El Inmortal

12

El trayecto de venida fue todo un caos y no precisamente por algún tipo de pleito entre ellas, todo lo contrario, el silencio las estaba matando y Kara no dejaba de mirar por la ventilla con un rostro neutral y apagado, con sus gafas totalmente empañadas y su maquillaje también derramado por toda su cara... Un rostro que Helena no recuerda haber visto en ella jamás. Ninguna dijo palabra alguna en todo el camino.

—Nos vemos mañana— se despidió Helena cuando llegaron al apartamento de Kara, quien ya se estaba bajando del auto, cerrando débilmente la puerta a sus espaldas.

—Adiós— fue lo único que salió de la boca de la rubia.

Helena soltó un profundo suspiro, agarró con fuerza el volante y arrancó camino a su hogar... No espero una reacción de ese tipo por parte de Kara, aunque tampoco puede culpar a Clay, ya que al fin y al cabo es libre de hacer lo que quiera, y ella mejor que nadie sabe lo ignorante y tranquilo que puede llegar a ser. No puede defender a ninguno de los dos, ambos jugaron mal sus cartas.

Cuando llego a casa, rogaba al cielo que Kara estuviese bien para el día siguiente, ya que si o si la iba a necesitar para esta nueva aventura, nunca trabajan por separado, y esperaba que esta no fuese la excepción...

La lluvia comenzó a caer, las gotas golpeaban suavemente la gran vitrina, generando un sonido sordo apenas perceptible para Helena, quien ya estaba sentaba en su mueble principal, observando la noche con las ideas revolviéndole la cabeza... No lograba entenderlo, ¿Cómo teniendo lo que siempre soñó puede sentirse de esa manera? Vacía, como si algo faltara, y ese algo puede llegar a tener más valor que todo el dinero del mundo.

—Todo estará bien— dijo Helena al aire en un intento de darse un aliento.

Se levantó del sillón para subir por las escaleras en espiral hasta que llegó a su habitación para quitarse sus prendas y ponerse cómoda para dormir, no sin antes revisar su teléfono, uno que incluso no ha salido al mercado, pero por las influencias de Zack esos privilegios son inmediatos.

"Buenas noches. <3" decía un mensaje de Zack en las notificaciones. No pudo evitar esbozar una sonrisa tonta, negando con la cabeza. Casi siempre se le olvida que tiene al que puede considerarse el mejor hombre a su lado... Respondió el mensaje con las misma palabras de su prometido y se lanzó hacia su gigante cama con un salto, hundiendo por completo su cuerpo en las sabanas, sin siquiera reparar en los pelos que se meten en su boca, y así, en menos de cinco minutos, cayó en un sueño rotundo, en uno de esos que tanto le gustan.

Al día siguiente, el sol de mediodía golpeaba sus ventanas y casi se sobresalta al ver la hora en su teléfono. Se levantó sin rechistar para organizarse e ir directo a la oficina, no sin antes mandarle un mensaje a su amiga, quien no se ha conectado desde ayer. Su preocupación afloraba, así que cambió el rumbo de su auto hacia la casa de Kara... Afortunadamente su jefe les da ciertas libertades por el impecable trabajo que realizan, poniendo así al periódico en lo más alto.

Cuando llegó a casa de su amiga, aparco rápidamente y corrió hacia el porche , sacó sus llaves y abrió la puerta al instante, pero no encontró nada más que silencio dentro del acogedor espacio, que luce más extraño que nunca.

—¿Kara?— exclamó Helena con la esperanza de encontrar señales de vida, pero no hubo respuesta.

Comenzó a inspeccionar toda la casa, la cocina está vacía igual que el baño, en el patio trasero sólo está la baja hierba meciéndose con el viento y en la sala tampoco tuvo suerte... Estaba a punto de salir de la casa esperando que ya estuviese en la oficina, hasta que escuchó los sollozos de Kara en el segundo piso, en su habitación. No lo dudo ni un segundo y corrió hasta allí, intentando mover el pomo de la puerta, pero estaba asegurada.

—¿Heli?— preguntó Kara desde su habitación.

—Kara, ¿Estas bien?— se sintió una idiota al instante por preguntar algo tan obvio, y como espero, el silencio fue la respuesta —Vamos, te preparare unos deliciosos pancakes.

—No quiero... Dile a Richard que estoy enferma.

Helena soltó un suave suspiro y deslizó su espalda por la puerta hasta quedar sentada, buscando las palabras para convencer a Kara, pero en el fondo sabe que eso será imposible, y tampoco puede posponer el caso, ya que pueden ser lo mejor o lo que quieran, pero Richard, el jefe del periódico, no tiene todo el tiempo del mundo para esperar a que quieran trabajar.

—Abre la puerta y podremos...

—Helena— sus sollozos casi no la dejan hablar —Solo quiero estar sola.

—Respetaré tu decisión, pero llámame si necesitas algo, ¿Vale?

—Como sea— respondió Kara desde su habitación.

Quizás no es la mejor idea dejarle sola, pero no tiene otra opción. Cuando se pone así nada ni nadie puede contradecirla, se hunde en su propia verdad y se rehúsa a dar explicaciones al respecto.

Helena salió de la casa con cabizbajo y los hombros caídos, aseguro de nuevo la puerta y se montó de nuevo a su auto. Nada es lo mismo cuando no está ella, es como si le faltara una pieza a su rompecabezas, la pieza principal. Y para acabar de rematar, olvido pedir prestada su cámara, por lo que tendrá que capturar las imágenes con su teléfono. Debe lucirse y sacar algo interesante.

—Vamos allá— dijo Helena para sí misma, arrancando su auto para seguir el camino que trazan las imágenes que Clay tomó de los semáforos. Por suerte si se las pidió a Kara cuando la recogió en casa del chico.

No podía evitar sentir una inmensa curiosidad por aquel hombre. La descripción de Kara parece como si estuviera mencionando un personaje de Crepúsculo o algo así. Tampoco pudo evitar soltar una pequeña risita al pensar en que aquel hombre es realmente un vampiro y que por eso vive tan alejado de la sociedad, aunque, ¿Por qué otra razón se alejaría alguien de las personas? Conocer el lado más oscuro del ser humano puede ser una buena razón...




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