El jabón.
Estornudé, mi gato se había sentado sobre mi cara, su largo pelo de color blanco con franjas negras había entrado en mi nariz, lo retiré de mi cara. Me acabo de despertar, parece algo tarde, el sol ya entra por mi ventana, mire el reloj a mi lado, las 09:59am, me incorpore y me dirigí al baño.
Salí del baño, ya habiendo hecho mis necesidades, haberme bañado y lavado los dientes; le serví comida y agua a mi gato y miré los platos de la cocina, había una gran montaña, es domingo y la noche anterior había tenido una reunión en mi casa…
…
- ¡Ey! - exclamo mi amiga para llamar mi atención.
Voltee mi mirada hacia ella y levante mis brazos en gesto de pregunta.
-Este plato tiene una mancha- dijo en un tono algo ebrio -y no es mía.
-Perdón- le dije avergonzado -mi jabón de platos no me ha funcionado bien, lo cambié varias veces, y nada- le dije en un tono desanimado -he comprado platos nuevos, tal vez te di uno de los que ya tenía por error.
-Mira- me dijo ella -tengo un muy buen jabón en mi casa, cuando me vayas a dejar te doy un poco, con ese jabón, ni una mancha ha quedado en los sartenes más…- eructó -perdón, ¿en qué me quede? A sí, no ha quedado ni una mancha.
- ¿En serio? Gracias, me sería de gran ayuda, no quiero comprar platos desechables, además me gusta mucho cocinar.
Esa noche después de la fiesta la deje en la casa y me dio un poco del susodicho jabón.
…
Ya habiendo desayunado un cereal en el plato más limpio que encontré me dirigí a lavar platos, saque el bote donde me habían dado el jabón, era en polvo, así que tome un bote de frijoles, le puse agua hasta la mitad y le puse un puño de jabón, sumergí la esponja y comencé a lavar.
Tome un plato sucio del fregadero, lo enjabone y cuando el chorro de agua paso por él vi maravillado como, efectivamente, no había ni una mancha, procedí con el sartén donde había preparado las hamburguesas de la noche anterior, después de haberle quitado el aceite, obviamente. Maravillado observe como el sartén quedaba como nuevo; así seguí con el resto de los platos, vasos, sartenes, cubiertos…
Entonces mientras lavaba los cubiertos me dio algo de comezón en una mano, no le di importancia, luego me dio en la otra mano, solté lo que estaba lavando, me seque las manos y me rasque, se me quito la comezón y procedí con mi labor.
Mientras lavaba un cuchillo la comezón volvió, pero más fuerte, solté el cuchillo y me rasque, no se me quitaba, luego me rasque con la pared, tampoco, luego con el mango de un tenedor , tampoco; desesperado y confundido por la comezón termine de lavar el cuchillo y procedí a rascarme con él, no se me quitaba, me rasque más y más fuerte, mi mano comenzó a sangrar, asqueado vi que no era suficiente, seguí rascándome, la piel se me comenzaba a desprender, seguí y seguí hasta que ya no hubo piel en mi mano izquierda y la comezón se calmó, procedí con la mano derecha, me rasque hasta que no hubo piel, desanimado me percate que había sangre en los platos y seguía cayendo más y más, además me había manchado también la camisa blanca que llevaba, afortunadamente también podía usar el jabón en la ropa, lo cual es un alivio.
Hiba a continuar con mi labor cuando la comezón se extendió por mis brazos; tome el cuchillo y me corte la piel poco a poco de un brazo y luego de otro; habiendo terminado con los brazos la comezón se extendió por todo el cuerpo y desesperado seguí cortando mi piel, primero la de mi torso, luego la de mis piernas y pies, me quite las uñas y los dedos viendo que no cesaba la comezón; después comencé con mí cuello, los dientes del cuchillo cortaron mi tráquea y la sangre salió a borbotones, cada corte era doloroso, pero era compensado con la satisfacción de no tener comezón. Después de terminar con el cuello y la nuca continúe con mi cabeza, primero arranque los labios, luego encaje el cuchillo en mis ojos y los arranque de un tirón, siguieron mis cejas y pestañas que corte como si fueran jamones; me dirigí al espejo viendo que no podía ver mi cuero cabelludo, lo corte poco a poco, por trozos, no continuo, como si le quitara la cáscara a un coco, seguí con mis orejas, esas fueron fáciles, lo complicado fue quitar la comezón de los oídos interno y medio, para lo cual tuve que meter el cuchillo por el pequeño orificio, con la nariz fue más fácil, ya que solo tuve que quitar la piel para poder rascarme; y para terminar corte mis mejillas y el resto de la piel. La comezón por fin se había ido.
Ahora solo quedaba un montón de sangre y piel por el piso. Mi gato me miro y comenzó a lamer la sangre, de mí solo quedaba lo que soy, algo que muchos describirían como una masa repulsiva formada por lo que parecían ser órganos.
Al parecer ese jabón limpiaba demasiado bien la mugre, tan bien que afecto esa capa de mugre que tenía llamada piel humana. Ahora, en la noche tendría que ir a matar otro ser humano para robarle la identidad y la piel, jaja, lo bueno es que puedo hacer un muy buen estofado de órganos con los restos.
Supongo que tendré que hacer pasar a este como homicidio, de todos modos, nunca me atraparían, el problema recaería en que podría hacer para quedarme con mi querido “gato”, más si es una persona que no ha tenido mascotas antes.
-Jeje-