El Inmortal

16

Kara y Helena se fueron de la cafetería cuando la lluvia seso y en el camino de vuelta se la pasaron hablando sobre el cambio que hizo Kara en su cabello, y por lo que Helena puede notar, también en su comportamiento... Al día siguiente Helena no tardo en preparase para ir a la oficina y como siempre, acostumbra a pasar por Kara en las mañanas, y este día no es la excepción.

—¿Quieres que ponga la última canción de One Direction? Se que te encanta— pregunto Helena mientras mantiene su mirada fija en la carretera, aunque su cabeza esta en otro lado, en la choza de aquel hombre...

—No, así esta bien— respondió Kara con tono neutral.

Helena solo la miro por el retrovisor con rostro confundido, pero al instante volvió a concentrarse en el camino y luego de unos incómodos minutos, Helena ya estaba aparcando el auto en el parqueadero del gigantesco edifico, donde ocurre la magia que le da nombre al famoso periódico Toronto Star.

Kara y Helena se subieron al ascensor, cuando llegaron al último piso y las puertas metálicas se abrieron, una sonrisa confiada y unas manos abiertas las recibieron en la oficina.

—¡Aquí están mis dos estrellas!— exclamo el jefe de Kara y Helena, el dueño del periódico Toronto Star, el señor Richard —Ya las comenzaba a extrañar— ambas saben que esas palabras son tan falsas como el cabello que tiene, pero no son tontas, por lo que saben guardar bien las apariencias y actuar de la forma correcta en el momento idóneo.

—Oh vamos, no digas tonterías— respondió Helena fingiendo pena.

—Espero que estén trabajando en el próximo titular...

—Claro que lo estamos haciendo, me ofende, señor, ¿Cuándo le hemos decepcionado?— replico Kara.

—Bueno... Tienes razón, es solo que como no vinieron en toda la semana me preocupé un poco.

En ese momento Helena recordó que el día que se suponía iban a ir a la oficina, Kara estaba fatal y ella decidió seguir el rastro del extraño hombre que dejo tantos interrogantes en su cabeza.

—Tuvimos un par de dificultades, pero todo esta marchando de maravilla— dijo Helena con seguridad, una que se transmitió de inmediato al señor Richard, quien se subió al ascensor mientras ellas dos se bajaron. No dejaron de ver su sonrisa hasta que las puertas se cerraron —Debo admitir que a veces da un poco de miedo.

—Es cierto— esas respuestas de Kara son tan cortantes que casi parece otra personas.

Cuando amas comenzaron a caminar camino a sus respectivas oficinas, Clay se cruzo en su camino meneando suavemente su mano derecha.

—Hola Ka...— la rubia ni siquiera le dedico una mirada, solo siguió caminando como si nada —¿Paso algo además de su cabello?— pregunto a Helena, aun con la mirada sobre Kara.

—Aun no estoy segura, quizás esta en sus días, ni idea.

—Me gusta su nuevo look— admitió Clay. Por un momento Helena se monto en la nube, pero se bajo de inmediato al reconocer que solo fue un simple cumplido —Por cierto, ¿Si te sirvieron las fotos de las cámaras de seguridad?

—Mierda, es cierto— Helena había olvidado por completo que tiene que comentarle la situación a Clay —Te lo cuento en el almuerzo.

Ambos se despidieron y volvieron a lo suyo, Helena no tardo en llegar a su oficina y como se lo esperaba, hay una pila de hojas y archivos apilados unos sobre otros en su escritorio... Soltó un ligero bufido y se sentó en su silla para ponerse a trabajar. Tal vez eso es lo que mas odia de su trabajo, el papeleo, y es algo que ya le ha expresado a Richard, pero el insiste en que debe hacerlo, aunque si ella quisiera, podría irse de la empresa o incluso dejar de trabajar, algo que Zack ya le propuso en un pasado, pero a pesar de todo, Helena ama lo que hace, es solo que por alguna razón ese vacío que a veces aparece en su pecho no la deja vivir como le gustaría...

Mientras tanto, por las afueras de la ciudad de Montreal, el hombre que habita esas tierras se esta preparando para otro día, pero entre esto y lo otro olvido por completo que ya no tiene herramientas para seguir trabajando su terreno... La única solución a esto es volver a la ciudad, una idea que no luce muy atractiva para el.

—Entrar y salir, eso es todo— exclamo al aire, pero otro problema llego a su cabeza: El dinero, pero ya encontró otra solución para eso... 

Se subió a su auto y lo arranco con impaciencia. Entre mas rápido llegue, mejor, pues ya ha descuidado mucho sus cultivos y son los que mas le preocupan, después de Kinthy, claro.

Luego de unos minutos por la solitaria carretera que conecta su pequeña granja con la ciudad llegó a la autopista, pero para su sorpresa, los autos no se están moviendo, incluso algunas personas salieron de ellos para estirarse y tomar algo de aire, otros solo hacen sonar sus bocinas...

Él solo se quedó inmóvil en su lugar, observando el horizonte con una mirada perdida. No parece estar escuchando el escándalo de afuera, y menos mal, pues todo indica que tendrá que quedarse allí por un buen rato.

Y por parte de Helena tampoco hay muy buenas noticias... El trabajo que dejó acumular es tanto, que luego de unas tres horas de haber empezado, no va ni por la mitad y siente que su cerebro se va a derretir de tanto leer las líneas de esas aburridas hojas.

—¿Hely?— exclamó Clay, asomando su cabeza con cuidado por la puerta —¿Cómo lo llevas?

—De maravilla— respondió ella con tono cansado, haciéndole una mueca a las hojas que están regadas por todo su escritorio.

—¿Entonces no vas a ir a almorzar?

—Creo que no, mejor me tomaré todo el día para terminar esto.

—Esta bien, recuerda la cita que tenemos esta noche— Clay le guiño al ojo a Helena para luego volver a cerrar la puerta.

Se le había olvidado que hoy es un sábado, lo que significa que irán a divertirse a alguna discoteca, pero definitivamente no a la de la última vez, de solo pensar en Kara y su incidente un escalofrío le recorre todo el cuerpo.

También recordó que le había dicho a Zack que viniera esta noche con ellos. Le gustaría pasar más tiempo con el antes de la boda, la cual cada vez está más cerca.




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