El internado, La colmena

Capítulo 25. La ninfa


 


En la habitación estaba Atria, Orkias, Elsa y de nuevo mi padre.

No pregunté qué hacia mi padre aquí, ahora mismo, lo único que me interesa es Iracema.

Ella se quejaba de dolor, pero sus ojos estaban cerrados.

—No es ningún tipo de artilugio negro, no es manipulación  de corpus, ni nada que tenga que ver con lo maligno— asegura Atria mientras acomodaba sus hebras de cabellos marrones tras la oreja.

—¿Qué crees qué sea entonces?—Pregunta Elsa y al fin la veo sin un cigarrillo, lo único raro en ella es que su labial rojo estaba un poco corrido, y eso si es raro.

—¿Quizás en entrenamiento de ayer?—acusa mi padre a Orkias mientras se cruza de brazos.

—¡Claro Mortel! Seguro sólo ella enfermó —Orkias realmente odia a mi padre y se siente en sus palabras.

La verdad no creo que haya sido el entrenamiento, o ya se hubiera  sentido mal por la noche, y no fue así, es más, comió con normalidad, luego salió con Yara y Josefina a dar un paseo... no, definitivamente no fue entrenamiento.

—Pues algo le está haciendo mal...—Acusa de nuevo mi padre quien está evitando mirarme.

—Eso es evidente Gianti —Orkias pone los ojos en blanco y se dedica a examinar a la chica con la mirada, mientras Atria pasa su mano sobre ella, y se detiene justo en la oreja izquierda.

Observo con detenimiento mientras los adultos siguen hablando, la verdad no me interesaba oír como se tiraban la culpa uno a otro.

Caminé hasta Atria, y vi lo que ella, la constelación de escorpio comenzaba a dibujarse allí. Atria me mira sorprendida, para luego tomarme del rostro mi mirar mi cuello, pero al parecer no encuentra lo que busca.

—¿Qué sucede?—Intervine papá  preocupado.

—La constelación de escorpio se está haciendo visible en ella. —Atria habla con un tono de preocupación, dejó de mirarme a mi, ahora vuelve a ver a Ira, y encuentra el mismo tatuaje que papá tiene, en el mismo lugar que él nos había mostrado tenia el suyo.

Atria suelta un suspiro y va a sentarse con rapidez a su mesa y comienza a realizar anotaciones, nadie decía nada, porque sólo esperábamos a que ella nos aclare la situación.

Luego de realizar la anotación levanta la vista y nos observa con algo de emoción.

Toma su vaso de esos que tienen el popote de metal y da un sorbo largo de este, para finalmente hacernos saber lo que acaba de descubrir.

—Creo que Orkias tiene razón y lo vamos a confirmar en breve...— su rostro se llena de felicidad y sonríe ampliamente.

—¿Cómo?—Papá acomoda su cabello para luego pasarse la mano sobre la barba.

—Sí, Iracema es la Guerrera prometida por la Luna...

Atria abrió sus ojos tanto como pudo y cuando iba a hablar, alguien dió un portaso.

Era Cariem, y en brazos traía a mi prima Jóse.

La desesperación se me hizo más clara cuando también la vi desmayada. Atria se levantó con rapidez mientras Cariem bajaba a mi prima en la cama contigua.

Los labios de la mujer se abrieron cuando tomó el ante brazo de mi prima, y lo observó con atención, lo mismo Orion, se hacia visible. Y su marca, la del tercer hijo permanecía donde debían estar.

—Atria... habla de una vez—Dice Elsa con autoridad, mientras la mujer intentaba contener la emoción —¿debo preparar algún salón para recibir al colegio entero? Si o no?

—¡Dios Elsa!—Interrumpe Orkias con enojo—cómo me molesta  cuando tu razonamiento pasa a segundo plano, la mujer más inteligente de la colmena nublada...

Orkias niega, y lo otro que me logro dar cuenta, es que Cariem está evitando a mi padre y a Elsa ¿Qué mierda hay entre estas personas para ser tan infelices?

—Acabamos de encontrar a la ninfa... Elsa —Atria habla mientras va apresurada a uno de sus cajones y toma dos flores marchitas y pone cada una s la do de las chicas, ni bien apoyó las flores, estas renaciendo, sus pétalos se volvieron a hidratar, y el color de las mismas se intensificó.

De las mismas comenzaron a salir como una especie de luces pequeñas que flotaban en el aire, Atria me parese una pequeña niña en una dulcería, hace unas palmadas y unos pequeños saltitos, para ir nuevas a su escritorio y volver a realizar anotaciones.

Sinceramente, el espectáculo de luces era tal que los presentes estábamos con la boca abierta observando como esas partículas entraban y saliendo de las flores, y se hacia más brillante la marca de ambas.

En el aire se armó como una especie de red, pues las luces se movían tan rápido  que las líneas se entrecruzaban hasta que finalmente ese movimiento revoltoso se volvió en una telaraña, pero no cualquier telaraña...

—No lo puedo creer—Orkias tenia la mano en el mentón, Cariem seguía con la boca abierta y el resto sólo podíamos mirar asombrados el gran tejido de ñandutí  que se acababa de formar sobre nuestras cabeza.


 


—¡Wow!—la expresión se escapó  dd mi ser, mientras la figura blanquecina giraba en el aire. Cuál disco movido por alguna especie de viento o energía.

—¿Alguien que entienda lo que está pasando?—Pregunta mi padre, el silencio fue la respuesta. Nadie sabia que significaba lo que estábamos viendo.

En ese silencio, comenzó a nacer una especie de sonido extraño, que podría asociar a maracas, pero los golpeteos eras ritmicos.

El cuerpo de Iracema y de Josefina se comenzaron a levantar hasta quedar sentadas.

Sí, sumamente escalofriante, no hay dudas.

Ellas abrieron sus ojos, y parecía que sus ojos fueron remplazados por un par de llamad blancas.

—Yo soy La madre de los pueblos—la voz de Iracema sonaba distorsionada, eso causó que mi piel se erizara de miedo, pero mis acompañantes sólo miraban la escena con asombro.

—Y yo, soy la hija que dió su vida para salvar a este mundo—Josefin ahot habla, también con la voz diferente.

—Hoy, venimos a dejar a su pueblo, a mi protegida, y a labñ protegida de mi única hija... la guerrera que salvará a su panal de la extinción... a su ayudante que guiará a las almas por el Tapekué... y al Guerrero protegido por el espíritu del bien.—Levantó  su mano y me Apuntó — <<AngaKatupyrý>>  corre por tus venas.




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