Grieta de la vida
tan rota y queda una espina
que corta por herida tan torcida.
Vieja herida
que desarma lo que espina,
veneno sin rosa,
cicatrices de repara memoria,
libera en salida todo lo que olvida.
Cada persona cuya alma está escondida en la jaula dónde la espina es el trauma arrastra una cadena con un problema que le pesa y no suelta porque la espina que la acompaña siempre tendrá su alma acorralada. La herida sigue abierta y sangraba con cada espina que se sacaba, su sangre aún latía, su calor aún calentaba y yo todavía ardía porque cada palabra es una herida que no sangra.
- ¿Por qué no huyes al ver mis espinas? -Quería alejarlo, lo menos que quería era lastimarlo.
-Porque también las personas me lanzaron heridas y sé muy bien cómo se sienten esas espinas.
La rosa nunca confía en la espina porque cada que se acerca termina lastimada con cada espina que desgarra el alma y perfora cada capa que la mantenía protegida, por más que quiera sacarla queda encajada y deja una marca que entre más delgada más la daña, por eso la rosa se oculta en la jaula para no salir lastimada porque no hubo barrera ni cerradura que impidiera que la tinta controlara la herida y dejara una lágrima en cada letra.