El Inicio del Reino Lycan

Capítulo 8

 

Acercamientos diferentes e interesantes

 

 

Cuidadosamente atravesé el extenso pasillo, solo para al final toparme con otros tres largos pasillos que iban a distintas direcciones convirtiendo este palacio en un verdadero laberinto. ¿Cómo era posible que supieran a dónde ir y en qué lugar estar parados? ¿Será que su sentido de orientación es mejor por ser Lycans?

Restándole importancia tomé uno de los caminos de tres pasillos probando suerte de a que lugar me llevaría. Internamente supliqué el tratarse del correcto, no deseaba encontrarme con nadie, porque si así sucedía estaba prácticamente muerta por dos motivos. Primero: no tengo permitido la entrada al espectacular palacio de cuento de hadas. Y segundo: debería estar durmiendo, porque son más de media noche. Pero nada de esto era culpa mía; el hambre que he sentido no me dejaba dormir en paz. Estuve removiéndome más de una hora en la cama sintiendo el estómago vacío. Consideraba seriamente en preguntarle a Marck si esto era normal o es que tenía algo que ver con el hecho de ser diferente ahora.

 

Desechando los pensamientos por el momento, llegué al final del pasillo que seguí, logrando dar con unas escaleras en forma de curva tapizadas en terciopelo guindo con apoyaduras doradas. Definitivamente no era buena idea, ni una opción, subir por ellas. Imposible que la cocina de palacio se encuentre en los pisos superiores.

 

Suspirando derrotada, pensé en volver a mi cuarto para morir de hambre durante la larga noche o bien, ir a la cafetería rompiendo el candado de la puerta y así robar algo de comida sobrante de la cena. Dando un paso para marcharme, me detuve colocándome rígida por unos pasos del mismo lado del que vine dirigirse a mi dirección.

Entrando en pánico lo único que hice fue ir sobre las escaleras haciendo el menor ruido posible, hasta la parte de un nivel diferente al resto.

Creyendo que la persona que venía me seguiría, me oculté con prisa entre unas cortinas de color caoba.

Controlando mi respiración cerré los ojos implorando el no ser descubierta. Pagaría caro si alguien me encontraba en este sitio.

Transcurriendo algunos pocos minutos, y con el único sonido de mi respiración baja decidí salir del escondite agradecida de no haber sido vista y de que esos pasos no siguieran hasta aquí. Al parecer se mantuvo debajo de este piso.

Pensando en la suerte que podría tener fui más consiente de mi alrededor descubriendo una latente diferencia de aspecto. En medio del pasillo que me encontraba parada poseía una apariencia mucho más destacable y elegante. Más que el pasillo del salón principal, aunque también parecía guardar cierta intimidación; el aire que lo rodeaba era espesa y fría. Las luces de velas y candelabros no ayudaban para sentir la oscuridad pesada. Había algo en este pasillo que asustaba en si.

 

—Mis espías me han informado de un movimiento inusual en las tropas contrarias.

De una de las puertas de todas las demás se escuchó una voz clara. Debía ser así por la misma puerta a medio abrir permitiendo un claro sonido.

Dejando a un lado, como siempre la racionalidad me acerqué a paso precavido y silencioso a esa habitación, oyendo aún más clara las voces del interior.

—Continúa —Podía reconocer en donde sea esa voz cubierta por un tono simplemente tétrico. No se como puede escucharse así, simplemente tenía el poder de que la piel se erizara.

—Al parecer una parte se dirige al Sur y la otra al Oeste —Igual que el otro también tenía la certeza de conocer esa voz. Nadie habla con tanta frialdad y demanda en cada palabra como el Comandante... o eso creo.

 

Queriendo comprobar mis suposiciones de las personas al otro lado me arriesgué acercándome y observando por la abertura. En el interior era igual de elegante; simulaba ser un despacho. Un despacho sumamente amplio: en todo el detalle de muebles y adornos en el centro. Dando la espalda a la puerta el Comandante, mantenía una postura inquebrantable vestido típicamente con las ropas tradicionales que usaba. Entre sus prendas destacaba el mango plateado de una espada colgando en su cintura. Una espada envainada que llevaba a todas partes… o eso también creía. Siempre que se lo ve tiene esa única arma a la vista.

 

—¿Qué puede estar tramando? —El dueño de ese tono pensativo no se lograba distinguir. Solo estaba cien por ciento segura que era el gran Rey Demetri pero aun, tratando de verlo, no lograba captar su imagen por el cuerpo que se interponía en mi campo de visión, además de que el interior permanecía en cierta oscuridad sombría. —¿Tú lo sabes Seth?

—No, Señor —Aparte de la imagen mantuve atención a la conversación que tenían. —Los espías enviados no han dado otra respuesta más. Posiblemente han sido descubiertos. Naturalmente hasta el momento deben estar muertos —Me sorprendió un poco la mínima importancia que le dio a esos espías suponiendo que estaban muertos.

—Es lo más probable —suspiró, dejando un silencio corto entre ellos—. Necesito saber lo que planea Aren. Él es un peligro para mi reinado.

¿El otro Rey? Aren… Como puede ser un peligro alguien que ni siquiera nadie conoce, o como dijeron esos soldados aquella noche… alguien que posee poca artillería y pocas tropas. No comprendo.

 

—Hasta el momento no hará ningún movimiento.

—¿Cómo lo aseguras? No eres algún especie de hechicero. No puedes ver lo que traman mis enemigos, mucho menos Aren.

—Es predecible su actitud. Él no atacará, no se arriesgará con una artillería tan baja. No arriesgará a sus soldados —caminó hacia un lado permitiendo que vea una figura en las ventanas de atrás. Una figura no visible en apariencia física—. Ha buscado alianzas en las tres principales manadas guerreras, no ha convencido a ninguna con sus argumentos —Si entendiera de que habla me interesaría el tema. —Si vienen a declararnos la guerra, serán aplastados.




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