El instante de tinta y sangre

Pétalos y capullos

Un día la niña encontró el ala rota de la mariposa monarca, siguió el rastro y encontró a una humana que jugaba con ella, se divertía mientras la mariposa sufría, hasta que ella muriera la humana estaría satisfecha.

La niña lloraba porque cada persona maltrataba la naturaleza y a cada animal que pasaba, cada persona arrancaba una rosa para dársela a su amada, cuando la belleza se volvía efímera cada persona la desechaba como si fuera nada.

La tierra estaba llena de maldad, de tanta crueldad, ninguna persona era empática, cada una se burlaba de cómo cada ser vivo sufría, ya nada les importaba.

La niña llena de ternura y delicadeza cada que veía un perrito en la calle lo acariciaba, ninguno la mordía porque estaba lleno de nobleza, movían su colita y la seguían. Ella nunca tuvo miedo, siempre se acercaba segura a cada animal que encontraba. Les daba de su comida, les enseñaba a hacer trucos.

-Cada animal huele tu intención por eso después muerde-. La niña siempre los trato bien y era como si los perritos sonrieran. Algunos temían que ella los lastimara porque sólo conocían el dolor, los golpes, los gritos, los maltratos, no estaban acostumbrados a recibir amor.

Ella admiraba la naturaleza, tocaba cada hoja del árbol, cada pétalo de la rosa, hablaba con cada planta que encontraba, pero nunca las arrancaba porque así cada día podía ir a verlas.




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