿Y quiere jugar un maldito juego?
Volví a patear la mesa con todavía más fuerza y rabia.
—¡Carajo! —grité al sentir más dolor en mis pobres dedos.
Furiosa, miré a todos lados.
—Con que me observas, eh —grité encolerizada y una sonrisa llena de maldad se asomó en mis labios—¡Eres un hijo de puta! —volví a gritar, esta vez más fuerte, alcé de mi dedo medio y mi sonrisa creció, con el dedo medio en alto, empecé a agitarlo por todos lados, furiosa, para que desde donde me observara, lo viera.
Cogí la hoja y la arrugue con toda la intención, subí a mi cuarto y encontré otra carta. Le dediqué una sonrisa a la jodida carta. Había decidido que un par de malditas cartas no me manipularían. No me harían daño, no más. Sea quien sea quien las enviase, caería. Cogí la otra carta aun sonriendo y la abrí, leí:
"Oh, mi pequeña ingenua, porque eso eres, mía. Un hombre estuvo muy entretenido hoy, viéndote asustada portando un arma que no sabías utilizar, créeme, si no le hubiese pedido dejarte la carta y volver, habría disfrutado matarte.
Parecías una gatita intentando causar miedo, y aunque no causaste miedo, te aseguro, causaste ternura.
Con gracia,
Anónimo."