El Inicio del Reino Lycan

Capítulo 47

 

Corazón al descubierto

 

 

>>Tiempo de silencio, tiempo de paz, tiempo de un inicio brillante. Así se dio inicio a la Era de los Lycans. Bajo el régimen de un líder el cual con fuerza, sangre y astucia llegó al puesto; venciendo a centenares en campo abierto, donde se llevó la sanguinaria decisión de un futuro oscuro o brillante...

>>El destino al final de siete días exactos… el puesto de Gobernante fue reclamado. Y por el resto, que con la postración de todo Licántropo sobre la tierra y la bendición de nuestra madre Luna, Lycaon Darkcrown fue aceptado.

 

>>El pueblo demostrando no tener el resentimiento por sus familiares perdidos a manos del vencedor y dejando ver su máxima lealtad, honraron a su nuevo líder y su futuro linaje ofreciendo una corona de peso considerable y metal resistente. Dos principales características que no eran nada comparada con el tercer material fabricado: cenizas.

>>Las cenizas de todos aquellos guerreros de esa sanguinaria lucha al poder se encontraba impregnada.

 

>>Macabro para muchos. Un privilegio para mentes agudas cómo lo era nuestro primer Gobernante, porque este obsequio del pueblo a su Señor no era más que una muestra de honrarlo, y honrar a los caídos de esa lucha.

 

—<<Así la “Corona de Almas” se volvió legendaria, el más grande honor de llevar para las futuras Generaciones de Gobernantes Lycans>>—continuó caminando relajado de un lado al otro, finalizando esa parte de la historia de un libro antiguo que encontró—. Admito que es una interesante historia —cerró el libro pensativo aún, moviéndose de un lado al otro—; entregar las cenizas de uno de tus familiares a su propio asesino para honrarlo es… poéticamente trágico y dramático. ¿No es así Demetri?

Pidió mi opinión dejando de moverse de un lado al otro en mi habitación, donde me mantuvo retenido sin levantar sospecha.

 

Mi furia y decepción contra mis súbditos solo se agrandaba día con día,

¿Era tan difícil notar que un impostor se hacía pasar por su Rey? Patéticos

 

—¿No deseas responder? —entrecerré los ojos y mantuve mi voto de silencio— No deseas aceptar que tus antepasados eran tan sanguinarios como toda tu maldita sangre y especie. Porque es su naturaleza, ¿No es cierto? Esta historia es un claro ejemplo.

Resoplé, poniendo mi mirada en las puertas que llevaban a mi terraza tratando de ver la luz anaranjada del ocaso, ya que esa artística imagen era más entretenida que soportar a alguien como Erik.

Ahora notaba lo aburrido que era. Siempre creí que solo era una imagen externa esa perfección y plana actitud amable. Pero ahora conviviendo todos estos terribles días con él era agobiante.

 

Vaya que entiendo mejor a Minerva porque prefirió a Seth antes que Erik.

Muy buena elección. Yo también me quedaría con Seth.

 

—¿Qué le parece tan divertido a su Alteza? —instó a mirarlo— Podríamos reírnos juntos si me lo cuenta.

Bueno. —Si insistes tanto te lo diré —Me enfrentaba a una serpiente, pero parecía no darse cuenta que tenía a un depredador mayor delante de si. —Minerva —Tan solo mencionarla, arrebató poco a poco esa sonrisa en su cara amable. —Siempre supe que era valiosa. Un diamante en bruto como mi orgullo la califica, y bueno, ella superó las expectativas.

>>Bastante intuitiva —tiré la cabeza atrás y reafirme mi postura en la silla, oyendo a mis músculos tensos aligerarse por el estirón—. Prefirió el oro en lugar de la plata. Ambiciosa e inteligente, ¿No lo crees, Erik?

 

—Quien sabe —No se desanimó del todo, mantuvo su expresión serena fingiendo tener control pero su nuevo rígido caminar decía mucho de si mismo. —Hare que lo averigüe muy pronto, supongo —dejo el libro a un lado del escritorio—. Aunque le di una última opción de salida, prefirió tomar el camino espinoso.

—El camino espinoso y oscuro crea guerreros implacables. Deberías aprender eso mi querido Erik —Le di una mirada significativa.

—Debería saber que yo mejor que nadie sabe eso —rodeo el mueble tomando una caja de madera lisa sobre este, acariciando los bordes superiores de la tapa con pensar—. Desde la muerte de mi madre tomé ese camino. Sabía las consecuencias de todo ello, sabía que al final de todas las circunstancias yo sería el guerrero implacable que menciona —volteó a mirarme, quitando la tapa.

 

Asentí, estando de acuerdo. —Pero no has entendido que después de recorrer ese camino es decisión propia volverse el héroe o el villano. Y tú cómo todo ser sobre la tierra, el cielo y el infierno tuviste esa elección —Notando sus manos apretarse en el borde, añadí: —Y no intentes negarlo o culpar al resto. Que si bien se tomaron decisiones erradas, a ti se te concedió una opción.

>>En ese instante que tu vida fue aplastada por completo, podías haber empezado de nuevo; sanado, y con el tiempo sin rencor y sin resentimiento podías haberte vuelto a surgir como un gran guerrero. Uno que llegaría tan alto, tan alto que pudo haber eclipsado a todos los Sobrenaturales y demostrado que su especie no es una amenaza como escribieron en las historias.

 

Todavía siendo hábil en controlar la mayor parte de sus sentimientos. Sentimientos que no tengan que ver con Minerva, contestó con calma, al mismo tiempo que extraía una colchoneta negra del interior de la caja que entregaron en mi ausencia a mi territorio.

—Es contradictorio esta charla. Muy contradictorio a lo que hizo, porque —Tomo la joya que estaba encima de la superficie de terciopelo, sosteniendo lo en ambas manos a la altura de su pecho. —usted tambien tuvo esa opción cuando su hermano mantuvo una relación a escondidas con su prometida, su destinada.

Eleve la comisura de mis labios ante el sagaz movimiento que tomó el tema. —Tienes razón, lo tenía. Pero la diferencia tal vez sea que no tenía a nadie para verlo. Nadie que importara…




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