El internado, La colmena

Capítulo 65. Lo necesario

Ayer fue un día sumamente agotador. Llegamos a la aldea, conocimos a los originarios, nos instalamos, nos dieron ropa, comida, y chozas dónde dormir, sí, Iracema y yo compartimos una por que somos La guerrera y el Cario, pero para mi mala suerte nos acompaña Anastasia.

Mala suerte porque hay cosas que quisiera hablar con Ira y no puedo en presencia de la joven, sin embargo, estoy seguro que no íbamos de todas maneras poder hacerlo, porque terminamos exhaustos la jornada.

Anastasia junto a los otros guardias, de quienes ahora no recuerdo el nombre nos mostraron cómo está distribuido el lugar, la colonia, la organización, los baños, los horarios de comida, y lo más importante el área de entrenamiento.

Durante toda la tarde vimos miles de espíritus es todas las formas posibles, como pájaros, insectos, plantas, rocas, gotas de agua, en fin, una variedad inimaginable. Volví a cruzarme con Yvytú, y resulta que en su forma normal pasiva ella es una flor, lo cuál me pareció interesante, pero también esclarecedor ya que ahora entiendo como fue capaz de invocar esa vara de takuara que introdujo en mi pecho.

Cuando llegó la noche nos duchamos y dormimos en unos catres que parecian incómodos pero la verdad es que no sentí nada mal el sueño.

Ahora, acabo de levantarme y estoy escribiendo con Yara, me ha contando como ha sido su día de ayer, y que ha estado preocupada por mi.

La verdad es que desde el intercolegial no hemos vuelto a hablar, hasta ahora.

—¡Buenos días niños!—Anastasia aparta la cortina de la puerta y esto hace que Ira se lleve la almohada a la cabeza y yo guarde mi celular por el exceso de luz que ingresa a la habitación— ¡Aquí está la ropa de hoy!

Nos arroja a cada uno un paquete que contenía la indumentaria. Ira se acomoda en el acto y mira el paquete extrañada.

—¿Ya debemos cambiarnos? Antes del desayuno? ¿No nos bañamos?—pregunta ella apartando el cabello de su rostro y he de admitirlo que se ve tierna.

—Los esperamos para el desayuno, y sí, ya se cambian y lo del baño señorita Asturia... no lo vas a necesitar... ya verás mucha agua hoy. ¡Apresurarse niños!— Anastasia sonríe, chasquea la lengua y sale de la choza.

—Es demasiado extraña esa chica— comenta Ira mientras se levanta—¿Quieres que yo...?

Ya me quité la remera, giré a ver a Iracema mientras intentaba ponerme la que trajo Anastasia.

—¿Qué  tú qué?

Ella sacude la cabeza mientras termino de quitarme el short y me pongo el buzo.

—Saliera para que te cambiaras, pero ya lo hiciste...

—¡Ahh! Tampoco es que me veas desnudo Ira... en fin, nos vemos en el desayuno, así dejo para que te cambies.

Ira alzó una ceja y me observó con algo de enojo. No comprendo la razón así que quedo quieto evitando dar un paso en falso, porque no quiero desatar una guerra más con esta chica ahora.

—¿Iracema?—pregunto cruzandome de brazos y perdiéndome de paso en sus marrones y profundos ojos.

Esa milesima de segundo se hizo eterna, y no por la espera de su respuesta, si no, porque estaba dispuesto a sostener la mirada, sabiendo que con esa expresión ella causaba un caos en mi interior y me volaba la cabeza.

Sé que no deberia hacer esto, pero comparo mis sentimientos, con Yara nunca tuve un momento tan pequeño pero intenso como con Iracema y quiero saber si no será una especie de hechizo, o alguna artimaña de Orkias... pero la verdad es que lo siento tan natural y lo más horrible es que soy conciente que he perdido tanto tiempo tantos años que no vi la mina de oro que tenia frente, y ahora ese oro, es para otro.

Me pregunto si esto mismo habrá sentido Orkias al ver como la chica que quería estaba con otro... derrotado, dolido, demolido y enojado.

Se siente del asco, saber que quieres a alguien que ya está sentimentalmente lejos de ti. 
 

—¿Vas a dejar esa cama así?—la burbuja se pinchó, aunque me da gracias que esa sea la preocupación de Iracema.

—Lo arreglo—digo sonriendo mientras me volteo para ir hasta la cama—¿No quieres que salga y luego...?

—¡Cállate y no voltees!—ordena.

De nuevo sonrio como tonto, aunque obedezco y arreglo mi cama, doblo la ropa tirada, por dentro tenia unas ganas terribles de girar, pero no soy un animal, yo puedo ir contra el impulso, que las ganas me maten, tener la oportunidad de ver un poco más de ella no significa que deba hacerlo, y aquí es donde tengo la oportunidad de demostrar que soy una persona civilizada y respetuosa.

—Lista...—Iracema habla y yo volteo, no solo estaba hermosamente lista, también había arreglado su cama en ese tiempo.

—¡Eres una obsesionada del orden! ¿Sabes?

—Sí... lo sé, pero me gusta serlo.

Salimos de la choza juntos, la observo casi con admiración, no solo porque la ropa le quede muy bien, si no porque en días ya no he visto sus arranques de torpeza y equilibrio, ya veo que ha entrenado un montón.

El claro del sol entre las hojas baña los suelos, las plantas y el pasto que nos rodean. La gente se ve feliz iniciando sus tareas, los originarios la mayoría están sentados frente a sus chozas tomando el desayuno, admirando el amanecer, la verdad que me llena el espíritu ver la escena de familias reunidas.

Las coloridas plumas en las ropas y las cabezas hacen que el lugar vibre de alegría y energía positiva.

—Es realmente mágico ¿no lo crees?—Ira también está tan extasiada por la belleza del lugar como yo.

—Sí, en verdad lo es. A parte trasmite mucha paz—contesto mientras me dejo llevar por el canto de los pájaros y el sonido del viento golpeando las hojas.

Algunos cuando nos ven pasar se levantan y hacen el gesto de saludo, nosotros respondemos con una sonrisa amable y agradecida.

—¿No te parece todo tan irreal?—Ira habla bajito para que solo yo la escuche—.Digo, más allá de la magia, los monstruos y esta ciudad subterránea... el hecho de ser protagonistas de algo como esto ¿no se te hace loco?




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