El Inmortal

3

Pequeños rayos del Sol entraban por el gran ventanal del apartamento de Helena, aunque más que un apartamento es un pent-house ubicado en el centro de la ciudad, nada modesto de parte de Helena, aún así nadie le puede negar que es tan merecido igual que todos sus logros a lo largo de su vida, comenzó con nada y ahora está viviendo su sueño cumplido...

—¿Qué paso ayer?— dijo Kara al aire, esperando que Helena estuviera en la habitación, y así fue, acababa de salir de la ducha.

—No me lo vas a creer— exclamo mientras usaba el secador para arreglar su cabello, siempre le a gustado empezar temprano el día, una parte mas de su estricta disciplina que ha marcado tanto su fuerte carácter.

—Espera— sintió algo diferente bajo las terciopeladas sabanas —¡¿Por que tengo la camisa de Clay?!— Helena no pudo evitar soltar una pequeña risa, Kara se ponía extrañamente nerviosa cuando se trata del chico.

—Unos tipos intentaron violarte en los baños de la discoteca— explico Helena con su aparente naturalidad de siempre —Pero tu príncipe azul llego para salvarte, además de traerte en brazos hasta el Taxi, en donde vomitaste tu camisa, Clay no tuvo opción y así terminaste usando su ropa.

No pudo evitar la vergüenza y puso sus palmas en su cara, la cual ya estaba roja como un tomate.

—Clay me vio desnuda...— pensaba en voz alta.

—¿Si mencione que estuvieron a punto de violarte?— reitero Helena con una mirada de confusión, arrepintiéndose al instante, tenía que dejar de ser tan directa, a veces hasta insensible incluso con los que mas ama.

—No me lo recuerdes— su expresión cambio de repente, poniendo en escena el recuerdo de los tres tipos que la miraban como un trozo de carne fresca... No pudo evitar estremecerse ante la idea.

—Hey— se acerco Helena a su lado —Ya todo esta bien— finalizando con un abrazo, uno sincero, de esos que te dicen que a pesar de todo, estas en el lugar correcto —Además pudiste evitar que tu chico se fuera con esa ramera de quinta— remato con una inocente carcajada, la cual correspondió la rubia, mientras pensaba que seria de ella si no tuviera a Helena en su vida.

Probablemente seguiría sola como aquel primer día en la Universidad... Los saludaba a todos con esa amabilidad y ese espíritu que siempre la ha caracterizado, pero lo único que conseguía eran risas de pena por parte de sus compañeros, excepto por Helena, que fue la única que correspondió su saludo, solo por educación; pero nunca pensó que terminaría siendo la cómplice de esa extraña persona que le enseñaría a vivir la vida fuera de reglas u horarios, además de ablandar un poco su frio corazón, solo un poco.

—Vamos, te hice pancakes.

—¡Genial!

Ambas se levantaron de la cama y fueron directo a la cocina, la cual tiene un perfecto contraste entre blanco y negro que la hace un lugar bastante acogedor a la vista.

—¿Y ya tienes listo el próximo caso?— dijo Kara mientras se comía sus pancakes perfectamente apilados con un toque de miel y vainilla en la cima, Helena, meticulosa como siempre.

—Eso creo— respondió escribiendo en la pantalla de su laptop, donde seguía buscando información sobre el nuevo rascacielos que hace poco se acababa de construir en la ciudad de Montreal —Mira— la rubia se acercó al lado de su amiga para divisar lo que parecía ser un gigante de 300 metros que se alzaba entre los edificios promedio de la ciudad antes mencionada.

—¡Es hora de ir por esos hijos de perra!— exclamo Kara, animada como de costumbre y lista para lo que se venga.

Y mientras tanto, el viejo hombre ya se estaba preparando para emprender un nuevo día la misma rutina de siempre, solo que esta vez prefirió comer algún que otro par de huevos para calmar su enojado estómago. Al momento de ir por sus herramientas, se percato del mal estado de estas, no aguantaban un día mas, y con justa razón, esos cinco años ya les tenían que pasar factura, pero por primera vez mostró una pizca de interés y curiosidad al pensar en como estaría el mundo, mejor o peor, no le importaba, después de tanto tiempo esos dos términos se habían vuelto tan subjetivos como su existencia.

Fue directo al garaje, bueno, parece mas bien un granero abandonado, lleno de paja por todos lados, pero como siempre, no le dio mucha importancia... Y allí estaba su Volkswagen, el que lo trajo hasta allí, también cabe resaltar que lo robo de algún rey de Inglaterra en su momento, como el ochenta porciento de sus pertenencias, pero eso era antes, ahora no podría hacerlo ni aunque quisiera. El pobre auto estaba viejo y mal tenido, pedía a gritos una sacudida de polvo y al parecer el hombre no tuvo opción, era eso o aumentar la probabilidad de chocar con alguien en la carretera.

No tardo mucho, por no decir nada, no quiso perder mas el tiempo y agarro el volante con decisión y miedo a la vez, hacia mucho tiempo que no conducía, pero al momento de arrancar, se dio cuenta de que aun no había perdido el toque y en menos de cinco minutos ya había salido a la autopista para avanzar sin rumbo alguno, dejando atrás los grandes maizales para divisar un el horizonte que se posaba al frente suyo, aun así para el es mas impresionante ver pasar los coches, pensando en como todo lo que tenemos ahora, hubiera sido una locura años atrás. 

"La mente humana no tiene límites" dijo en su mente al momento de ver las puntas de los edificios a lo lejos y al parecer había uno que superaba en tamaño a los demás de forma casi humillante.

Mientras tanto, Kara y Helena ya iban en coche camino a la ciudad de Montreal mientras escuchaban los clásicos de Michael Jackson a todo volumen, como los gritos de Kara que acechan la serenidad de Helena, la cual conduce con una sonrisa en su rostro, recordando su infancia en los suburbios, un lugar en donde se respiraba vida, a veces extraña esa sensación de sencillez fuera de cualquier exceso, como jugar a los espadachines con Clay y su hermano, o simplemente observar las estrellas desde el mismo techo de su casa, "El problema es que ya no hay estrellas..." pensó, algo decepcionada, pero no es momento de bajar la cabeza, de sentir pena, tristeza o miedo, esas palabras no existen en su vocabulario, ha transformado esos sentimientos en su fuerza, dejo de ver esa ira como algo negativo, ya no intenta cambiarla y ahora camina con ella, tomando su mano con firmeza, con la esperanza de esta le ayude a cumplir su objetivo: Mostrarle la verdad al mundo entero.
 




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