A veces necesitamos sentirnos realmente dañados para darnos cuenta de que estamos quebrados. Todos en algún momento nos rompemos, todos tenemos sucesos que nos dejaron marcados. Todo aquello que ha sido dañado, alguna circunstancia dolorosa que nos ha dejado huella tiene una historia digna de ser narrada.
El mundo se encarga de agrietarnos, de llenarnos de fracturas que en lugar de ocultarlas o disimularlas hay que reparar las piezas rotas de tal manera que no se notarán las grietas.