El internado, La colmena

Capítulo 66. Cumplir

Anastasia tenía preparada toda una rutina de tortura, y no le importó para nada nuestro sufrimiento, mientras más doloroso sea, mejor, o al menos eso gritaba mientras estaba sentada en una rama del árbol en lo que nosotros aguantabamos casi 50 kg de arena en nuestros cuerpos y la presión del agua que caia de un salto de casi 20 metros de alto.

Los brazos extendidos, el cuerpo recto y los ojos cerrados, las indicaciones eran claras, si llegábamos a intentar cambiar de postura una pequeña corriente eléctrica recorría nuestra pierna y hacia que cayeramos al suelo.

—¡Dios! ¿Cuanto tiempo más debemos aguantar?— Gustavo pregunta algo agotado.

— Unos 5 minutos más— dice divertida Anastasia.

—¡Eso vienes diciendo desde hace una hora!— vuelve a quejarse Gustavo.

—¡Qué llorón! Pero si, solo 5 minutos más Gustavitooo, luego ya irás con Zunú al bosque....

Mientras Gustavo seguía quejándose yo no podía dejar de apreciar hasta el más mínimo sonido del bosque, a pesar de que el agua en teoría debería impedir que oiga mucho, cada vibración llegaba hasta mi, desde el zumbido de las alas de una abeja, hasta el canto del pitogüé del otro lado del bosque.

—Anastasia— La voz de Zunú llega hasta mi. Él susurra, supongo para que nadie lo escuche—. Comprendo que los quieras entrenar, es evidente que lo necesitan, pero los estás esforzando, recuerda que llegaron antes de tiempo.

—Querido, no hay de otra. Es mejor que se sobre esfuercen a tenerlos de inútiles... La colmena se está extinguiendo hermano.

—Van a lesionarse y eso será peor...

—¿Contigo al mand? ¡Vamos Zunú! Es imposible que eso pase... a demás, ¿cuándo fueron blandos con nosotros? Nunca... nosotros tampoco podemos serlo con ellos...

El silencio se instala entre ellos dos. Y la verdad es que me siento intrigado, Anastasia sueña preocupada a pesar de que aparenta más relajada y que disfruta esta locura, pero ahora su voz en verdad tienen cargada la culpa y el miedo.

Todo eso, lo huelo, lo siento me traspasa.

—Esta semana perdí a 4 guardianes en la entrada de los bosques del Mbarakaju...y a eso, sumale que perdí a otros 6 hijos del primero. Los mata abejas, las viudas negras y ahora esa cazadora nos están liquidando... esto no pinta bien Zunú.

El agua pesaba más sobre mi espalda, mis brazos ya comenzaban a cansarse, pero es lo que menos me importa ahora, sólo quiero escuchar la conversación de Anastasia y Zunú.

—Si Iracema y Luriel no aprenden a usar sus poderes como debe ser, llegarán a nosotros —Anastasia suena en verdad desesperada—. No quiero tener que recibir otro cuerpo de un miembro de La colmena, te juro que no.

—Yo lo entiendo Anastasia, créeme que lo entiendo, pero sobre forzar a los estudiantes tampoco nos dará garantías de nada... El poder no es cantidad, es calidad... no es constancia es perseverancia...y lo estás haciendo al revés... cuando sabes que ellos solos no son la solución a todo, cada miembro del Panal debería poder usar sus poderes bien. Para que los 7 nos cuiden, todos debemos saber usar nuestros espíritus guías.

—Ese es otro problema... —Anastasia hace una pausa, imagino que nos observa—, al parecer quien está filtrando información es un estudiante, los aviadores tienen pistas muy superfluas, pero creemos que es alguien del primero o segundo año... lo que no sabría es que motivos podría tener un estudiante para traicionar a la colmena. 
 

—Pues me encargaré de averiguarlo, dejaré a Mainumby a cargo de eso...

El silencio se instaló, no sé si es que mi habilidad llegó a su limite o si ellos realmente guardaron silencio, lo único que sabía era que también quiero averiguar quien mierda está filtrando información sobre nosotros. Porque cuando lo descubra juro que no se lo voy a perdonar, por haber dejado mal a Orkias y haber expuesto la vida de Iracema.

—¿Y cómo va ese noviazgo Zunú?

—No empecemos Anastasia... por favor.

—Es que no entiendo que te cuesta ser honesto...

—Anastasia... basta.

—Ok, ok, solo espero que madre...

—Anastasia... he dicho que basta... y ocúpate de tus chicos, Josefina acaba de caer...

—¡Puta mierda! Soy no creo que se haya roto nada...—Susurra a Zunú, bueno, a su hermano —¡Ateeeención niños! A romper filas — grita y Gracias a Dios, mis brazos ya no daban más.

Busco con la vista a mi prima a quien veo en el suelo con la pierna  sangrando, voy hasta ella al igual que Gustavo y Juanjo, Anastasia ya la estaba asistiendo.

—¿Estás bien niña?—Anastasia quita un pote de takuara, lo destapa y dentro se ve una especie de liquido azul brillante.

—Bien, bien, solo duele un poco, los brazos duelen más que la cortadura —responde Josefina mientras ve que Anastasi comienza a meter su mano en el pote.

—¡Ja! Eso es bueno, ahora te va a doler más lo otro, upsi.

—¿Qué? ¡A la puta madre!— Josefina grita cuando Anastasia coloca el liquido azul en la herida de Jose, mis compañeros y yo volteamos y el grito de mi prima llamó la atención de todos, incluido de los tórtolos que ni bien pudieron andaban de besos de nuevo.

—Estoy segura que ahora duele más la cortadura—Anastasia se burla—, pero nena, agradezcamos a la magia milenaria de los Guaranies, porque tus bellas piernas no tendrán cicatrices. De nada—ella le guiña un ojo a mi prima y se ríe cuando todos nosotros quedamos con la boca abierta.

—¡No puede ser!—Gustavo se arrodilló y vio la pierna de Jose.

—Cada día me sorprende, y pensé que ya nada lo haría —Juanjo también se arrodilla y admira como la herida se va cerrando frente a nuestros ojos y la sangre se ve limpiarse debido a la cantidad de agua que llega desde la cascada.

Y es verdad lo que dice Juanjo, aquí todo es sorprendente, nada pasa por algo ya sabido, incluso lo obvio se hace extraordinario.

—Bien—Habla Zunú ayudando a poner de pie a Josefina quien queda embobada mirando al chico, pero este ni le da bolilla, es como si acabara de levantar algún bolígrafo que se le cayó a alguien y ya...— Iracema y Luriel quedan con Anastasia... el resto, me sigue por favor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.