Anthony entró a la habitación donde Sarah estaba ingresada y se alegró mucho al notar que se encontraba despierta. Era obvio que ella se había dado cuenta de que alguien estaba allí, ya debía de estar consciente de lo que le ocurrió y temió hablarle, era posible que lo recordara, al menos por su voz, y se enfadara.
—¡Veo que estás despierta! —exclamó con un tono alegre mientras cerraba la puerta. Se acercó con miedo y cruzó los dedos para que Sarah no notara nada familiar.
«Ella te escuchó gritar, habla normal, o te va a reconocer», dijo para sí mismo en voz muy baja.
—¿Cómo te sientes? —añadió.
—¿Doctor? —preguntó ella enseguida.
—No, no soy el doctor.
—¿Eres un enfermero?
—Tampoco.
—¿Te conozco? —curioseó temerosa y Anthony se dio cuenta de que estaba asustada.
—Estuve aquí hace unas horas —comenzó a explicarse mientras se acercaba a ella, te pregunté si llamaba a tus padres.
—No…, no recuerdo eso —aseguró confundida.
—Me pediste que les dijera que estabas bien.
—¿Dónde están mis padres? —preguntó alarmada.
—No lo sé, yo solo les envié un mensaje.
—¿Cómo conseguiste su número?
—En tu teléfono, tu cartera está justo aquí —explicó mientras que la señalaba con la mano y se sintió mal al hacerlo.
—¿De verdad?, eso es un gran alivio, yo..., un momento —se interrumpió ella misma—. ¿Quién eres? —preguntó y se notó un ligero temor en su voz.
Anthony aclaró la garganta, pensó en las pocas palabras que habían intercambiado en el puente, fueron solo gritos, solo gritos, no había forma. Respiró profundo y se acercó un poco más
—Lo siento. Me llamo Anthony, te vi cuando te ingresaron al hospital después de que tuviste el accidente —mintió—. Pensé que eras una amiga a quien conozco muy bien y que tengo años sin ver, me preocupé muchísimo, ahora que sé que no eres quien creía, solo... solo quiero saber si te encuentras mejor, de cierta forma es como si te conociera, son muy parecidas —aseguró mientras su cabeza comenzaba a escoger un nombre y una historia, aunque fuera breve en caso de que Sarah hiciera preguntas sobre alguien que en realidad no existía.
—¡Oh! Entiendo, bueno..., siento que te hayas asustado, yo estoy bien, o bueno, estoy viva y es lo que importa, he estado repitiéndomelo una y otra vez porque... Lo siento —se interrumpió ella misma, se llevó una mano a la frente y se quejó por lastimarse la herida que había olvidado que tenía—, no es asunto tuyo, perdona.
—No tienes que disculparte, tranquila —aseguró Anthony lo más cordial que pudo—. Lamento muchísimo lo de tu accidente, no estés demasiado triste, eres joven, estarás bien —aseguró con optimismo.
—Gracias, eres muy amable —respondió con una leve sonrisa y después respiró profundo—. Oye, perdona, pero aprovechando que estás aquí, ¿podrías decirme qué tengo frente a mí y dónde está exactamente? Por suerte lo que acabo de comer fue un sándwich, pero no sé qué más hay y temo derramar algo —pidió apenada.
—Claro, espera un segundo.
Anthony se dio la vuelta para colocar todas sus pertenencias en el sofá y después se dirigió hasta ella.
»Esto que está aquí es una ensalada de frutas —explicó y enseguida se la entregó en la mano izquierda, con cuidado—, justo aquí, enfrente tienes un yogurt —continuó mientras lo destapaba y le colocaba la pequeña cuchara para que ella pudiera comer con facilidad—. En este lugar —añadió mientras que con cuidado le tomó la mano para señalarle dónde estaba.
—Gracias, Anthony, ¿cierto? —Él asintió como si ella pudiera verla—. Me gusta ese nombre, me recuerda a un amigo de la escuela —dijo con una sonrisa que no dejaba ver los dientes—. Oye, espero no sea mucho pedir, pero ¿será posible que puedas ayudarme a marcar un par de números en mi teléfono?
—Por supuesto —respondió, se apresuró a sacar el aparato de la cartera y procedió a encenderlo—. Espera un poco, no tenías casi batería, así que lo apagué después de avisar a tus padres.
—Vaya, eso no es bueno —opinó con cierta preocupación—, no tengo cargador, pero te agradezco el hecho de que lo hayas apagado, espero que sea suficiente.
—Creo que sí, espera un momento.
Anthony encendió el aparato y se quedó mirando la pantalla sin pestañear.
—Ya está listo —dijo después de un instante—. ¿A quién llamo?
—Voy a enviarle a mi mamá un mensaje de voz, se llama Helen.
—Listo, ya puedes hablar —indicó Anthony casi enseguida y luego presionó la tecla.
—¡Hola, mamá! ¡Feliz Año Nuevo! —exclamó con alegría fingida—. Tengo muy poca batería, pronto los llamaré, no te preocupes por mí, estoy muy bien ¡Hablamos pronto! ¡Los amo!
Se quedó en silencio, y Anthony envió el mensaje mientras ella soltaba un gran suspiro.
»Espero que escuchar mi voz los tranquilice, puedo imaginar la cantidad de mensajes que hay, mi madre se preocupa demasiado, siempre —explicó.
—Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿por qué no le contaste lo del accidente?
#6928 en Novela romántica
#2589 en Fantasía
#1202 en Personajes sobrenaturales
angeles caidos, amor desilusion encuentros inesperados, romance drama
Editado: 22.03.2025