Cuando algo dentro del humano se rompió cada pedazo dejó un rastro acercándolo al psicólogo. Al principio el humano sintió miedo a ser juzgado, rechazado, criticado, pero con cada paso se abrió por completo notando tanto un cambio interno como externo.
En el espacio seguro el humano mejoró porque encontró cada defecto que lo hace imperfecto y con el hilo dorado del tiempo el humano que sufrió y pedazo por pedazo se rompió terminó resaltando con oro cada orificio mostrando el hueco que lo atormentó y que por mucho tiempo escondió por el miedo a ser herido de nuevo.
Ahora muestra la marca de la herida con valentía, la cual le recuerda que la guerra puede ser vencida porque no se evita el problema sólo se espera a qué la persona esté preparada para la batalla.