El silencio nos tomó de rehenes, yo quiero enmendar mi error, pero la mirada de odio de Iracema cada que intento hablar me rompe en mil pedazos, pero me trae más loco.
—¡Quiero salir de aquí de una vez!—se queja y yo no digo nada por que no quiero otra piedra volando hacia mi cabeza—¿Si probamos lo que hicimos la vez pasada?
—No creo que Anastasia...
Iracema me observa atentamente cruzándose se brazos y mirandome con resentimiento, así que levanto ambas manos y me dispongo a obedecer a la chica.
—Bien, probemos...—Suelto mientras me coloco en mi puesto en ella en el suyo—Canaliza de nuevo todo tu poder es un hilo, haré lo mismo.
—¡Se lo que debo hacer!—Grita desde su posición.
Ambos corremos en las direcciones que debemos para intentar romper el domo, un sonido horrible comenzó a salir de el choque de eso, pero no logramos obtener nada más que el ruido horrible.
Iracema y yo terminamos uno frente a otro, ella colorada por estar tan cerca mio, y yo con el corazón acelerado por tener su perfume en mis narices. ¡Qué ganas de plantarle un beso!
—¡No funciona!— dice mientras se aleja de mi.
Estoy por agarrarla del brazo pero gira abruptamente para verme y tengo que simular que solo me desperezo pa evitar más lios.
—Te dije que Anastasia no iba a ser tan obvia.
—Pero había que intentarlo, muero de hambre, ya me quiero ir, no quiero seguir encerrada contigo.
Pongo los ojos en blanco y me cruzo los brazos, la verdad es que me molesta un poco que haya acotado eso.
—¡Dios! Solo dije que me gustas y que estoy celoso...
—Eso es motivo suficiente para querer alejarme de ti — habla y se sienta en el agua. El sol ya empieza a sentirse más fuerte y el hambre me está consumiendo.
—¡Es suficiente para que no quiera hablarte Luriel!
—¿Cuál es el problema Iracema? Te dije que me gustas no te pedí matrimonio.
—¡El problema es que tú quieres jugar conmigo! ¡Como no te conformas con tu larga lista de admiradoras, necesitas que ingrese una más!
—¡Ya me dejaste en claro que ya no te gusto!—mordí mi labio inferior al ver que ella esquivó mi mirada cuando dije eso— ¿O acaso sí te sigo gustando?
—¿Qué dices idiota?
Iracema se hace un moño y se acomoda en el agua que sigue corriendo bajo ella, la rodeo y analizo, en todo momento me esquiva evita cruzar sus ojos con los míos.
Quedo marcado tras ella y me concentro en su bello y largo cuello, hasta que finalmente lanzó mi anzuelo.
—Aún te gusto.
—¡Cállate!—Ordena —¡Puta madre! Creo que Florencia tenia razón, a ti solo te gusta lo inalcanzable, como me ves con Katú feliz, lejos de ti, y no estoy arrastrada a tus pies, entonces te fijas en mi.
—No es verdad...—refuto
—¡Claro que sí! Yara dejo de estar con Gerardo y ya no le diste bolilla, así que como me ves a mi con Katú, vas tras mío.
—No es verdad—vuelvo a repetir enojado.
—Así que si digo que me gustas quizás me dejes en paz, y tu delirio y obsesión conmigo se esfume...
Me enoja de verdad me enoja, porque una cosa es que me gusten las chicas, porque de hecho es verdad, pero otra muy distinta es que me acusen de mentiroso.
—O quizás es una prueba de Anastasia, estás sometido bajo algún hechizo, alguna manipulación
manipulación, algún algo...
—Basta Iracema...
—O los mata abejas que te pusieron algún encanto para que te distraigas.
—¡Me gustaste mucho antes de eso! ¡Mierda Iracema! Te hice un poema...
—¡No!
Ella se pone de pie y camina en círculos mientras se despeina y evita mirarme a los ojos.
—Tú no hiciste ese poema para mi...
—Tienes razón—la detengo y coloco mis manos sobre sus hombros, al fin me mira y su rostro se tieñe de un rojo carmesí —, no lo hice para ti, lo hice por ti.
>>Me paso noches enteras soñandote, escucho una estúpida canción y te pienso, estás aquí —Apunto mi cabeza— y no es divertido, y la única razón por la que te confieso esto es porque me llamas mentiroso... y no te estoy mintiendo, me tienes loco.
—¡Cállate!— Vuelve a decir y se escapa de mi agarre, me siento dolido por su reacción, pero a la vez me trae más enganchado— ¡Por favor! Salgamos de aquí. Es todo lo que quiero.
Y eso si fue un golpe duro, Iracema estaba al borde del llanto y yo no podía comprender por qué, camino sigilosamente hace ella y la vuelvo a agarrar de los hombros, me atrevo a levantarle el mentón y observar su rostro hecho pena.
—¿Qué es lo que realmente te pasa Iracema? De verdad te molesto... ¿Quieres que me aleje de ti?
Ella afirma mientras las lágrimas caen de sus ojos y como mierda duele saber que ella no me quiere cerca.
—Yo no puedo hacer esto a Yara— dice cuando la suelto—. Ni a Katú... yo no puedo...
—¿Qué es lo que dices?— me duele bastante verla hecha trizas, así que me alejó unos pasos de ella.
—¡Qué si me gustas!—grita— mientras se seca las lágrimas—¡Pero con un demonio que te saqué de aquí!—me señala su pecho—. Y no voy a dejar que te vuelvas a meter. Porque no voy a ser una mala amiga, Yara no se merece esto...
De todo lo que dijo me quedé con que le gusto, el resto me suena a excusa, me cruzo de brazos y la analizo enojado.
—No entiendo que tiene que ver Yara...
—¡Qué yo la iba a ayudar a conquistarte!— habla enojada—¿Qué clase de amiga podría ser si me aprovecho de tu cercanía para estar contigo?
—¿Y porqué tu tarea es unirme con Yara? ¿Por qué insistes en ella?
—Por qué se supone que es el amor de tu vida...
—¡Basta de esas tonterías!—me acerco pero ella retrocede, su mano está en el aire y su labio tiembla por los nervios.
—No te me vuelvas a acercar, es una orden.
—No te entiendo Iracema—confieso echando mi cabeza para atrás— Eres como el agua entre mis manos, te escapas de ni agarre, pero aún así me haces saber que eres capaz de mojar mi piel.
Iracema abre los ojos bien en grande mira al suelo, luego a mi.