El invierno del ángel (disponible en físico)

⭐ Capítulo 24: una noche con Sarah.

Llegó al edificio con el corazón acelerado, marcó al teléfono de Olivia, pero colgó casi enseguida, alguien venía saliendo del edificio y él entró gritando que era una emergencia para luego correr al ascensor.

Al llegar frente a la puerta del apartamento, tocó el timbre con mucha inquietud y la puerta se abrió de inmediato.

—Vine tan pronto pude..., yo... ¿Sarah? —preguntó, había empezado a hablar antes de tiempo y no se percató de ello.

—Hola, Olivia salió al momento de llamarte, la pobre está muy alterada, gracias por venir.

—No hay de que —respondió al tiempo que cerraba la puerta tras él—. Ven, déjame ayudarte. —Sujetó a Sarah por el brazo, con delicadeza, y la condujo al sofá, había abierto la puerta con tal rapidez que dio la impresión de que estuvo pegada a ella desde que Olivia se marchó.

—Gracias —dijo ella al sentarse.

Anthony suspiró, se quitó el gorro, los guantes y el abrigo, estaba sudando, los puso en el armario que estaba junto a la puerta y se sentó a su lado. Recostó su espalda del suave respaldar y se concentró en regular su respiración.

—¿Estabas dormido ya? —inquirió Sarah unos segundos después.

—No, apenas iba saliendo del trabajo.

—¿Tan tarde? —expresó con curiosidad.

—Hoy hice el segundo turno.

—Debes estar muy cansado, no quiero molestarte, pero no sé cuándo volverá Olivia, yo puedo irme a dormir y...

—¿Ya cenaste?

—Sí.

—Yo no he comido aún, creo que en un momento ordenaré algo —suspiró él.

—Está bien, pero no tienes que quedarte mucho rato, no quiero causar molestias.

—¿Es una broma, cierto?, tu no me molestas. Me quedaré toda la noche si es necesario —aseguró con determinación.

Anthony vio cómo Sarah sonreía complacida.

—Eres tan bueno conmigo, gracias.

—Deja de agradecerme, veamos... —dijo Anthony con la voz un poco acelerada—. Le escribiré a Olivia para avisarle que estoy aquí y que no debe preocuparse.

—Lo siento, pero no puedo dejar de darte las gracias —insistió ella con voz emotiva y como, casi siempre, mirando hacia una dirección diferente—. Debo hacer algo para pagarte por lo que haces.

—Sarah, me dijiste que éramos amigos, ¿cierto?

—Así es.

—Bueno, los amigos hacen favores gratis, no espero nada de ti.

—¿De dónde saliste? —murmuró ella.

Anthony sonrió con tristeza, ella desconocía cuál había sido su primer encuentro, y él no deseaba recordarlo en ese instante.

Estuvieron charlando sobre la noticia del incendio mientras que Anthony esperaba su cena, y durante el tiempo que comía, él continuaba mencionándolo de vez en cuando, aunque tuvo que parar porque Sarah se estaba poniendo muy inquieta, ya que Olivia aún no había llamado. Por su parte, también estaba angustiado, no era para menos, ya sentía también que Olivia era su amiga y le dolía la situación que estaba atravesando.

Luego de terminar de cenar, Anthony se dispuso a desechar los envases vacíos; y Sarah le pidió que le entregara el teléfono, lo sostuvo entre sus manos y daba la impresión de que no lo soltaría hasta que su amiga llamara.

—Debe estar perturbada. Un incendio. ¡Qué situación tan aterradora! —decía Sarah de vez en cuando.

—Seguramente, en la mañana sabremos de ella, no te angusties mucho —dijo Anthony para la quinta vez que Sarah se lamentó.

—Sí, tienes razón, ¿qué hora es ya?

—Casi las dos de la madrugada —respondió luego de mirar el reloj de pared.

—¡¿Cómo que casi las dos?!, no puede ser —soltó al tiempo que negaba con la cabeza—. Deberías irte a dormir, o bueno, ambos, yo... no, no podré dormir, estoy demasiado ansiosa —explicó mientras que apretaba sus manos.

Anthony comprendía su estado, aun así, no podía solo irse a descansar y dejarla a ella allí en la cocina, así que de forma amable insistió y ella no tardó en aceptar irse a la cama.

Casi veinte minutos más tarde, Sarah ya se había alistado para dormir, se había cambiado de ropa y puesto las gotas en los ojos, al igual que la última vez que Anthony pasó allí, se había ofrecido a ayudarla, pero ella no quería causar molestias.

—Buenas noches, trata de descansar —dijo Anthony cuando estaba a punto de cerrar la puerta.

—Oye..., espera un momento exclamó Sarah, aunque su cuerpo reposaba sobre el colchón, se notaba que estaba conteniendo muchas emociones.

—¿Qué ocurre?

—¿Podrías quedarte conmigo hasta que me duerma? —musitó—. No quiero estar sola. ¿Puedes?, ¿por favor?

—Claro —respondió él sin pensarlo.

—¿De verdad?

—Sí, solo déjame usar el baño y tomar un poco de agua, ya regreso.

Sarah asomó una débil sonrisa y Anthony desapareció enseguida, para usar el otro baño.

Se metió adentro y trancó la puerta, permaneció un rato mirándose al espejo, observaba sus ojos, como si pudiera ver algo más allá, buscando la respuesta a lo que debía hacer. ¿Acompañar a Sarah hasta que se durmiera? No había sillas ni ningún tipo de mueble adicional en esa habitación que le sirviera para sentarse, tendría que estar en la cama con ella. ¿Y si le pedía que la abrazara? ¿Qué tan asustada estaba? Los nervios se apoderaron de él. Se lavó el rostro y fue a la habitación luego de tomar un poco de agua en la cocina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.