Desde las flores hasta las raíces y sin hacerle daño al tallo hay que regar las heridas con lágrimas para que cada semilla se mantenga junta y nada rompa lo que crece dentro de la coraza.
Porque incluso cuando los cactus mueren sus espinas sangran y ellos esperan el instante justo en el que el viento los libere sin arrancarlos de raíz porque lo que nace para defenderse eligió endurecerse para no romperse.
Porque incluso lo frágil también guarda filo y hasta que la espina pincha, la caricia se queda tatuada donde cada herida llevará la letra de la marca que se quedó adherida a la persona.