El invierno del ángel (disponible en físico)

⭐Capítulo 4: año nuevo.

Anthony observó a su alrededor, los pasajeros se habían marchado ya, solo un par de personas aguardaba. Faltaba poco más de una hora para la media noche, el autobús se había retrasado debido a la nieve.

—Hey, chico rubio, ¿a dónde te diriges? —preguntó el anciano compañero de viaje, a medida que se le acercaba.

—A ningún lugar específico —respondió Anthony sorprendido, no lo había visto.

—¿Pero qué clase de respuesta es esa, chico rubio? ¿Cómo es eso de que no te diriges a ningún lugar específico? Eres muy extraño, joven, muy extraño —decía el anciano mientras que movía la cabeza de lado a lado y continuaba acercándose a Anthony cargando con su enorme bolso mientras daba pasos no tan torpes para la edad que aparentaba tener—. Dentro de poco van a cerrar la estación. Ven, vienes conmigo —exigió jalándolo de su abrigo—. Solo en Año Nuevo, sin familia, sin saber a dónde ir. ¡Bah!, no puede ser —murmuraba con gran amargura mientras hacía gestos de crítica.

Anthony no parecía tener opción, dejó que el hombre lo condujera hasta un pequeño vehículo de color verde y entró en él después de que lo hizo el anciano.

—Familia, el chico rubio nos acompañará para Año Nuevo.

El piloto y copiloto se dieron la vuelta, un par de hombres jóvenes con abundante cabello negro se miraron entre sí después de ver a Anthony, y luego el conductor exclamó.

—¿Cómo te llamas?

—Anthony —respondió sintiéndose muy incómodo.

—Un placer, nosotros somos Andy y Ryan, somos gemelos como supondrás. Nuestro abuelo, aquí, es un hombre muy especial, pero de seguro ya te habrás dado cuenta —explicó con una amplia sonrisa—. ¿Tienes mucha hambre?

—No mucho —mintió por cortesía.

—Pues ve haciendo un espacio —dijo el copiloto con aparente alegría—, en nuestra familia siempre solemos comer muchísimo la noche de Año Nuevo.

El auto se puso en marcha, los hermanos charlaron con su abuelo casi todo el camino mientras que una suave música navideña los acompañaba, podía percibirse un agradable olor a pino proveniente de lo que seguro era un aromatizante para autos muy bien camuflado. Anthony era afortunado de haber encontrado a tan amables personas, pero no consideraba la opción de cambiar sus planes. Si lo hacía, ¿qué haría después de cenar y recibir el Año Nuevo? No tenía a dónde ir, no podría quedarse con sus anfitriones mucho tiempo, encontrar empleo, como ya se lo había repetido muchas veces, sería casi imposible en las próximas horas, no podría abusar de la gentileza del anciano que lo invitó a cenar, e idear una mentira tras otra durante quien sabe cuánto tiempo, era algo que no le agradaba. La decisión estaba tomada, puesto que ya después de cenar en abundancia se encontraría exactamente en el mismo lugar.

—No puedo con esto —murmuró para él después de unos veinte minutos.

—¿Dijiste algo? —preguntó el anciano.

—Es usted muy amable —dijo después de respirar hondo—, pero acabo de recordar que tengo un tío lejano aquí cerca y me gustaría visitarlo en Año Nuevo.

—¿Un tío? ¡Lo ves!, ¡te dije que debías tener a alguien! —exclamó con alegría el anciano—. ¡Andy!, ¡Andy! ¡Detén el auto! El chico rubio va a reencontrarse con un familiar. ¿Dónde vive este tío tuyo?

—En uno de esos edificios —mintió sorprendido por la forma en la que reaccionó su acompañante. Señaló una alta hilera de bloques—. ¿Pueden dejarme aquí? —preguntó.

—Claro —contestó Andy, quien había disminuido la velocidad al escuchar a su abuelo. Hizo unas pequeñas maniobras para estacionarse y, luego de detenerse por completo, se giró hacia atrás apoyando su brazo en el asiento del copiloto—. Oye, ¿estás seguro de lo que haces? —preguntó con la mirada fija en Anthony.

—Tenemos suficiente comida, no será un problema que nos acompañes —señaló Ryan después de intercambiar una rápida mirada con su hermano, parecía comprender su inquietud.

—Gracias, pero... —suspiró—, voy a ver a mi tío.

—Vaya, vaya, dale a tu tío un feliz año de nuestra parte, de seguro se sorprenderá mucho al verte —dijo el anciano, a quien no le parecía nada raro lo que estaba ocurriendo.

Los hermanos observaron a su abuelo y luego a Anthony.

—Muchas gracias de nuevo, han sido todos muy amables —expresó simulando estar muy bien.

Apresurado, se bajó del vehículo antes de que los gemelos volvieran a insistirle y comenzó a caminar en dirección al lugar que había señalado. El auto tardó unos segundos en marcharse, y cuando lo hizo, Anthony esperó a que estuviera lo bastante lejos para cambiar de dirección.

Caminaba a paso lento, apretaba con ambos brazos la almohada contra su pecho, sabía dónde se encontraba, aun así, se sentía perdido.

Unos instantes después, se escucharon unos estruendos, enseguida el cielo se iluminó de variados colores y se detuvo a contemplar la hermosa vista. No muy lejos de allí se podía vislumbrar grupos de personas celebrando el Año Nuevo en compañía de amigos y familiares, estaban rebosantes de alegría porque un nuevo inicio había llegado a sus vidas. Cualquier otro se hubiera contagiado de la buena energía, no Anthony, él no permitiría un nuevo inicio, había llegado el momento del fin, no podía continuar con tanto dolor.




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