Cuando ingresé a la habitación lo primero que vi fue a Iracema, sentada en el suelo, Yara, en su cama, y la estaba peinando, la escena me pareció tierna, de hecho.
—Luriel—Saluda Yara soltando el largo y lacio cabello de Ira. —¿Estás bien?
—Sí, sí, la verdad, gracias por preguntar Yara—Iracema no me miraba, parecía incómoda—¿Y tú cómo estás Ira?—Pregunto mientras voy hasta ma cama y me acomodo.
—Bien, bien, gracias, por preguntar y evitar que me reventara la cara contra el piso—Rie un poco—Yara me comentó que me sostuviste.
—No hay de qué, a demás, no quería que sufrieras un golpe... que no fuera en entrenamiento claro está.
Yara termina de trenzar el cabello de Ira, y sale de la cama, la verdad Yara se ve muy distinta, se ve más madura, ya no, como esa niña cute, que baja la cabeza, y he de admitir que le queda bien esa actitud.
—Bueno, ya terminó la hora del almuerzo hace 3 minutos —mira su reloj, a continuación mete su blusa dentro de su pollera en lo que habla—. Yo debo continuar con las clases, ustedes descansen. Nos vemos luego seguro, al menos para merendar los tres, antes de que vayan a entrenar, ¿Les parece?
—Claro—Dice Ira mientras se levanta del suelo y va hasta su cama. Creo que es la única cama en la habitación que está debidamente estirada y ordenada.
—Sí, claro que sí, ¿Te molesta si invito a Juanjo y a Gustavo?
—Para nada—Dice entusiasmada —Seguro que Josefina también se siente mejor y vamos los 6... hasta luego hermosos, descansen.
La chica se retira y cierra la puerta, un poco fuerte para mis oidos.
—¿Puedo apagar la Luz?—Pregunta Iracema algo tímida, algo molesta, algo nerviosa.
—Sí, sí, yo voy a cerrar la cortina dd la ventana ¿Quieres que encienda el aire acondicionado?
—Yo estoy bien, pero si tú quieres...
—No, no, no hace falta.
Se hizo un silencio incómodo entre los dos, pero de esos silencios que traían cargados dudas, una tras otra, palabras ocultas en medio de la pesada cortina que se formaba entre ella y yo.
Nos miramos por un rato, cuando al fin decidimos hacer todo lo que nos disponíamos a hacer.
La habitación es gigante, podría ser fácilmente un aula más, las camas están bien separadas pero su disposición no es muy favorable para mi, pues mi cama está al fondo contra la pared y da directo a la ventana, puertas que la de Yara e Ira estan perpendicular a la mía, así que si descanso sobre mi lado izquierdo veo a las chicas, si lo hago del lado derecho les doy mi espalda... el problema es que toda la vida he dormida del lado izquierdo... y al parecer Iracema lo hace del derecho.
¿Cómo es que antes esto no me incomodaba y ahora lo hace? Bien, es muy diferente, llegar molido o inconsciente a la cama, hacerlo a pleno juicio.
Seré un hipócrita si digo que no me afecta estar en la misma habitación en la penumbra con una chica, me pone nervioso, pero más nervioso me pone de que esa chica sea Iracema.
Honestamente, me encantaría que Yara también esté aquí, así no me sonaría tanto la incomodidad...
Intento cerrar los ojos, pero al hacer esto, el perfume de Ira entra en mi, revive el momento en que la sostuve y el sueño que tuve con ella.
No este no es el momento para hablar, definitivamente no lo es Luriel... mantén los ojos cerrados, no los abras.
—Cuando estaba inconsciente te soñé —Solté ¡Carajo Luriel!
—¿De verdad?—Pregunta ella ya con los ojos abiertos, yo también la miraba.
Su cabello caia sobre su cuerpo, y en su rostro se comenzó a pintar un leve rosa, que a pesar de estar tan lejos y el la penumbra mis ojos distinguien, pero no por verlo sino que lo siento.
—Yo también te soñé —confiesa en un susurro.
—¿Bueno o malo?
—Depende...— el hilo de voz de Ira se hace más tenue, más tímido. —¿ Y tú? ¿El sueño era bueno o malo?
—No lo recuerdo...—Mentí— Sólo me quedó la sensación de que corrías peligro.
—¡Oh! En ese caso, supongo que no fue bueno...
—No... lo sé, a pesar de ello, quedó algo en mi que me da la calida sensación de que estuvo bien... ¿Tú recuerdas que soñaste?
—No... pero igual que tú, tengo una ligera sensación, una pequeña calidez en mi interior.
Su respuesta me generó más intriga, la verdad, porque si yo estoy mintiendo sobre lo que recuerdo... ¿Ella no está haciendo lo mismo?
¿Y si sólo deseo que hayamos soñado lo mismo? ¿Y si en verdad quiero que sea así?
—Debemls descansar, supongo que Orkias también te impuso un lindo castigo...
—Sí, es el precio de ser irreverente con la autoridad —Digo riendo.
—No lo suelo ser, pero me puso de canas verdes, insistió en...—Hizo una pausa,
parece que se lo está pensando—Sus tonteras, en fin, se me salió la respuesta, y ahora tengo 4 vueltas al circuito.
—Igual... tienes razón, intentemos descansar, que ya veo lo horrible que será nuestra tarde.
Iracema volteó, y yo hice lo mismo, prefiero sacrificar ni costumbre a seguir intimidado.
Pero ese sueño se hace cada vez más fuerte, en vez de hacerse borroso.
A nuestro alrededor estaban clavados 7 bastones de takuara, tallados con ñanduties, decorados de filigrana dd Oro y Plata. Ella, estaba a punto de ser sacrificada para el 7mo, o al menos, esa era la sensación que había en el aire.
No lo pude ver, mi corazón no podía soportar ese hecho, así que, grité a los cielos, y desperté a las constelaciones, ofrecí mi vida para el 7mo, a cambio de Ira... pero antes de irme, como oveja a las fauces del lobo, tomé a Iracema, una mano en si cintura, la otra en su rostro, y la besé.
En mis labios aún está el sabor a miel, y la calidez de su piel.
Luriel, definitivamente, Iracema te está volviendo loco, en tan sólo 4 Días, creo que Orkias, tenia razón.