El Inicio Del Fin

CAPÍTULO 13

—Se ve algo pesada—dijo Jeremy mientras esquivaba los ataques de su adversario moviéndose de un lado a otro—deberías usar otra.

—¡CALLATEEEEE!

Ninguno de los golpes lograba darle a Jeremy. 
Mientras su oponente descargaba el hacha una y otra vez tratando de golpearlo, Jeremy solo daba pasos al costado o hacia atrás.

—¿Sabes? Esto no tiene sentido, podríamos estar así todo el día y no lograrías darme con tu hacha ni una sola vez.

—Maldito presuntuoso.

—Te recomiendo que sueltes el hacha, quizás así te vaya mejor.

—¡QUE TE CALLES!

Levantó el hacha nuevamente pero esta vez lo atacó en forma horizontal. Jeremy se agachó para esquivar el hacha e inmediatamente, sin levantarse, alzó el brazo izquierdo abriendo su mano y cerrándola al instante.

—Si querías unirte podrías haberlo dicho, no había necesidad de disparar sin avisar—comentó Jeremy.

En su mano se encontraba una flecha, la había atrapado en el aire.

—Pero qué, ¿lo detuviste con la mano?

Metros mas allá estaba el arquero, en una obvia posición que delataba su cobarde ataque.
Jeremy ni siquiera volteó a verlo.

Su adversario levantó el hacha y nuevamente trató de impactarlo con ella. Jeremy dió un volantín, antes de levantarse alzó su brazo y con la mano cogió otra flecha que nuevamente le habían disparado. Pero esta vez fué diferente.

Cogió la flecha, cerró el puño y en un certero movimiento vertical clavó la punta de la flecha por debajo del mentón del otro sujeto. Sin esperar ni un segundo estiró la mano y empujando con su palma terminó de introducir toda la flecha en la cabeza.
La punta le salió por uno de sus ojos y el otro extremo aún se veía por debajo de su mentón.

El hombre murió al instante.

—Eres un hijoputa. ¿Cómo te atreves?

Jeremy se levantó por completo y se quedó de pié, sin hacer nada. 
El líder no había dicho nada hasta el momento, solo se limitó a observar.

—¿Quien eres?—preguntó el arquero.

—Eso no te incumbe—contestó Jeremy.

—De hecho sí—contestó el arquero en un tono burlón—debo saber el nombre del cadáver que llevaré para hacer el reporte y entregárselo al once...

—Bruno cierra la boca—lo cortó el lider—tú debes ser Korái.

—¿El once?

—Ohh disculpa a mi amigo es un boca suelta. No le hagas caso.

—Bien, Adiós.

—Aún no puedes irte, tú no decides eso. Será mejor que voltees.

Max disparó cerca a los pies de Jeremy. Éste se detuvo.

—Así está mejor, ahora voltea. Bien muy bien. Escucha tú debes ser Korái y por lo que veo lo que cuentan de tí no son mentiras, eres excepcional. No obstante debes venir conmigo.

—¿A donde?

—Esa información no te conscierne amigo mío.

—Entonces no iré.

—Ohhh créeme que lo harás, eres bueno peleando pero ¿que podrías hacer contra un arma de fuego?

—Nada

—Veo que entiendes, ahora vendrás con nosotros.

—Díme algo, ¿para quién trabajas?

—Creo haberte dicho que esa información no te—Jeremy lo cortó.

—Creo haberte dicho entonces que no iré.

—Irás vivo o muerto, todo depende de tí.

—No puedes matarme, me hubieses disparado antes. Me necesitas con vida.

—Eres observador.

—Solo un idiota no se daría cuenta.

—Es cierto que no puedo matarte, pero puedo dispararle a tus piernas, técnicamente no te mataría.

—¿Quién cargaría conmigo?

—Suficiente,dime Korái ¿vendrás conmigo si contesto tus preguntas?

—Dalo por hecho.

—Bien, entonces adelante pregunta lo que quieras.

                  ◀◀◀         ▶▶▶

—Vamos niño sube no tengas miedo, solo queremos ayudarte.

Bend no sabía si obedecer o no. Pero quedarse ahí dentro tampoco lo emocionaba mucho. Vaciló un momento hasta que se decidió y tomó la cuerda que colgaba por delante de él. Inmediatamente lo empezaron a subir.
Al llegar arriba Bend se encontró con una decena de hombres aproximadamente, todos lo observaban con algo de lástima e intriga.

Un hombre se le acercó:

—Hola amiguito, ¿dime que hacías allí?

—Me caí.

—¿Y tus padres?

—No tengo—respondió mientras agachaba tímidamente la cabeza.

—Ehhh, bueno. No te preocupes vendrás con nosotros. Cuidaremos de tí ¿si?.

El tipo volteó, habló con uno de sus acompañantes y luego volvió donde Bend.

—¿Tienes un nombre niño?—preguntó mientras sonreía




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