El internado, La colmena

Capítulo 73. Tarde para mi

Venimos empujándonos por los pasillos Gustavo, Juanjo y yo, luego de haber dejado nuestras ofrendas.

Reimos a murmullos porque ya son las 22:00 horas, cuando nos cruzamos con Gerardo y su pandilla, ellos nos ofrecen un saludo de respeto pero una mirada de rabia.

Gerardo se está colocando unos guantes y va saliendo, tras ellos veo a unos estudiantes de cuarto año más a las profesora Diane,  Cenit e Itae, quienes son nuestros tutores generales, así que asumo que ellos tendrán entrenamiento extra está noche.

—¿Son todos marcados por el 4to?—pregunta Juanjo en lo que volteo a mirar la escena sin dejar de caminar.

—Si, escuché que deben entrenar bajo la regencia de Taruro—Gustavo también voltea— seguro que aprenderán a usar algún don en especifico.

—Seguro...

—Gracias al 7mo no nos tocaron ellos de compañeros, — acota Gustavo cuando me da un último empujón al llegar ante mi cuarto.

—¡Gracias al 7mo!—repito.

—Nos vemos mañana, —Juanjo me da un apretón de manos y yo correspondo.

—Lo bueno de las múltiples tareas—Juanjo bosteza— es que no debes soportar a nadie en las habitaciones, llegas, duermes y ya...

—Concuerdo—acoto mientras paso mi tarjeta magnetica en la cerradura—Hasta mañana perros.

—Adiós...

Ingreso a la habitación y lo primero que veo es a las chicas sentadas en el suelo, cuchicheando y riendo.

—¿Y quieres hacer eso por tu cumpleaños?—Yara suena emocionada.

Yo ni siquiera saludo, para no interrumpier, simplemente voy a quitarme los zapatos y me preparo para tomar mi ropa de cambio e ingresar al baño. 
 

—¡Mierda!—La voz de Yara llama mi atención, volteo y la veo tomando con rapidez unos guantes de su cajón—¡Olvidé que tengo entrenamiento bajo la regencia de Tauro!

—¿Vas tarde?—pregunta Ira quien también se levanta.

—Minutos... pero bueno, ya llegaré, buenas noches chicos.

—Buenas noches—decimos Ira y yo en lo que vemos salir a Yara de la habitación.

—¿Para qué usaran el guante?—Pregunto en voz alta, sin esperar respuesta.

—Manipulación de Oro, señor Cario—Responde Ira mientras también toma sus cosas y se prepara para tomar una ducha—Alguien no presto atención a la clase de hoy...

Me encojo de hombros, la verdad es que no lo hice, porque estaba más ocupado escuchando a Mirena quien me trajo informes... confusos por cierto. 
 

Ingreso al baño e ignoro a Ira, la verdad ignoro la situación en general.

La clase extra que tuvimos esta noche me dejo un poco agotado mentalmente, pero se supone que el conocer los movimientos de las estrellas y constelaciones ayudan a mantener nuestro flujo de poder y comprender de esa manera el impacto que tenemos en el mundo.

A parte, nos ayuda a manipular, mientras más regencia tengamos, más fácil es persuadir a las personas, por suerte soy protegido del 7mo y no dependo de las estaciones como el resto.

Miro mi cuerpo desnudo en el espejo, y de verdad se nota el entrenamiento. Volteo para intentar ver mi tatuaje en la espalda, y allí esta, la verdad es que aún no supero la impresión de tener eso en mi lomo.

Una cosa son las marcas pequeñas como las del 5to y el señor de la noche, y otra muy diferente es la marca del 7mo.

Enciendo la ducha y me meto en la corriente de agua fría que puse en su máxima capacidad para que masajee mis cansados músculos, no dudo en lavarme el rostro un rato tendido a ver si eso me ayuda a relajar mi mandíbula tensionada

Pasan los minutos y me doy cuenta que mi mente no deja de pensar en los cabos sueltos, Aleli, Daneb, Ragel, el sacerdote, los traidores, las viudas negras, las gotas que ni sabemos quienes o qué son.

Esto es mucho para mi, a veces quisiera no ser lo que soy, pero mientras más lo pienso, más me doy cuenta que todas nuestras vidas nos prepararon para estar aquí, para llegar sin protestar, para simplemente entrenar, luchar y defender.

Me visto, pensando en que esto parece más una novela de terror a cada segundo, y eso que a penas va comenzando.

Hoy por primera vez me tocó ver la estrategia de los guardianes del bosque par llevar ofrendas al 7mo, en teoría recién a mis 21 años deberé hacer eso, pero no sé si seré capaz de olvidar que estoy ofreciendo humanos, aunque malvados, humanos al fin.

Me miro al espejo en lo que acomodo mi remera, observo ni rostro, que ahora parece extraño, como si a ese Luriel lo desconociera.

Y pensar que hace unos meses mi mayor preocupación era que iba a estar con Yara e Ira en la misma habitación, y ahora temo por la vida de los de La colmena.

Coloco la ropa sucia en el cesto de ropa sucia, cuando en el suelo veo un poco de arena, lo cual es raro, porque este baño lo uso solo yo, las niñas usan el de a lado, y es difícil que yo no me haya dado cuenta de haber dejado suciedad.

Quizás y es de la ropa de entrenamiento, de seguro es eso. Tampoco es que puedan entrar a esta habitación sin una tarjeta de acceso... al menos que...

Salgo de la habitación y veo a Iracema recostada en la cabecera de su cama, su cabello recogido en un moño, sus lentes gigantes puestos, la luz principal apagada y su ipad iluminando su rostro.

—¿Sucede algo?—Pregunta sorprendida al ver mi reacción.

—¿Katú estuvo aquí?

—¿Qué?—pregunta riendo y yo me adelanto unos pasos con el ceño fruncido —¿Lo preguntas de verdad Luriel?

—¿Tengo pinta de bromear?

—¡No! No estuvo aquí, ¿Contento?

—No mientes...

—Obvio que no—el silencio se hizo mientras intento agudizar mi visión a la luz reducida y a los objetos de la habitación intentado encontrar otra prueba de que alguien anduvo por aquí—¿Que te ocurre Luriel?

—Alguien estuvo aquí, estoy seguro, alguien diferente a los de aseo o a nosotros tres.

—Creo que solo estás paranoico—Dice mientras se pone de pie, camina hasta el interruptor de luz y la habitación se ve más iluminada.

Analizo el lugar con mucho detenimiento pero no veo nada fuera de lugar, más que la sensación de inseguridad.




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