El internado, La colmena

Capítulo 58. Más que nunca

—¡Impecable!—La voz de la mujer que suele acompañar al sacerdote suena por lo alto mientras levanta las hojas de los exámenes.

Tal como lo había advertido Daniel, el chico que nos recibió, en la sala nos esperaban el sacerdote, la directora, que resulta es esta mujer tan sumisa y la dueña del colegio, quien es la madre del muchacho.

Carmen, la directora del Saint Carls sostiene las hojas por lo alto y me observa con algo de asombro.

—Castellano 100/100, Matemáticas 99,4/100, artes 100/100. Luriel tu puntaje es perfecto.

Asegura mientras bajo el lápiz y jugueteo con él haciéndolo rodar sobre el escritorio. La mujer mira con igual admiración el examen de Hisa.

—100/100 en las tres materias—. Ella alza la hoja hasta sus ojos y observa con asombro—. Esto es realmente impresionante, nunca antes nadie logró puntos tan altos.

La puerta del salón se abre con algo de violencia, el sacerdote tiene una cara de perro bulldog pero cambia a intriga cuando ve la escena en donde la mujer está con las hojas y mi hermana y yo sentados en los pupitres que no son nada cómodos como los de la Colmena.

—Yo venía por...

—Terminaron hace media hora, acabo de corregir los exámenes, estos chicos, son...

—Impecables—irrumpe Thalia mientras pasa con Coral y Daniel,  los tres vienen hasta nosotros dejando al sacerdote en la entrada.

—Impresionante, es la palabra—Carmen se levante y pasa las hojas a Coral, la dueña del colegio, ella mira los resultados para luego pasar a Daniel, quien también está asombrado.

—¡Wow! Padre Vicente, debe ver esto de cerca.

El hombre se acerca a grandes zancadas y toma las hojas, aprieta sus labios y nos mira con desprecio cuando levanta la cabeza.

— ¿Esto es por La Colmena o es su don?—pregunta con repulsión.

—La Colmena nos forja—fue nuestra respuesta con Hisa, es una respuesta automática que tenemos.

—¿Entonces por qué se quieren mudar si hablan con devoción de ese lugar?—pregunta Carmen levantándose del escritorio mientrad recoge las hojas de las manos del sacerdote.

—Misma pregunta—Dice Coral observándonos con intriga.

Thalia sonríe y antes de que nosotros podamos decir algo con Hisa, ella se adelanta, puedo escuchar muy en el fondo el sonido de su interceptor, pero no las palabras claras, solo una leve interferencia.

—No es que ellos se quieran mudar, de hecho, se les nota el fanatismo—La voz de Thalia sale nerviosa—. Son mis padres lo que buscan alternativas, luego de los sucesos con la periodista.

—En este colegio jamás se permitiria la entrada a extraños de esa manera—El sacerdote habla tajante —. Somos rectos, disciplinados, no nos gusta el libertinaje como en su amada Colomena.

—De eso, estamos seguros nosotros, los adultos— Thalia vuelve a hablar evitando que Hisa diga algo—. Y mis padres reconocen la calidad de el Saint Carls.

—Eso es bueno saber...—Coral habla con gentileza y felicidad, al parecer nosotros estamos siendo un buen parámetro para su colegio—. Como dice el padre Vicente, si optan por venir aquí... van a recibir lo mejor y no estarán expuestos a nada de eso que tuviste que vivir con esa periodista Luriel.

—Pero yo no creo que eso sea lo que convenza a los chicos, creo que deberían dar un tour—propone Daniel mirando solo a Thalia.

—Genial, me parece bien —Carmen habla por lo alto—. Daniel te parece llevar a los niños mientras hablo con Thalia sobre cómo trabajamos aquí.

Daniel mira a su madre, luego a Carmen, ofrece un gesto amable y sin más nos hace un ademán para que lo sigamos, obedecemos y comenzamos a salir de la habitación.

—¡Que disfruten del paseo por el Saint Carls!—expresa el sacerdote y puedo sentir el sarcasmo.

Salimos los tres de la habitación, Daniel cierra la puerta y nos señala el camino que vamos a seguir con una mano.

—Por aquí,  jóvenes —expresa con una voz tranquila.

Caminamos tras el joven que da unos pasos seguros, el pasillo se ve amplio, tienen una bella vista, desde aquí se oye a los niños jugar en el patio, y bullicio de gente caminado, recorriendo el lugar, risas y diversión, algo demasiado relajado para lo que estoy acostumbrado.

—El Saint Carls se destaca por sus grandes áreas verdes, aunque es evidente que no podemos competir con la Colmena, ustedes están en medio del bosque y tienen 300 hectáreas, pero al menos para la Ciudad el Saint Carls tiene uno de los patios y establecimientos más grandes.

—¿Y no están separados los pequeños de los grandes?—Pregunta Hisa sorprendida.

—No, aquí los grandes tienen la misión de ser ejemplos de los pequeños, así que conviven.

Daniel abre la puerta que da al patio, su forma elegante y segura de caminar hace que mi hermanita quede enganchada al chico, sin poder separar sus ojos de él.

Tal como los sonidos nos indicaban, los niños corretean, rien y juegan en el predio, mientras los más grandes caminan o simplemente están sentados en los bancos hablando o comiendo algo.

Desde donde estoy, veo a Jazmín quién con entusiasmo levanta su mano al aire y saluda con energía. Tras ella Jorge, Sara y Betania la imitan, por educación les devuelvo el saludo.

—Oh ya veo que conoces a mi hermanita—Dice Daniel volteando a verme.

—Déjame adivinar... Jazmín, ahora entiendo porque se ma hacia familiar la simetría de tu rostro.

Daniel me ofrece una media sonrisa y eso hace que Hisa suelte un suspiro, estoy a punto de reprenderla por ello, pero soll respiro profundo par evitar decir tonterías y arruinar la misión.

Me arrepiento de no saber como traer a Mirena hasta aquí, seria genial que ella recorra las instalaciones en busca de información. Pero según entendí ella no puede salir de La Colmena, o al menos, aún no se ha encontrado la forma que lo haga.

—Bueno—Daniel irrumpe—Vamos, quiero que vean las aulas.

—De verdad es un muy lindo lugar—Habla Hisa cuando retomamos el camino para ingresar al colegio.




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