Las últimas semanas han sido horriblemente abrumadoras, primero, no hemos tenido tiempo de hablar, distraernos o descansar, segundo, teníamos que preparar todo la fachada de adolescentes normales para nuestros invitados.
El bloque del panal en sí, tiene la capacidad de albergar hasta 2500 personas, por lo que no nos preocupaban los colegios que ingresaran, sin embargo, se fue de las manos.
El mismo Orkias tuvo que admitir que no pensó que tantos colegios estarían interesados en que sus estudiantes participen de esta experiencia, sin embargo, se apuntaron unos 20, y tuvimos que cerrar las inscripciones antes de la fecha establecida.
Entre tanto, Cenit se ha esforzado en ser una buena representante estudiantil. Dividió loa horarios de entrenamiento y tareas para preparar la fiesta.
Lo bueno, no estamos encerrados las 9 horas en clases, lo malo, no estoy en ningún equipo con mis amigos, ni con Iracema.
Me tocó un grupo conformado por Florencia, Jaime y Gerardo... sí, el equipo.
Nos hemos pisado los talones en los últimos días, alguna que otra discusión que nada de relevante tiene, pero como estoy bajo la atenta mirada de Elsa y de Atria en clases no he podido dar mi golpe al ego de Gerardo.
Ahora, estoy con la derecha pierna sobre la mesa, reclinado en mi silla, escuchando música, mientras espero que Florencia acabe de recortar los banderines, y me los pase para pegar en el hilo.
Sí, trabajo de adolescentes normales, mientras eso ocurre, Zunú y algunas chicas del 4to año pasan con sus cámaras para quitar fotos, las que tienen que colgar en las redes sociales, para que el mundo vea, como los estudiantes de La Colmena preparamos la gran fiesta.
Me muerdo la uña del pulgar, cuando a mi lado llega Yara, quien se sienta, de inmediato pauso la música que estaba escuchando para prestar toda mi atención a la chica.
—Hola, ¿sales mañana?—Pregunta con entusiasmo, mierda, había olvidado que era el primer fin de semana que podíamos pedir permiso para salir.
—No, no Yara, olvidé coordinar con mis padres —contesto apenado.
Ella suelta un suspiro y aplaude con entusiasmo, yo no comprendo la razón, así que la examimo con una sonrisa curiosa.
—Yo tampoco saldré—Confiesa acercándose más a mi—. Sé que no podemos... hacer mucho aquí ¿Pero te parece una merienda solos tú y yo? Hacemos como un picnic.
—Eso estaría genial—Confieso y caigo en la cuenta de que Gerardo nos está observando con rabia.
Podría hacerla larga, y provocar más a Gerardo, pero lo que he notado, es que no me mira a mi, mira a Yara, con cierto desprecio. Y creo que no es lo que quiero provocar ahora.
—Bien, entonces mañana... ¿Quieres algo en especial?
—No, no, lo que prepares estará bien.
—Supongo que iré a investigar el menú de la hora Lurietarra...
Yara me acaricia la mano, y con ese acto se pone de pie, para finalmente retirarse.
Observo a la chica caminar en dirección a su grupo, y por desgracia me cruzo con la imagen de Ira hablando, riendo y bromenado con Katú e Yrupé.
Eso, precisamente esa escena, ha sido una constante desde que volvimos al colegio, el muchacho a estado tan pegado a ella que el único tiempo que de verdad la veo es cuando va al cuarto para bañarse y dormir.
A penas hablamos, y no encuentro las razones de su cambio repentino.
Quizás y se sintió incómoda luego dd su confesión, pero me parece ilógico, porque ese domingo pasamos tan bien juntos.
Supongo que debe disfrutar mucho la compañía de ese par, y no voy a negar que me molestar verla tan cerca de él.
He intentado preguntar a Jose, si tiene idea de que pasa entre ellos dos, pero no he querido ser directo, no he querido develar mi curiosidad, mi incomodidad, mucho menos ahora que las veo siendo muy amigas.
Florencia me pone a lado de los pies los banderines y con la mirada me da la orden de pegar a los banderines. Otra chica que me odia, bueno, supongo que debe ser normal odiar al ex.
—Deberias tener cuidado con esa chica—Habla Gerardo mientras pega también algunos banderines.
—¡Oh! Gracias por preocuparte por mi— respondo mientras me río de su comentario.
—Yo sólo te lo advierto Luriel, las chicas como Yaravte venden una imagen, pero resultan ser otra cosa...
—Suenas a resentimiento—Interviene Florencia levantando una ceja— Podrias ser un poco caballero, y dejar de hablar mal de tu ex.
—No es contigo—se atreve a decir a la chica que queda con la boca abierta y mirándolo con rabia.
—Deja de ser un resentido Gerardo—Me apresuro a decir—Florencia tiene razón, deberías ser un poco decente y dejar de hablar mal de una mujer, eso no te hace más hombre.
—¡Ja! Ya verás como ella manipula a la gente y me darás razón, y mejor piensa dos veces antes de salir con ella.
—Gerardo, no podemos salir hasta el 4to año, pero gracias, lo tendré en cuenta cuando llegue el momento...
Miro mi reloj, y me sobre salto.
—¡Mierda! Mi entrenamiento...
Dejo los banderines en la mesa de Florencia quien me ofrece una mirada de resignación, mientras, voy corriendo hasta Yrupé y le hago un gesto para ir junto a Zunú.
—¡Hey!—saluda Ira—¿ya van a entrenar?
—Sí, de hecho, vamos justo...—Digo en lo que Yrupé se alza el cabello en una coleta y viene junto a mi—. Nos vemos por la noche Ira.
—Hasta la noche Luri—Responde con una sonrisa amable, pero quien está con los ojos cargados de celos y enojo, es Katú quien me ofrece una mirada de desprecio.
—¡Vamos!—la voz de Yrupé me hace entrar de nuevo en razón y salimos del aula juntos.
Caminamos apresurados unos pasos, vamos muy justo, y unas de las cosas que odia Zunú es la impuntualidad, y a decir verdad no quiero ganarme ningún castigo o reprimenda de él, así que acelero mi ritmo.
—Creo que llegaremos bien—asegura Yrupé—. Perdón, tampoco me había dado cuenta, estaba tan metida en la conversación de Ira y Katú.