El instante de tinta y sangre

Hilos de sueños

Un chico dejó tejido un hilo bajo su piel, ella lo conquistó y lo enamoró, pero mientras él la ayudaba a estar bien le hacía promesas que nunca cumpliría.

Poco a poco la chica notó que ya no había ese brillo bajo sus ojos, ella ya sabía que esta historia terminaría, pero quería ser ciega y no lo aceptaba porque era injusto, ella lo intentaba, lo daba todo y él tiraba todo por la borda como si no valiera nada.

Cada día que se sentaban en la banca del parque él siempre le recordaba que terminarían y eso le dolía. Ella siempre se preguntaba ¿puede él volver a amarme? Pero la realidad era que él había decidido ya no hacerlo.

Todo el tiempo que pasaron juntos él siempre le hablaba de los recuerdos que dejaba incrustados en la piel de las personas, ella quería experimentar ese dolor y poder narrarlo porque ya que al final rompió su corazón había que equilibrar el dolor.

Con la máquina él quemaría cada fibra de su piel, dañaría una capa que la mantenía protegida para al final dejar marca en la memoria de esta historia que comenzó con dos personas rotas que pensaron que sus fisuras encajarían pero que al final las propias heridas los separarían.

Ese día ella le rogaría por amor, lloraría como si no hubiera un mañana porque ella no quería irse, pero ya había comenzado a dejar de priorizarse, aunque fuera egoísta desde ahora pensaría sólo en ella y saldría de la cueva dónde estaba prisionera porque sin darse cuenta esa zona se volvió segura. -Si terminamos jamás volveremos a estar juntos.

Pero poco tiempo después el chico volvió a buscarla para contarle que se había tatuado su lienzo humano en el estómago convirtiendo el tacto de un humano en algo dañino donde la caricia dejo de ser ternura y se convirtió en una lujuria sin alma.




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