El internado, La colmena

Capítulo 79. Al final del día

—Permiso chicos, necesito... —Miro a Iracema que también se aparta de las chicas—, necesito hablar algo con mi compañera, nos vemos adentro.

—Tranquilo, buscaremos a Juanjo y a Gustavo —dice Betania en lo que me ofrece una sonrisa.

Estoy por irme cuando Thalia me ataja, Iracema me hace un gesto para ir hasta uno de los pasillos y me molesta que mi hermana esté retrasando mi trabajo.

—¿A dónde vas?—pregunta nerviosa, Daniel no ha apartado la mirada de ella.

—A hablar con Iracema de cosas super importantes Thalia, ¡mes estas atrasando!

—¡Ve con cuidado! —me susurra de malas y la dejo con Daniel quien prácticamente se la debora con la mirada.

Me alejó de la multitud, cuando cruzo la vista con Orkias, él me hace un gesto y yo solo respondo con la seña de tiempo, así que el regresa a lo suyo.

Iracema está esperándome tras una puerta en el pasillo perpendicular al que estábamos, ella ya se está colocando unos guantes y recogiendo el cabello en una coleta cuando quedó frente a ella.

—¿Lo sentiste tan intenso como yo?—pregunto mientras me coloco también los guantes.

—Parecia que me estaba rasgando la espalda—contesta mientras comienza a a juntar las manos.

Una de las cosas que aprendimos con Anastasia el mes que entrenamos ha sido el control de espíritus errantes, no somos tan buenos como ella, pero al menos podemos hacerlo enterarnos de cosas.

—¿No deberíamos avisarle a los demás?—pregunta cuando me ve hacer lo mismo que ella.

—Ya los habrán visto, ya saben porque nosotros desaparecimos, ellos se encargaran de encubrirnos, no debemos perder tiempo.

—Ok.

Ella suelta el aire de sus pulmones en un soplido, yo hago lo mismo, y es en ese preciso momento que el mundo comienza a distorsionase.

Ambos ingresamos en una especie de burbuja alejados de la realidad, esto, en realidad es la misma realidad entretejida con el mundo de los espíritus, el legado de Guyraporú, el espíritu encargado de proteger a las aves y animales del bosque.

Este territorio no es manso, porque es muy probable que encontremos a espíritus malignos, espíritus que no están a nuestro favor, ni sirven a los 7.

Del único que por el momento debemos cuidarnos es de Juruparí, el resto no vendrá por nosotros a no ser que los busquemos.

Esta burbuja, está protegida por un gran ñandutí tejido por Jasy y nos servimos de él, para contactar con los guías dueños de este lugar.

—Es tu turno Cario—Iracema ordena, y sé lo que debo hacer.

—Eju, Yvytú, ha rehechauka oreve moo oimé ñande anguirú kuera.—Las palabras salen de mi boca como si estas fueran un manantial, recorriendo la oscuridad mostrándonos las redes y los puntos del ñandutí que nos rodean.

Yvytú aparece ante nosotros, y la oscuridad se convierte vierte en claridad, un camino de huellas se marca en el suelo, de una azul brillante.

—¡Cario! ¡Guerrera!—saluda el espíritu gris en una reverencia, nosotros respondemos—Sigan las huellas... y encontrarán un espíritu confiable.

Yvytú desaparece, convirtiéndose en viento por lo que terminamos obedeciendo y siguiendo el rastro que esencia dejó.

—No puedo creer que pudimos hacerlo sin problemas—festeja Iracema—Aun recuerdo esa vez que lo hicimos mal y terminamos en medio de Y-póra, pensé que nos iban a comer.

—Y lo iban a hacer—Aseguro caminando sobre las huellas que Yvytú nos marcó.

—Pero fuiste valiente esa vez...

—Me ignoraste después de salvar tu vida...—reclamo con resentimiento.

—Estaba enojada ¿Qué esperabas? Me tiraste a la cara que te gustaba de la nada.

—Un gracias no te iba a costar un brazo...

—Parece que estás de mal humor...

—No estoy de mal humor... es solo que...

Escuchamos un ruido, como el de un roedor mordiendo madera, ambos nos miramos y comenzamos a caminar más lento siguiendo la dirección del origen del sonido.

—¿Es solo que qué?—me susurra la chica.

—Me dejaste solo en el bus...

—¿Y esperabas que me quede? ¿No te das cuenta que está siendo difícil para mi?

—¿Y crees que para mi es fácil?

El ruido a madera picada se hace más evidente, estamos cerca de nuestro espíritu.

—Pues tampoco es que parezcas estas sufriendo, ni bien escuchas a tus conquistas vas por ellas.

Volteo hacia ella y sonrió con triunfo, Iracema solo me ve extrañada.

—¿Celosa mi amor?

—¡Callate!

—Podríamos practicar una manera de callarnos.

—¡Eres idiota! ¡Cállate! El espíritu nos ve.

—¡Ah!—Consigo decir cuando los ojos del enorme roedor da con nosotros, se ve asustado, pero tampoco se anima a salir corriendo.

—Hola pequeñito...—Iracems habla al espíritu quien parece temblar de miedo y ahora me pregunto si de verdad esa cosa nos va a ayuda o Yvytú se está burlando de nosotros, para más en un momento tan delicado.

—Scuish, scuish...

—¡Ay mi vida! Te ves muy tierna— Iracema se acerca a la cosa peluda que ahora que lo veo se parece mucho a un carpincho.

El enorme roedor viene hasta Iracema y esta la comienza a acariciar y abrazar, no puedo creer que le tenga celos a eso.

—¡Ayyy cosita! —dice cuando wsta comienza a hacer ruidos de placer al ser acariciada.

—¿De verdad Yvytú esta rata nos va a ayudar?

—¡No seas irrespetuoso!— reclama Iracema—¡ Ayyyy cosita bella! ¿Me muestras tu forma originaria.

Ira acaricia de nuevo la cabeza del roedor que en verdad se ve tierna, y cuando la chica se aleja unos pasos, el roedor se convierte en un joven.

¿Puedo ponerme más celoso? Obvio.

El cabello marrón, la tez morena un poco más oscura que la de Cariem, los ojos marrones, y vestido de plumas, dejando ver cada fibra de sus formidos músculos.

¡Gracias universo por ir en mi contra y poner estándares de bellezas prácticamente inalcanzables para mi frente a la chica que me gusta!

—¡Wow!—Iracema queda sorprendida, y yo quemado de celos... ¿mencioné que estoy celoso? ¡sí, lo estoy!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.