El Internado

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Capítulo. 3

—¿Qué es este lugar? —Pregunté mientras me encaminaba junto a él en la oscuridad del bosque.

Mis clases habían terminado, por eso tomé por decisión volver a mi alcoba. Sin sorpresa alguna Asher estaba en mi habitación leyendo, o más bien, corriendo el riesgo de ser descubierto por cualquier monitor del pasillo. Me sorprende que no lo hayan descubierto, lo único que hacen en la noche es revisar los cuartos e irse de ahí.

Asher, al verme solo me dijo que viniera con él ya que deseaba mostrarme un buen lugar. Ni siquiera tuve tiempo de aceptar o no, me había llevado con él, tomando mi muñeca y guiándome por los túneles.

Ahora, henos aquí, en un bosque oscuro donde el único con conocimiento al por donde íbamos es Asher, un chico que apenas comienzo a conocer.

Pude apreciar los altos pinos a nuestro alrededor, el gris del cielo estaba presente, dándonos una señal de que la lluvia estaba cerca. Contaba con la suerte de cargar con un abrigo y una sombrilla, el viento soplaba cada vez más fuerte, y las gotas de agua ya estaban aproximándose en salir. Asher me había convencido de venir, no sabía porqué me quería aquí pero no perdería nada sabiendo de que se trata. Tenía curiosidad por saber que quería mostrarme. 

—Estamos cerca. —anunció evadiendo mis dudas.

Fruncí el ceño.

—¿De qué? —observé nuestro alrededor y no entendía a que me quería llevar.

—Ya lo verás.

Detuvo su andar, apartó las ramas que estorbaban el camino.

—Guau.

Era sorprendentemente grande, prácticamente de la misma estructura que el internado, aunque contando con las mismas tonalidades y puede que un poco de mas de abandono.

—No entiendo, ¿Qué hacemos aquí? —pregunte a Asher.

Llevó sus largos y muy huesudos dedos a mi rostro.

—¿Tú qué crees? —una sonrisa oscura brilló en su mirada.

Retrocedí un paso.

—¿Qué te crees tú? ¡No soy esa clase de chica! —Comenté con seriedad.

Río por lo bajo.

—Acaso, ¿Creíste que mis intenciones eran otras? No te creas tan importante, Ken. —Argumentó con un tono sarcástico.

Empuñe mis manos.

—Sólo vayamos a donde dijiste. —dije entre dientes y con la quijada apretada.

—Andando.

Caminé algo dudosa detrás de él. 

Es extremadamente alto, su espalda es ancha y su físico delgado. El color de sus ojos era azul agua pero unido aún contorno verde. Parte de su cabello cubría su rostro, el color era negro, y hacía realzar más su piel blanca. Sus facciones eran atractivas y comunes, como cualquier alemán, muy enmarcadas a su físico.

Llegamos a la puerta del inmenso lugar, de su bolsillo sacó una llave, la pasó por el cerrojo y se abrió. Se hizo aún lado para que pasara, caminé al lugar y estaba en completa oscuridad. Escuché detrás de mi la puerta cerrase, voltee a su dirección. Asher, caminó a una parte de las paredes y encendió la luz. Todo a nuestro al rededor estaba decorado con flores marchitas. El lugar estaba decorado con tonos oscuros y fríos, habían grandes cuadros con personas ahí, mujeres y niñas con vestidos, hombres y niños con esmoquin. 

—Guau.

Estaba asombrada del hermoso cuadro, era una chica muy hermosa. Su cabello estaba sujeto a una coleta, sus ojos eran azules claros, su tez clara y facciones hermosas. El Sr. a su lado tenía el cabello oscuro acompañado de canas blancas que comenzaban ser más presentes. Su rostro mostraba una que otra arruga que se hacían visibles a simple vista. Lucían ropa fina, pero de hace un siglo que no se usa.

—¿Quiénes son? —pregunte con la vista fija en el retrato.

Se encogió de hombros.

—No tengo idea, esta es la antigua casa del dueño del Internado. Él esta de viaje en este momento, así que suelo venir aquí aprovechando su ausencia.

Seguí sus pasos.

—Entiendo, ¿Cuándo crees que regrese? —pasé mi dedo índice por una de las mesas de madera, había polvo en cantidad.

Es como si no se hubieran encargado de este lugar por años. 

—Puede que no regrese. —su tono de voz se tornó algo serio y sombrío.

—¿Viaje largo? —Pregunté mirándolo desde el extremo de los cuadros.

—No es eso.—dijo mientras apartaba una sábana y daba a la vista a un cuadro.

Lo observé con atención.

—¿Entonces?

—Tiene setenta y ocho años, además de un problema en el corazón. Se encuentra en este momento ingresado en un hospital—estaba por preguntar el porqué pero él se adelantó—Perdió a su nieta, la cuál era su único familiar cercano. Eso provocó que llegara a dañarlo por completo, los años pasaron pero esa perdida seguía presente en él—dijo observado el mismo cuadro que yo hace unos minutos—según me informaron ella era la esperanza de continuar con vida, luego de la muerte de su nieta él se aisló del mundo. Antes el internado era solo una escuela, pero el decidió cambiar eso y volverlo un lugar de encierro dónde la disciplina siempre era lo esencial.

Acaba de decir que no tenía idea ahora responde esto. 

¿Qué será lo que claramente esta sucediendo?

Sé que miente, lo hizo en ese momento y me molesta que no diga las cosas con claridad.

—¿Cómo sabes eso? —me era difícil creer como podría conocer hasta de lo más íntimo.

Esta claro que sabe más de lo que dice, pero, ¿Cómo será posible? Él, esta relacionado con la vida del Internado, de eso no hay duda. Puede ser que haya más que esas vacías palabras, no me confío de él, sabe más de lo que debería pero calla.

—Digamos que me gusta estar informado. —se encogió de hombros.

No es lo que necesito saber realmente, de hecho no responde a nada de mis dudas. Es integrante y desesperante su modo de evadir todo.

—Sobrepasas lo que se requiere de información. —Ataque en un tono un poco tajante.

—Me gusta tener conocimiento en ciertas dudas.

Alcé una ceja.

—¿Ah, sí? Entonces dime, ¿Cómo se llaman? —Los señalé a ambos del retrato.




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