El infiltrado ingles (enlazados3)

Cuarenta y cinco

Ian 
 


Octavio y su familia volvieron a Londres en la mañana siguiente de nuestra llegada, trabajamos parte de la noche configurando el teléfono nuevo y Fabricio me tenía una computadora nueva. Ya tenía todos mis aparatos electrónicos encriptados listos para empezar a trabajar en ellos.

Todo había vuelto a la normalidad y teníamos una nueva realidad, volver a Florencia sin Alice y manejar una relación a distancia; diciéndolo en voz alta es fácil conllevarlo es complejo.

Debía quedarme una semana en Milán por temas de organización del conglomerado, tenían que hacer oficial mi nuevo puesto y reorganización del esta. Octavio le había quitado el localizador a el colgante y faltaba hacerle unos arreglos, así que decido ir hasta los talleres que están aquí en Milán.

Con la autorización de Fabricio voy hasta allá, la distancia que separa el conglomerado de los talleres es de unas calles, voy caminando y al llegar me recibe una chica sonriente, al hacer un paneo de la joyería me encuentro con los ojos de Franco, me acerco a él en tono formal

- Buenos días, Franco – contra todo pronóstico me sonríe y nos saludamos –

- Buenos días, Ian ... ¿Qué haces por acá? – le haces señas a las chicas que él me atiende –

- Necesito hacer unos arreglos a un colgante, pero tu hermano me dio esta dirección indicándome que acá están los talleres – asiente –

- Si, están en la parte de atrás – me hace señas para que lo siga –

- Gracias – me quedo en silencio, al notarme se sonríe y niega –

- Dale pregúntame – niego –

- Que te voy a preguntar nada, simplemente no me acostumbro a esta versión tuya – se carcajea –

- Aclaro, está es la versión real Ian, lo que conociste antes fue los estragos del ego y por ahí la venita de mi no grato padre Paolo Damiani, me cuesta decirlo, pero soy lo más cercano a él, ni Fabricio ni Franchesco se parecen tanto a él como yo

- Creo que esta nueva versión me cae bien – se carcajea y me toma por el hombro –

- No se algún día podemos ir por un café, unas cervezas ... no te garantizo que seamos los mejores amigos, pero hay que tratar de llevarnos bien por nuestras familias – asiento –

- Tienes razón vamos a coincidir en muchas reuniones familiares, pero aceptó la invitación si hay comida, solamente con café o con unas cervezas no aguantaría – se carcajea –

- Verdad que tú funcionas con comida, esta bien estaremos en contacto

- Le pides mi contacto a tu hermano – asiente –

La versión sin ego de Franco es más risueña y amable; me dejó en la entrada de los talleres que están en la parte de atrás de la zona de exhibición de la joyería, los joyeros ya sabían de mi llegada, les explico que hacer con el colgante, simplemente es dividirla las alas y colocarle un pasa cadena a cada ala, ellos me dicen que en las horas de la tarde me hacen llegar los dijes con sus respectivas cadenas al conglomerado.

Al salir me despido de Franco levantando mi mano y él me responde con una sonrisa y haciendo el mismo movimiento, decido caminar más lento de lo habitual, me dedico a pensar en que tengo que acostumbrarme a ese nuevo Franco. Casi llegando al conglomerado escucho el sonido de una sirena a mis espaldas

- ¡Joven! ... ¿lo llevo a su destino? – Alice está al lado mío en la moto –

- No puedo ... - me acerco su oído y le susurro – mi novia no me deja

- Bueno ... - nos carcajeamos y le doy un beso que la toma desprevenida –

- ¿Vas para el conglomerado? - niega –

- Más tarde ... tengo una cita médica ¿me acompañas? – viene a mi mente lo que habías conversado –

- Claro que si

Fuimos a un centro especializado para chicas, nos atendió una señora mayor muy amable, nos explicó todos los métodos de anticoncepción y cual es el más recomendable para Alice, a parte le hizo una revisión exhaustiva, tomé nota mental de todo lo que nos explicaba, no había una eficacia del 100% pero que era la manera más recomendable de planificar, cada 6 meses teníamos revisión, la próxima vez me incluía a mí, salimos 2 horas después con muchas dudas resueltas.

Después de salir del médico fuimos a un restaurante cerca a almorzar, dejamos la moto en un parqueadero cercano

- ¿Qué tal estuvo tu día? – nos sentamos cerca a los ventanales y se sonríe al preguntarme -

- La mañana estuvo tranquila, fui hasta los talleres y me encontré con Franco – frunce el ceño –

- ¿Está en los talleres? – niego-

- No, es un vendedor más de la joyería

- ¡En serio! ... eso debe ser un golpe duro a su ego, pero de corazón me gustaría que cambiara, la señora Lía ha sufrido mucho

- Pienso igual, la señora Lía tuvo una vida compleja con el que fue su esposo, maltratos, infidelidades y demás; que su hijo se comporte de forma parecida no debe ser grato, pero yo vi una faceta más tranquila de Franco, hasta conversamos

- ¿Conversaron? -asiento –

- Si, quedamos en ir por un café o unas cervezas en algún momento – se sonríe y se queda en silencio unos minutos con los ojos fijos en los míos - ¿Qué pasa? ¿Te molesta?

- No para nada ... cada día me sorprendes más, tienes esa capacidad de no llevar cuenta del daño, siempre ves lo bueno de la gente; otro en tu lugar estuviera vanagloriándose de la suerte que tiene ahora Franco

- No hay necesidad de vanagloriarse de las penas de otros, siempre hay que ver el lado positivo de las personas, siempre hay 2 oportunidades y si en un futuro yo quiero que me traten bien, que me perdonen, debo hacerlo primero y él es un chico mal enfocado nada más – se sonríe y se recuesta en la silla –

- A mi me costara un poco verlo con otros ojos, pero tratare de que nos llevemos bien

Después de almorzar cada uno tomó un rumbo distinto, Alice tenía citas con posibles clientes y yo tenía una reunión en el conglomerado, al llegar están todos en la sala de juntas, la señora Lía me saluda muy efusivamente. Fabricio me hace entrega de un paquete, son las Alas ya separadas, listas para ser usadas.




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