La música sonaba a tope en mis oidos, no estaba escuchando nada epico, que me llene el alma, o que me inspire a escribir, simplemente me puse a escuchar algo divertido, suelto, relajado.
La huella de Kchiporros hace coro en mi cabeza, en lo que veía a mis compañeros caminar, saltar, correr, disfrutar del día libre.
Ellos parecen estar relajados, despreocupados, y eso me desespera. Honestamente.
Debería buscar a mis amigos, pero, no, necesito estar solo.
Intento comprender cómo es que funciona esta sociedad y ¿Cómo si tenemos tanto poder no hacemos algo para ofrecer un mejor mundo a las nuevas generaciones?
Mientras camino, en mi interior se forma como una especie de protesta, no es que no me guste la vida que tengo, y tampoco voy a decir que no me fascina esto, al contrario, me emociona conocer más de mis poderes, de lo que puedo hacer, aunque me desagrada lo de alimentar al 7mo hijo.
Levanto la mirada y me doy con la imagen de Yara, quien está hablando con Gerardo. ¡Oh mierda! El chico hizo contacto visual conmigo, y sin dudar se levanta de su lugar y viene a toda velocidad hacia mi.
Estoy seguro que aquí va a haber un pequeño show para deleite de los más de 400 que están en el patio.
Busco a los celadores y calculo que tardarían unos 40 segundos en detener nuestra pelea, tiempo suficiente para ser humillado, o humillar a Gerardo.
—¡Oye! Adefesio...—grita sus puños están cerrados y por como aprieta la mandíbula, supongo que tiene mucha potencia acumulada en los músculos.
Di un paso al frente mientras guardaba mi móvil y me quitaba los auriculares.
—¡Luriel!—La voz de Orkias detuvo la carrera de Gerardo, y me descolocó.
Miré para el balcón en el que se encontraba el profesor, de hecho, todos en el patio lo hicimos.
—La rectora solicita tu presencia en despacho, ahora.
Los murmullos se esparcieron en el gran patio, es evidente, hoy es un día libre, no deberían llamar a nadie a despacho.
Me dispongo a ir, cuando Gerardo se para delante mío.
—¿Qué se supone que estas haciendo con mi Yara?
—Mira Gerardo... me encantaría quedarme a discutir contigo, algo que se llama libertad de decisión, la tiene todo el mundo, y sobre que Yara no es un objeto que se puede poseer. Pero... tengo una cita demasiado importante —Le doy una palmada en el pecho y continúo mi camino.
—Un día, estaremos los dos solos, ya vamos a resolver esto como hombres.
—¿Cómo hombres?— pregunto riendo mientras me alejo —. Querrás decir como primitivos, al parecer es la única forma en que tu funcionas.
Finalmente voy hasta el pasillo, y subo las escaleras corriendo ¡Carajo! A este edificio le hace falta escaleras mecánicas.
Finalmente llego hasta la puerta y antes de abrirla deseo con todo mi corazón que mi padre ya se haya ido.
Cuando estoy por apoyar mi mano en el picaporte, este se abre de hacia dentro, y veo a Cariem quien me ofrece una amable sonrisa.
Paso incómodo, porque estar de nuevo aquí, tan rápido en un día es un poco molesto.
—¿Rectora?—pregunto a la mujer que está escribiendo algo en un libro gigante sobre que está en su escritorio.
—Luriel...—dice sin mirarme— Cariem, Orkias, por favor, déjenme sola con el chiquillo, luego volveremos a hablar sobre el entrenamiento de los marcados.
—Sí, Elsa—Dicen ambos y se retiran.
La rectora hace un gesto para que tome asiento en en sofá, la obedezco.
Ella arranca una hoja, toma un bolígrafo y viene hasta mi, dónde finalmente arroja las cosas en la mesita de vidrio.
—Bien Luriel... necesito que firmes eso...
Levanto la hoja y al leer me percato que se trata de un pedido para salir el fin de semana.
—Disculpe... yo no lo soli...
—Fue tu padre—me interrumpe—. Tu chofer te esperará el viernes a las 20:00 en la entrada de la estancia. Así que te recomiendo que tengas listas tus cosas, porque al termino de tu clase ya debes subir al carrito, sabes que son como 15 minutos hasta la entrada.
—¿El carrito no pasa recién a las 19:45? Las clases acaban a las 19:00
Elsa ríe, y juro que no entiendo a esta señora, a veces parece tan profesional, otras tan oscura, y ahora, sólo parece una persona que se burla de los perdidos como yo.
—Luriel...—Dice sentándose frente mío y acomodando su traje —. Me recuerdas mucho a tu padre, de adolescente... ambos son un tanto ingenuos, enamoradizos, inteligentes, apresurados, no se sientan a ver el panorama entero...Toman decisiones estúpidas... e intentan resarcirlas con actos breves.
La miro ofendido, porque no sé de donde salió este discurso, yo sólo quería entender sus indicaciones.
—Lo que te quiero decir Luriel— ella se cruza las piernas — Es que prestes atención a todos los detalles, al término de nuestra reunión por la mañana, debiste recibir un nuevo horario en el correo, tus clases van hasta las 9:00 de la noche, pero como tienes permiso, sólo tomaras la primera del viernes, y al cabo te vas, y no, no tienes permiso de salir antes o faltar.
>>A partir de hoy, La colmena necesita que seas atento, detallista, pulcro y que analices tus decisiones... no seas como tu padre, que cree que puede andar por la vida con un borrador de errores en la mano.
Parpadeo varias veces, y aunque no deberia decir ni hacer nada estúpido, no puedo aguantar la pregunta.
—Parece que usted odia a mi padre... nunca he conocido a alguien que... no guste de él.
Elsa suelta el Humo de su cigarro recién encendido, y me fijo de lo hermosa que es, su actitud autoritaria e inaccesible hace que la admire, y que desee tener esa seguridad e inteligencia.
—¿Te agrada? —pregunta ladeando la cabeza mientras su rostro seguía invadido por una sonrisa.
—Me causa más... intriga, y respeto, conocer a alguien que no se agache ante mi padre, la verdad que ninguno de ustedes lo haga.
—No mal interpretes... entre nosotros nos respetamos, pero él no tiene poder, ni voto aquí.