El Inicio del Reino Lycan

Capítulo 43

 

 

Inocente, culpable

 

 

 

Mañanas solitarias, tardes grises y noches frías son los mismos momentos de un día de veinticuatro horas monótonos al que me até una buena parte de mi vida.

No hubo mucho que recordar de esas épocas. Solo el eterno sin sentido de todo mi alrededor. Lo agobiante que incluso se volvió respirar.

 

Algo muy diferente al presente. A este tiempo; momento en el que la vida tomó vibrantes colores, matizando todo a su paso. El respirar también se transformó en libertad, lejos del ahogo constante al que me sometía cada mañana.

Vivir se volvió especial y significativo, y todo ello sucedió por una persona. La misma que ahora…

 

Apreté el collar enredado entre los dedos de mi mano, observando con cierto dolor el zafiro vibrante en medio del oro blanco que lo adornaba.

La fabricación de esta joya. Una representación más que solo el significado de demostrar al resto a quién perteneces. Esto era más que solo una palabra tan vacía… Representaba entrega de la otra persona. La entrega no solo del corazón humano de un Lycan sino de la parte animal.

Con la esencia del aroma de mi Alma y la mirada de mi Lobo. Fue fabricada declarando entrega absoluta a la otra persona.

Y ahora…

Se fue.

Me abandonó.

Nos rechazó.

 

Reí por el dolor profundo abriéndose aún más en mi pecho. Por cada día que transcurría luego de su huida hace una semana. Luego de dejarme atrás sin importarle.

—Deja de pensar en algo muy lejos de la realidad, Seth.

Antes debía haberme cuestionado severamente el hecho de no haber sentido su presencia. De no estar más atento a mi alrededor, pero ahora… ¿Acaso importaba?

 

—¿Sabías qué? Desde conocerla y aceptar mis sentimientos por ella. Pasaba noches recordándome que no la merecía, y que si algún día, notara que yo no valía la pena y decidiera irse. Lo aceptaría y lo superaría de algún modo —reí de nuevo—. No sé porque creí que lo superaría, cuando justo ahora desearía arrancarme el corazón para que ese maldito dolor parara.

Estrujé mi pecho sin remedio a detener la molestia constante. Deseaba de algún modo rasguñar algo internamente, lo que sea que estaba ahí.

 

¿Así se sintió Demetri cuando el amor de su vida le dio la espalda?

Se por historias que la reacción a ello fue con violencia.

 

—Basta. No te enfoques en ello.

—¿Cómo no hacerlo si la persona que amo me abandonó? —Ni siquiera era algo de ira lo que sentía. —Ella no me ama —susurré agachando la cabeza y bajando mi mano donde tenía enredado el collar que simbolizaba todo de mí.

Un tirón de mi brazo, obligándome a observarlo fue su reacción, sin sorpresa para mí. Porque ya no me importaba.

 

—Seth, no te atrevas a dudar de algo como eso. No puedes dudar ahora. No cuando el desastre está en su punto máximo —sacudió un poco mi brazo—. Piensa. Eres inteligente un estratega innato. Alguien que analiza la situación con detenimiento…

—¿Crees que no lo he hecho? —interrumpí desviando mi mirada al paisaje verde del barandal de uno de los pisos del palacio de la Luna— Marck, he tratado de entender. De excusar el abandono de Minerva, pero no. No hay nada.

—Seth…

—Ese día, antes de encontrarla en tu estudio —me aparte de él—. Escuché parte de su conversación con Erika. Escuché como… —apreté los ojos sacudiendo la cabeza— no importa. No importa.

—Sí importa —volvió a acercarse—. Esa conversación, seguramente la oíste fuera de contexto. Lo que sea que escuchaste puede ser un error.

 

Negué queriendo también creerlo. Creerlo y evitar mostrarle el dolor en mis ojos. —“Déjame demostrarte esta noche como puedo romper un corazón y abandonarlo para salvar mi cuello" —repetí con toda amargura— “¿No lo amas? Porque alguien que ama no abandona" “No, no lo amo realmente”

Fue suficiente decir esas palabras en alto, sin ninguna necesidad de explicar quién dijo que, porque era obvio a quien correspondía cada oración. Era tan obvio. Tan obvio la verdad detrás de la ilusión que yo formé.

Porque… ¿quién realmente sería capaz de amar a un asesino? ¿A alguien igual a la escoria misma?

No lo merecía. La vida; el destino no dejaría que mis deudas sean olvidadas y esta, esta fue la prueba de ello.

 

Una dulce ilusión. Solo una ilusión fantasiosa que me elevó sobre las nubes y dejó que cayera sobre la realidad después. Con todas las consecuencias de esa caída.

Con todo el dolor y las heridas, estaba en el suelo sufriendo, pero no injustamente.

No era injusto.

Nada era injusto.

 

—Seth —Sonreí aún más ante su mano reposando en mi hombro y sin nada que decir, porque no halló ninguna excusa más. Nada de lo que al inicio creyó que existía. Ya no.

 

—Comandante —La llamada detrás de nosotros bastó para finalizar la conversación.

Sin otra palabra que decir y sin mirarlo, di media vuelta ignorando también la exigente mirada de Irena.

Pasé de largo, escuchando sus tacones sobre el cemento, siguiendo los míos.

Solo ese sonido y nada más nos acompañó por los pasillos del palacio. Eso y el ambiente lúgubre que proyectamos alrededor, tanto para alejar a cualquier soldado con los que nos cruzábamos.

Debía admitir que era algo divertido las expresiones de miedo y posterior huida de algunos.

 

—Quisiera saber que es tan divertido —interrogo al haber notado alguna expresión mía.

Pese a no haber mostrado nada para algunos, le daba crédito de saber leerme bastante bien de algún modo.

Nunca me sorprendió este hecho en realidad, después de todo ambos crecimos juntos. Luchamos codo a codo y nos enfrentamos a la muerte varias veces.




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