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Y allí estaba ella, la joven Helena Brook, tan brillante e indomable, una mujer que toda su vida se ha guiado por su instinto el cual nunca le a fallado y eso la ha llevado ha los altos puestos del prestigioso periódico Toronto Star, ubicado en Canadá. Sus excelentes escritos, casos y descubrimientos sobre el lado oscuro de la política la han llevado a lo mas alto, pero tampoco podemos olvidar a su mejor amiga, Kara, la cual la acompaña fielmente con su cámara para capturar las imágenes mas impactantes. Definitivamente son el dúo del momento, pero todos necesitan divertirse un poco...

—¡Estas fiestas son increíbles!— exclamo la alocada mejor amiga de Helena, Kara, ambas estaban extasiadas por la música que retumbaba en sus tímpanos.

—¡Ya lo creo!— respondió Helena eufórica mientras saltaba al ritmo de la música.

Todos los sábados, los miembros de la oficina acostumbraban a ir a la misma discoteca para pasar el rato y sacar esas malas energías que se iban acumulando a lo largo de la semana, o algo así, realmente no les importa.

Helena se detuvo para tomarse un descanso sin avisarle a Kara, se veía bastante feliz bailando la Macarena.

—Al parecer tendré que cargarla de nuevo— dijo mientras le daba otro sorbo a su vaso de agua.

—Aquí estoy yo— respondió Clay a la derecha de Helena con su sonrisa encantadora en su rostro mientras le hacía señas al mesero para que sirviera dos tragos más.

—Sabes que odio el alcohol, Clay— rodó sus ojos dedicándole una mirada que transmitía obviedad, pero a la vez tenia esa sonrisa que la acompaña siempre en sus momentos de juego.

El chico de cabello castaño y Helena se conocen de toda la vida, exactamente desde los 6 años, jugaban a los piratas en el mismo parque de siempre. Ambos son como polos opuestos, el ser mas alocado, rebelde, el típico chico que es bueno con todas las chicas; pero ella es mas reservada, directa y tranquila, o al menos eso aparentan... Los seres humanos tienen esa mala costumbre de ocultar lo que sienten porque ni siquiera saben que sienten, o simplemente tienen miedo, cada quien decide con que asuntos complicarse la vida... 

—Oh, es cierto— volvió ha hacerle señas al mesero, esta vez señalando el grifo —¿Qué tal otro vaso de agua?

Ambos soltaron una pequeña carcajada antes de la música volviera a florecer, llamándolos.

—Ven, vamos a bailar— agarro a Clay de la mano y ambos fueron rápidamente al centro de la pista, donde se encontraba Kara meneándose como si su vida dependiera de ello, pero rápidamente cambio su postura cuando noto la presencia de Clay.

Después de unos minutos Clay ya estaba bailando con una pelirroja lo suficientemente cerca como para que Kara lo notara  y soltara un bufido acompañado de todos los celos que pueden existir en su corazón, por otro lado, ya se estaba sintiendo algo mareada, culpa del alcohol.

—Heli, no me siento muy bien— dijo Kara mientras llevaba sus manos a su cabeza, seguido de un señalamiento hacia Clay.

—Oh Kara...— poso sus manos en las mejillas de su amiga, tenia la temperatura bastante alta —Ya mismo voy a buscar un Taxi, ve al baño a refrescarte— Kara asintió como una niña pequeña y fue rápidamente a la sección de los baños.

"Y Clay esta..." pensó Helena, divisándolo a su izquierda, aun seguía con la chica de antes, ni siquiera se molesto en llamarlo, ya sabia como iba a terminar eso, también se estaba preparando psicológicamente para acompañar a Kara en su tormento amoroso. Sin pensarlo dos veces, salió directo a la calle principal en busca de transporte, nada.

Mientras tanto Clay veía como Helena se alejaba, pero se asusto al ver que no estaba con Kara y Kara es... Kara.

—Fue un placer— susurro Clay a la pelirroja, la cual le sonrió coquetamente, la cual el chico correspondió para después despedirse.

"Donde mierda te metiste" pensaba desesperado sin encontrar rastro alguno de la rubia hasta que observo a un grupo de tres hombres hablando a las afueras del baño de chicas, sus risas no le inspiraban mucha confianza que digamos, así que antes que nada reviso su bolsillo con sus dedos en busca de sus monedas, las cuales acomodo entre sus dedos respectivamente, "Es mejor prevenir que curar...".

Los tres hombres miraron su alrededor para asegurarse de tener privacidad... Una vez seguros, entraron en busca de Kara, la cual estaba en el tocador remojando su rojizo rostro antes de salir, no sabia como seguía de pie, había tomado demasiado, apenas si escucho los pasos de las personas entrando.

—Gracias al cielo, Heli, yo— su expresión cambio por completo al ver que no era Helena —¿P-Puedo ayudarlos?— no pudo contener su impresión al ver a esos tres hombres con esas grandes sonrisas en sus rostros.

—Tranquila— dijo uno de los atacantes, el mas bajo de todos —No te haremos daño— culmino el otro mientras desenvainaba su navaja, cuyo brillo se vio reflectado en su repugnante sonrisa. 

Sus manos comenzaron a sudar, sus piernas a temblar y sus mejillas a brillar, cualquier rastro de ebriedad se esfumo al momento de entender la terrible situación, su propio subconsciente pedía que gritara, "Auxilio", pensaba, pero no podía ni moverse, estaba totalmente silenciada, "Por favor", suplicaba, pronto comenzó a ver borroso, se estaba desmayando, hasta que callo en un profundo transe... El ultimo destello de conciencia la deja escuchar un gran estruendo que se presenta en la pulida madera de la cual ya hacia parte, no pudo evitar esa sonrisa en su rostro al ver de quien se trataba.

Clay ataco por la espalda, no quiso desaprovechar el factor sorpresa así que fue directamente por las piernas del primer agresor, el cual se desplomo sin ninguna oportunidad. 

—¡¿Qué carajos?!— exclamo el de la navaja, ambos tardaron mucho en reaccionar, lo tiempo suficiente para enganchar dos derechazos directo a la mandíbula, no pudo evitar el placer del sentir el crujido de sus huesos. La navaja del hombre bolo debajo del ultimo baño, ni siquiera pudo usarla.