De fondo sonaban muy fuerte músicas que daban un ambiente de fiesta, pero de esas que son para poner una fogata, sacar una guitarra y comenzar a cantar.
La verdad es que no soy nada habilidoso es esas áreas, esos son dones de Juanjo y Gustavo. Yo soy de los que aplaude y admira, nada más.
El gigante patio estaba adornado de luces amarillas, esas redondas que ves y enciende una emoción inmensa en el alma, como si estuviéramos en medio de las estrellas.
Juro que el cuadro daba para ir a buscar mi libreta y ponerme a escribir, todo era inspirador, todo era digno de comenzar a escribir una historia llena de misterio y magia, y pensar que ahora mismo mi realidad supera la ficción.
Con la vista busco a mis amigos y doy con que están en una especie de sombrilla de paja sentados tomando algo de unos vasos graciosos, levanto una ceja y me pregunto si es que nos permiten tomar alcohol, pero al ver que mis amigos están muy cuerdos, saco la conclusión de que no, porque si Gustavo tuviera una gota de alcohol en su sangre no estaría sentado allí. Ya lo vi, y nadie le salvaría de la humillación en estado etílico.
Llego hasta ellos y me siento, sin decir nada, ambos estaban hablando aún de la clase de hoy y de todas las reglas que nos pusieron.
—Si somos una orden secreta de dos siglos de antigüedad —Dice Gustavo y me recuerda a su padre cuando habla aceleradamente— ¿Entonces existen los iluminatis?
—¡Carajo!—Juanjo le da un sorbo a su bebida cuando un joven se acerca a la mesa y me ofrece lo mismo que ellos beben, agua tónica y gaseosa, tomo dos botellas de agua tónica, y le doy las gracias con un gesto.
—¡Luriel! Tu padre es dueño de la empresa de comunicación más grande de América—Gustavo se rasca la mejilla que está coloradisma, creo que su bebida está muy azucarada— Nunca dijo nada, no se le escapó algo?
—Nop—contesto finalmente mientras mis ojos dan con Yara qué está con Florencia y unas chicas más, ¡Wow! Esa chica brilla, en serio.
Ella también me mira y se le escapa una sonrisa, levanta la mano para saludarme, yo hago lo mismo.
—¡Dios! —Juajo me da un golpe en la cabeza—¡No inicies una guerra Luriel! Y no te quemes, si quieres algo con esa chicas, tendrás que pasar primero sobre el idiota de Gerardo—lo apunta, y él también tiene los ojos sobre Yara—Segundo, tienes que esperar 3 años, te sugiero, te ruego, te imploro que mantengas la cordura... yo no voy a aguantar 3 años sólo con Gustavo, mira lo inútil que es, un poco de azúcar y ya está en las nubes.
Gustavo le sigue dando unos sorbos a su bebida, hasta que se da cuenta que Juanjo hablaba de él.
—¡Oye! ¡Quiero perro! Yo estoy así por los nervios, no por el azúcar! ¡Anda, dile Luri!
—Es por el azucar—decime Juanjo y yo al unísono mientras le doy un sorbo a mi botella de agua tónica.
—Pero volviendo a su tema de conversación, no, no noté nunca nada de parte de mi padre, y ustedes? Juanjo, tu padre lleva una gran cadena de farmacéutica, tu madre es dueña de una corporación de nanotecnologia, y los tuyos Gustavo construyeron una empresa dedicada a la extracción de minerales a nivel mundial... ahora que lo digo en voz alta, si suena sospechoso.
—Tu madre es dueña de la importadora de telas más grande de latinoamerica —Señala Gustavo—. En verdad ¿Cómo es que no nos parecía raro?
—Porque...—Juanjo le vuelve a dar un sorbo a su bebida—Simplemente creiamos que estábamos en el mejor colegio por ello, y no que ellos tenían lo que tenían por haber estado en el mejor colegio.
—¿No les da miedo?—pregunto mientras siento como si a mi lado alguien acabara de pasar muy, muy cerca mio.
Giro y me doy cuenta de que no hay nada realmente. La música se hizo más festiva, y escuchaba de fondo unos vítores, mientras algunas chicas y chicos de 4to comenzaban a bailar en su lugar. Esto no parece una noche de evento de colegio, parece más bien una reunión social.
—No, creo que miedo no es la palabra —Gustavo ahora está colgado mirando a mi prima. —Luriel, en verdad no me vas a presentar a Josefina?
—¡Claro que si amigo! ¡Cuando la Luna se pinte de verde!
Juanjo y yo reimos de Gustavo quién simplemente suelta un suspiro de cansancio.
—Pero, deja de mirar a mi prima y dime, si no es miedo ¿Qué sientes?
—Intriga, simplemente eso, curiosidad.
—Concuerdo —Juanjo arruga su nariz y mira a lo lejos, y creo que yo también siento eso mismo.
A nuestra mesa se vuelve a acercar el joven que vino anteriormente y nos deja en la mesa una bandeja llena de comida, agradezco amablemente y él me devuelve un "de nada" con una sonrisa.
Sus dientes se veian muy brillantes y afilados, entonces volvi a sentir ese escalofrío de hace un rato.
Sacudo la cabeza, no prento atención y me uno a mis compañeros que comenzaron a cenar.
La música de nuevo parece haber subido de volumen, y la gente se veía más eufórica, bailado, saltando, gritando riendo, y sinceramente, en el cuerpo se sentía las ganas de hacer lo mismo.
—¿No les parece raro?—pregunto a mis compañeros que estaban dando golpesitos rítmicos a la mesa de madera.
—¿El que paranoico?—Juanjo pone los ojos en blanco cuando se lleva algo de comida.
—Que se muy festivo, que no estén los profesores, más que los celadores y la jefa de disciplinas, que para ser honestos, no se parece en nada a Silvina, ¿la recuerdan?
—¡Ay! Cómo olvidar al ogro de Silvina! El aula era puro silencio cuando ella pasaba a revisión.—Gustavo hace un gesto de desagrado.
—Aquí parecen más libres...
—Yo creo que es como una prueba—Juanjo se apoya con sus manos en la rodilla y frunce el labio —.Sí, quieren saber qué somos capaces de hacer... mira nada más a Gerardo babeando por Yara, se me hace que él va a caer en lo de "Evitar contacto físico con fines románticos "
—¿Romanticos? Hormonales seria la palabra—Gustavo mira hacia el grupo de chicos que también están mirando a las chicas que ahora están bailando con un grupo de chicas de 4to año. Y vaya que todas se ven muy bien.