El Inmortal

18

En cuanto vio al asaltante acercarse hacia Helena, a quien aún no reconoce, no dudó ni un segundo en tirar sus herramientas al suelo y lanzarse sobre él a la velocidad de un trueno.

Cuando se encontraba sobre él, ni siquiera lo dejó respirar. Sus puños hablaban por el, ráfaga tras ráfaga sus nudillos se iban llenando de sangre, y luego de unos segundos, el rostro de aquel hombre se convirtió en un amasijo de carne irreconocible. Se levantó de inmediato y se miró sus manos, totalmente manchadas, aunque no tanto como su conciencia. Intentó sentir algún tipo de remordimiento, algún sentimiento de repulsión por si mismo, pero no sintió nada, y eso fue lo que más le preocupó.

Helena estaba en estado de shock, estuvo a punto de salir corriendo, pero la escena que estaban presenciando sus ojos revivió los recuerdos de su hermano, los mismos recuerdos que creía extintos.

—¿Estás...?— se le cortó la voz cuando vio el rostro de Helena y su melena castaña, la reconoció al instante, pero la expresión de horror que se reflejaba en su rostro no auguraba nada bueno —¿Estás bien?— preguntó al fin poniendo sus manos en los hombros de Helena.

De repente, las piernas de Helena fallaron, pero antes de que pudiera tocar el suelo, el encapuchado la tomó en sus brazos con delicadeza.

Pensó en dejarla allí mismo, al lado del masacrado hombre que a punto estuvo de hacerle daño, pero algo se lo impidió y no pudo evitar subirla al asiento del copiloto. Afortunadamente, no había personas alrededor, todas se habían perdido en las discotecas, excepto por un joven que estaba fumando un cigarro en la calle paralela y en cuanto vio que alguien estaba subiendo a una mujer inconsciente a un auto, sacó su teléfono para grabarlo todo, si, lo que suelen hacer las personas en este tipo de situaciones.

Se dió a la fuga sin percatarse de la presencia de ese hombre y dejando toda una escena de crimen, de esas que salen en las películas. 

—Salir de un problema para entrar a otro— dijo el hombre de los ojos escarlatas mientras aceleraba al máximo su coche —Genial.

—¡Oye, Kara— gritó Clay —¿Has visto a Helena?— la rubia pareció no escucharlo, pues aún seguía bailando junto a un hombre en medio de la pista, lo que, por alguna razón, incomodó un poco a Clay —¡Kara!— gritó mas fuerte hasta que por fin ella se digno a voltear hacia el —No veo a Helena por ninguna parte.

—Tal vez este afuera refrescándose un poco, ya...

Un grito desgarrador recorrió toda la discoteca a pesar de que estaba totalmente inmersa en la música, la cual detuvieron de inmediato para ver que pasaba.

Todos los presentes comenzaron a mirarse entre ellos, confundidos, hasta que alguien salió a la acera y comprobó lo que en efecto era una escena difícil de ver. Mas personas salieron para presenciar el ojo del huracán.

En ese instante Kara y Clay pensaron en lo peor, pero el alivio llegó cuando ambos salieron de la discoteca junto a las otras personas para observar el rostro masacrado de un hombre con una navaja tirada a su lado.

La policía no tardó en llegar al lugar y cercaron toda la escena del crimen tan rápido como pudieron, pero ya era tarde, docenas de personas ya habían apuntado sus celulares para tener evidencia de lo sucedido. Los mas sensibles llegaron a vomitar y de seguro a mas de uno se le pasó la borrachera. 

—Sigo sin ver a Helena— dijo Clay más preocupado que antes.

—Esto no me está gustando— respondió Kara, visiblemente asustada.

Algo comenzó a sonar dentro del auto, lo que interrumpió el silencio en el que estaba sumido el interior del coche, no entendía de donde provenía el sonido. De igual forma ya estaba aparcando el auto a las afueras de su hogar, así que no reparó en ello. 

Bajó del auto y cerro con cuidado la vieja puerta que parece a punto de romperse. Cuando abrió la puerta de Helena, se la encontró con la cabellera desordenada y aun inconsciente, pero eso no fue impedimento para volver a tomarla en sus brazos y llevarla hasta el interior de su pequeña posada.

—¿Cómo que no saben donde esta Helena?— preguntó Zack por medio de su teléfono, intentando lucir lo mas calmado posible, como solía comportarse en sus múltiples reuniones, pero esta vez Kara pudo notar el terror en su voz.

—No queremos precipitarnos, pero hay un chico que dice que vio a un hombre subir el cuerpo de una mujer a un auto... Muy antiguo, también grabó un video como evidencia— ella sabia de quien se trataba, Kara no creía en las coincidencias.

Al otro lado de la linea, la respiración de Zack lucia agitada. 

—Quiero ese video en mi celular ahora— dijo el prometido de helena para luego cortar la llamada con Kara.

Si no fuera porque era una situación de extrema relevancia, Kara no se hubiera molestado en acatar sus ordenes, pero al tratarse de Helena, no dudo en acercarse al chico que dijo presenciar todo para pedirle amablemente que le pasara el supuesto video que tiene en su teléfono.

—Cien dólares— ordenó aquel chico luego de escuchar las palabras de Kara, quien puso rostro de escepticismo.

—Estas bromeando, ¿No?— para ese entonces, Clay ya estaba detrás de Kara con los brazos cruzados, escoltándola.

—Cien dólares— repitió el chico.

Y antes de que Clay intentara mediar la situación para convencer al chico, Kara estrelló su palma derecha en todo su rostro, dejando al joven totalmente pasmado e inmóvil. Aprovechó para arrebatar el teléfono de su mano y echarle una ojeada rápida.

—Bastante efectivo...— exclamó Clay con aprobación.

—Oye, no puedes...

—Cállate— le corto Kara con una mirada fulminante —Clay, mira— el se acercó y clavó su mirada en el teléfono móvil —Esa es la cabellera de Hely, no cabe duda, y ese auto, es el que rastreamos la última vez— su miedo comenzó a crecer descontroladamente —Clay, lo que te conto Helena en el coche, es real.




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