El Inmortal

11

La rubia estaba realmente emocionada por su encuentro con Clay, que simplemente es una pequeña ayuda, pero para ella cualquier momento que comparte con el chico es como tocar el cielo, solo que se le hace imposible demostrarlo de la mejor manera.

—Ya sabes, solo relájate y sé tu misma— dijo Helena mientras Kara se miraba en el gigante espejo de su habitación, reparando en su cabello.

—Si... No es como si fuera una cita o algo parecido, es solo... Trabajo— aclaró Kara por lo bajo.

—No te desanimes, al fin y al cabo es un avance, ¡Así que adelante!

Esta vez condujo Helena, no quería volver a arriesgarse con Kara y su despreocupada actitud en la carretera. El encuentro sería en el apartamento de Clay, el cual no queda muy lejos, por lo que no tardaron mucho tiempo en arribar por las concurridas calles de aquel barrio.

—Suerte, te quiero— se despidió Helena, abrazando con fuerza a su amiga entre los asientos del auto para después presionar el acelerador camino a casa, deseándole lo mejor a Kara. Sabe lo importante que es para ella.

La joven caminó con seguridad hacia el edificio de Clay y comenzó a subir las escaleras hasta que se detuvo delante de una puerta con el número "199", toco suavemente la puerta mientras soltaba un suspiro que le fue arrebatado por la impresión de ver la parte superior de Clay completamente desnuda tras la puerta.

—¿Oh?— exclamó Clay confundido por la expresión de su compañera —Oh, disculpa— se adentro en su apartamento y unos segundos después volvió, pero esta vez con una camisa bien puesta y dándole la bienvenida a Kara extendiendo su brazo hasta el interior de su hogar.

Cuando entró a la estancia, se quedó impresionada por lo mucho que había cambiado todo desde la última vez que lo visitó en navidad con Helena... No estaba muy ordenado que digamos... Había comida tirada en el sillón de la sala, en donde paralelamente a este había un televisor de un tamaño exagerado. La cocina también estaba hecha un desastre, el lavabo estaba lleno de platos, tan sucios como la cerámica que cubre el suelo del apartamento.

El chico podía parecer lo más intimidante del mundo si lo vieses en la calle, pero la verdad es que a veces suele ser bastante despreocupado con asuntos que no involucran a terceros, pero cuando se presentan situaciones como la de la fiesta, se convierte en otra persona...

—¿Dices que quieres rastrear un coche?— preguntó Clay mientras se sentaba en la silla de su ordenador, el cual tiene cuatro pantallas que lo rodean, todas con códigos y números indescifrables para la joven, quien no dejaba de impresionarse por las habilidades de su querido Clay.

—Si...— respondió aun mirando la habitación, llena de colores que le dan vida al espacio —¿Puedes hacerlo?

—Claro, no es nada del otro mundo— comenzó a escribir en su teclado y las líneas de código empezaron a bajar por la pantalla principal —¿Cómo es el auto?

—El auto...— reiteró Kara, sumergida en sus pensamientos —¡Oh! El auto, claro. Aquí tienes— le entrego la foto que tomó el día de aquel misterioso encuentro.

—Parece bastante antiguo...— analizo la foto unos segundos y después volvió con el teclado —Veamos si las cámaras registraron algo.

—¿Cámaras?— exclamó la rubia.

—Si, las de la ciudad. Es un poco ilegal...— Kara le regaló una mirada de asombro —Está bien, es demasiado ilegal, pero nada del otro mundo— cada vez la sorprendía más.

Las imágenes que captaron las cámaras de seguridad se comenzaron a hacer visibles en la pantalla y lo que le pareció más curioso ha ambos, es el hecho de que cada vez más se alejaba del centro de la ciudad, conduciendo hasta el norte, hasta que la última cámara tomó una foto de la desolada carretera que daba con la zona rural.

—Es por la vía del aserradero Arbec— afirmó Clay con los ojos clavados en la pantalla —Una zona bastante alejada... ¿Qué están planeando ahora?

—Encontramos a alguien muy peculiar y solo queremos hablar con él para conocer su historia, es todo.

—Como sea, cuídense mucho. No me lo perdonaría si algo les pasara— Kara sintió un leve sonrojo en su rostro y Clay despegó una memoria que estaba pegada al monitor —Ten, aquí está toda la información de las calles y fotografías.

—Clay, de verdad que muchas gracias por todo lo que haces, y respecto a lo del otro día...— dijo Kara sin poder mirarlo a la cara.

—Ni lo menciones— interrumpió el chico —Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea— no supo qué responder ante esa afirmación, por lo que el silencio reinó por unos segundos en la habitación.

"Vamos, di algo, es el momento..." pensó Kara, hasta que el sonido de la puerta principal interrumpió su pequeño diálogo interno.

—Ya vuelvo— dijo Clay, levantándose de su silla para atender la puerta y tras ella había una mujer de largos risos negros, Kara no recordaba haberla visto antes.

No pasaron ni tres segundos y ella ya estaba sobre Clay, envolviéndose en sus brazos, hasta que la chica notó la presencia de Kara.

—Oh, mierda— exclamó —Pensé que estaríamos solos.

—Iba a decírtelo antes de que te lanzaras sobre mí— ambos rieron suavemente y una mueca de disgusto se generó en el rostro de Kara, la cual pudo ocultar al momento en que los dos se acercaron —Ana, ella es Kara. Una amiga del trabajo— "Amiga"... No podía olvidar esa palabra.

—Encantada— dijo Ana sonriendo, acercándose para poner un beso en su mejilla.

—Y Kara, ella es Ana.

—El gusto es mío— correspondió Kara con una sonrisa falsa —Pero en fin, los dejo. Tengo mucho trabajo por hacer...

—Oh, ¿Enserio?, Es una pena...— el tono en que Ana hablo no convenció mucho a Kara —Me hubiese gustado que te quedaras para la película.

—Si... Adiós tortolitos— soltó una risa forzada y se fue del apartamento sin siquiera poder mirar a Clay, a quien todo le parece normal.

A pesar de sus años de experiencia, el chico no capta fácilmente las indirectas ni los sentimientos de las personas. Apenas si presta atención a las cosas que considera importantes en su día a día y quizás la limpieza no sea una de esas prioridades...




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