CAPITULO 5

Bend observaba asustado como el techo se iba cayendo a pedazos, tenía mucho miedo no sabía que estaba pasando. Por un momento buscó a su madre, pero recordó que ella se había marchado y aún no volvía.

Bend intentó salir del hoyo en el que estaba, quería correr hacia la salida. 
Casi estuvo a punto de salir, pero entonces vió a un hombre corriendo hacia las escaleras, Bend se asustó e introdujo nuevamente su pequeño cuerpo en el hoyo. Si algo había aprendido era que no debía confiar en ningún extraño, todos eran malos.

Bend siguió observando al hombre, éste estuvo a punto de llegar a las escaleras pero un enorme trozo del techo cayó sobre él, logró saltar pero su pierna quedó aplastada por el concreto. Bend sintió lástima por el hombre, pero no se atrevía a ayudarlo. Aún si fuese que hubiese podido hacer un infante de 8 años.

La estructura empezó a derrumbarse con mayor rapidez, el polvo se elevaba y a Bend se le hacía dificil respirar. 
Finalmente Bend gritó cuando vió que un pedazo del techo de la fábrica se aproximaba a toda velocidad hacia él. 
Alzó las manos en un gesto instintivo y cerró los ojos. 
Creyó que moriría, pero antes de cerrarlos del todo, lo último que vió fueron unas botas negras, algo sucias y opacas pero eran negras. 
 

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-El niño está ahí, pero ¿dónde están sus padres?-se preguntaba Jeremy

Si lo que le dijo Argus era cierto, y había un niño ahí, sus padres ya lo tendrían que haber sacado, pero ¿y si esas huellas no eran de sus padres?
¿Y si en realidad estaba escapando? 
¿O si ellos habían muerto? Cabían muchas posibilidades en la mente de Jeremy, sin embargo el no tenía porque preocuparse por aquel niño. 
Estaba de pié muchos metros mas allá de la fábrica, observando cómo se detruía. Quería estar atento por si Argus o cualquiera de los otros individuos que estaban dentro saliesen. Mas no ocurrió.
La fábrica ya estaba por desplomarse por completo. Probablemente Argus ya estuviese muerto. Dió media vuelta y se adentró en el bosque. Caminó unos pasos y se dió cuenta de que no estaba tranquilo.
-Mierda, me arrepentiré por esto- dijo en voz alta.
Sacó una mena de su bolsillo y la tiró al aire, consecutivamente una especie de agujero se abrió en el lugar en el que cayó la mena.

Jeremy entró por el agujero y escuchó un grito. Vió al niño cubriéndose con sus brazos de un pedazo de techo que le caería encima, se acercó a él rapidamente lo tomó en brazos y regresó por el agujero en el aire que aún estaba abierto.

A lo lejos se veía como la fábrica entera se había desplomado y no quedaba ni una columna de ella, solo escombros. 
Jeremy se acomodó la espada, limpió su chaqueta y prosigió su camino, pensaba recuperar las dagas que antes había utilizado. Caminó, aunque le fue imposible no pensar en si el niño estaría bien, pero el ya le había salvado, no le correspondía hacer más, no era su responsabilidad.

Mientras seguía absorto en sus pensamientos una voz lo despertó de ellos:

-Gra...gra...gracias por salvarme señor.
Era la voz del niño, una voz que denotaba dulzura e inocencia. Además de miedo, quizás de un niño que no merecía nacer en un mundo tan horrible y cruel, mucho mas de lo que era antes. 
Jeremy no respondió, siguió caminando, sin hacer caso al niño.

Unos minutos después se dió cuenta que el niño lo estaba siguiendo. Entonces se detuvo y le habló

-Oye enano ¿no tienes a donde ir?

-N..o..o ..no señor - respondió el niño timidamente

-Pues no es mi problema, deja de seguirme o te tendré que asesinar, ¿entiendes?

-Dis.  Disc...disculpe esque no tengo a donde ir, mi mami se fué diciendo que la esperara ahí pero no volvió.

-Es una lástima, probablemente ya esté muerta. Así que no tiene caso que la sigas esperando, vé a otros sitios consigue amigos y lárgate.

El niño bajó su cabeza mirando hacia el suelo, y derramó unas cuantas lágrimas. Jeremy continuó caminando buscando sus dagas. Pasaron unos cuantos minutos nuevamente y el niño aún lo seguía.