El instante de tinta y sangre

Pozo sin fondo

Un tormento fue el que pase

y sólo sé cuánto llore

el camino de abismo que aguante.

Te rompes si no vives las cicatrices,

te consumes si no sientes los dolores.

En un infierno que quemó tan segado por el propio sufrimiento, todo humano tan hueco ha gritado en el silencio de un encuentro de abismo dónde sólo queda lo dañino, dónde con cada paso me hundo en un confuso y gris mundo, dónde el dolor es un peso que cargo y siempre regresa en cada momento que me marcó. Nunca se esfumó lo rasgado del pasado y no podía curarlo todo, tanto resistió que se derrumbó porque el sufrimiento se estaba quedando con todo lo que ha sido roto en las grietas que recorren su cuerpo.

-A veces pienso que me gusta hacerme daño porque sólo así me siento vivo. – Y fue ahí cuando por fin te quebraste entre mis brazos lloraste y todo desde el comienzo me contaste.

Cuando lloro me escondo porque tengo miedo que con el tiempo cada rastro que dejo sea un cabo suelto. Sólo necesito un abrazo como recordatorio de que todo cambio y que el tacto de un humano no es un daño sino un apoyo en cada momento que siento que me ahogo.

Mi alma temblaba como si estuviera condenada porque se sentía como una apuñalada que nada la curaba y por mucho que duela si un día se rompe se quemara todo lo que la unía.




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