El internado, La colmena

Capítulo 82. Al borde de la Lucura

La vuelta de nuestra aventura fue agotadora, Orkias y Cariem se encargaron de recuperar nuestras energías con unos batidos y comida, así como que también nos hicimos de tiempo para asistir a los congresos y debates.

Mis maestros y Thalia comenzaron a emplear tácticas de defensa, analizaron a Aleli todo el resto de la jornada y nos obligaron a realizar rituales de protección para evitar que espíritus malignos ingresen en nuestros cuerpos.

La tarde pasó volando, la convension del segundo día ni que decir, fue realmente agotador defender a nuestros países...y eso que aún falta lo más importante de la noche, la gran fiesta de cumpleaños.

Coordinamos con todos los invitados que iríamos de a poco, para no llamar la atención.

Orkias, Cariem, Thalia y el grupo de estudiantes que los iban a acompañar ya salio hace una hora, en teoría, según mi reloj. Gustavo, Juanjo y yo ya deberíamos ir para la discoteca.

No recibí ningún mensaje de auxilio de Iracema, así que eso significa que las dejaron pasar sin drama a la disco. ¿Y pensar que Jazmin dudaba? A parte del poder de persuasión... la verdad es que se nota que Ira también sabe como conseguir lo que quiere.

Me abotono la camisa blanca, me coloco el traje negro y para cerrar me pongo mi perfume en el cuello.

—¿Te has fijado que le pone empeño?—Gustavo habla a Juanjo.

—Mmmm creo que el Cario—Habla Juanjo—,busca su noche, bien que se ha echado unas escapadas con Iracema en todo el día.

Pongo los ojos en blanco, porque no puedo ni siquiera justificar las escapadas porque ellos no tienen idea que vamos a exhibirnos de propósito.

—Resulta increíble ¿no?—continúa Gustavo—, hoy rechazó a Vega en el almuerzo por Jazmín, este chico tiene de donde elegir...

—Son idiotas al cuadrado—me quejo guardando el celular en mi bolsillo—mejor salgamos que ya es nuestra hora de ir—apresuro a los chicos que se levantan de sus camas.

—¿Es verdad que no va Katú?—pregunta Gustavo cuando cerramos la habitación.

—Sip—digo sin poder guardar la felicidad—, le dijo a Iracema que él no haría nada incorrecto...

—¿Qué?—Juanjo no disimula la risa que retumba en los pasillos del hotel—, sale se novio con Iracema sabiendo que eso es prohibido... ¿y habla de actitudes correctas? Da gracia ese chico.

—Es un payaso—descargo mi rabia con el comentario cuando llegamos al uber que nos llevará hasta el Dorsia Club.

Abro la puerta del auto, ingresamos los tres y saludamos a nuestro conductor.

—Buena noches, mi nombre es Santiago—se presenta el señor de ojos verdes, su voz es grave y las arrugas se le acentúan en los ojos que prácticamente es lo único que vemos de el por el retrovisor.

—¿Qué tal señor?—Juanjo le pasa la mano—, gracias por llevarnos.

—Para eso estoy. Llegamos en menos de 10 minutos al Dorsia, hay caramelos y agua si quieren.

—Estamos bien, gracias —Habla Gustavo con aparente desconfianza.

El auto se pone en marcha, de fondo una música fiestera irrumpe el estéreo del auto, y el ambiente a sábado de noche llega a nosotros oliendo casi, casi a libertad.

—¿Qué le van a regalar a Iracema?— pregunta Juanjo, y todos sabemos que quiere saber qué es lo que yo voy a regalarle.

—Mi madre...—habla Gustavo sacando del traje una cajita—, me envió al hotel un reloj de Swarovski—la caja se ve realmente elegante y no dudo de los gustos refinados de la madre de Gustavo, así que ya imagino lo que será ese reloj—¿Y tú?—Pregunta a Juanjo.

El chico saca un papel envuelto de papel regalo y un pequeño y delicado moño plateado, una sonrisa se dibuja en sus labios  mientras agita subrogalo en el aire.

—Un vale de 300 dólares en libros para El Ateneo Grand Splendid, ¡A ver! Intenta superar esa Luriel.

Me rasco la cabeza, yo sé que ese regalo no se supera así porque así, por sobre todo sabiendo que a Ira le encantan los libros, y sé que me la pone difícil Juanjo.

—Ya se enteraran más tarde—me apresuro en responder cuando el auto se detiene ante el club—, en breve llegará mi pedido, y ya lo verán.

—Llegamos—anuncia el chófer—, el pago ya se registró señores... que tengan una buena noche.

—¡Gracias, Igual!— contestamos los tres mientras bajamos.

Una estela a putrefacto se instaló en mis narices, pero no hicieron que mis sentidos se alarmaran, así que quizás es solo el olor fugaz de la ciudad.

Presentamos la invitación al guardia y nos deja pasar sin mayores problemas. El club tenía una mezcla de olores, los sonidos estab fuertes, pero la energía corria de un lugar a otro, daban ganas de hasta moverse al ritmo de la música.

Finalmente, mis ojos dan con Yara, Josefina, Jazmin, Betania y Sara sentados en un box, todos bien elegantes y vestidos de fiesta. Honestamente se veian bien las chicas, pero yo, estaba buscando a Iracema.

—¡Hey! Llegaron—Jazmín se levanta y se acerca a saludarnos con besos a cada uno.

En eso, veo llegar a Vega, Aline y 2 de los franceses que esta mañana estaban con Iracema. <<Mierda>>

Josefina me hace un gesto, como de que es seguro lo que estamos viendo, y que no hay peligros en nuestros amigos, así que voy, y los saludos.

—Bonne nuit—digo mientras extiendo la mano.

—Comment ça va?—responde el de ojos verdes.

—Tre viant—respondo y paso mi mano ahora al de ojos marrones.

—Ça va? 

—Ça va bien—suelto la mano del chico quien me sostenía la mano de forma más coqueta que el otro. Ok, no debo preocuparme de que él sea competencia... uno menos, al menos por esta noche.

Mis amigos hacen lo propio saludando a todos, mientras yo volteo y estiro el cuello buscando a Iracema de nuevo.

—Se fue con Jorge a arreglarse el maquillaje —Habla Jazmín a mi oído.

—Ahh, okok, solo quería felicitar a la cumpleañera...

—A mi no me vengas con tus baratijas de excusas, se te cae la baba Luriel, tú lo que quieres es verla...

—Pues si...—confieso, pero antes de continuar, tenia a Yara en frente, dandome un beso en cada mejilla—, hola...—la saludo.




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