Era una linda mañana para caminar, hacía bastante calor, pero la brisa fresca templaba el ambiente de una forma perfecta. No voy a mentir, solía levantarme pasado el mediodía en vacaciones, pero esta vez no había podido dormir mucho, tenía varias cosas dando vueltas en mi cabeza, así que preferí salir a dar una vuelta y de paso sacar a Lupe- aquella fiel amiga peluda- a pasear. Así que iba tranquila caminando, con la correa de Lupe en una mano y auriculares en las orejas; al compás de una linda canción movía mi cabeza de atrás hacia adelante.
Raro fue sentirme cohibida, como si alguien me estuviera siguiendo y a su vez viéndome fijamente. Al doblar la esquina aquél cosquilleo en mi nuca permanecía, así que me volteé- de más está decir que si alguien me seguía no se iba a hacer visible tan fácilmente-. Aún así lo más raro se dió cuando llegué al parque, solía ir allí en las tardes, sobre todo a apreciar el majestuoso jardín- lleno de claveles, orquídeas y rosas blancas- como se llenaba de mariposas que se posaban en las hermosas plantas.
En el banco que siempre ocupaba se encontraban, un papel con letras claras en el cual se leía SAMANTHA– si, era mi nombre-, y a su lado una pluma blanca con pequeñas salpicaduras de negro-como la de una paloma (y en verdad esperaba que no se la hubieran arrancado a una)- y encima de cada cosa una piedrita cualquiera, como si sólo se hubieran tomado la molestia de levantarlas del piso y ponerlas allí, para que no se volaran con la brisa matutina.
Contemplé la idea tomarlas para ver qué ponía el papel, pero, ¿y si no era para mi?. Aunque mi nombre sí aparecía allí, y era el banco que yo ocupaba. Miré a ambos lados para cerciorarme de que nadie se encontrara allí y procedí a tomar la nota, la desdoblé y en su interior citaba:
“No sabes quien soy, pero sé quien eres. Te he vigilado, he aprendido sobre ti. Hoy decido dar el primer paso, darme a conocer, solo si tú quieres.
20:45. Jardín blanco.
J.”
No sabía como actuar luego de leer eso. Si de verdad era para mí, ¿Cómo sabían que vendría por la mañana? ¿Me habían estado vigilando? ¿Y si era un psicópata asesino que quería robarme, violarme o matarme?.
Al volver a casa me atormentaban las dudas, y si quería resolverlas debería ir al encuentro que sugería en la nota. Aunque claramente no era tan valiente como para tomar una decisión así sin antes hablarlo con Laia- mi mejor amiga-, así que lo que hice fue llamarla y contarle lo sucedido.
¿Cuál puede ser la reacción y respuesta de tu mejor amiga si le cuentas que te vas a encontrar con un desconocido que pudo haber estado espiándote por quién sabe cuanto tiempo? Exacto.
-No puedes ir Samantha, es peligroso, deberías ir con la policía. ¿Es que estás loca?.- medio había gritado mi amiga a través del teléfono.
-Es la forma de saber quién es y por qué quiere que nos conozcamos.
-Sí, y también es la forma de secuestrarte y luego matarte sin que nadie se dé cuenta.
Luego de hablar con Leia quien me hizo prometerle que recapacitaría, llevé un día bastante común, almorcé con mis padres, navegué en internet durante varias horas y pasadas las ocho de la noche me puse un abrigo oscuro con gorra, de modo que no se viera mi cara, y salí sigilosamente de casa. Supuse que el jardín blanco mencionado en la nota sería el jardín de las rosas blancas, así que me dirigí hacia allí y me escondí detrás de un par de árboles a esperar la hora marcada y mirando directamente hacía el centro del jardín iluminado por varios focos.
Cuando mi reloj marcó exactamente las 20:45 un chico vestido con ropas oscuras se paró bajo la luz de todos los focos, supongo que esperando a que yo- o la persona citada- asistiera. Así que salí de mi escondite y me posicioné justo frente a él, mirándolo a los ojos- uno irradiaba oscuridad y misterio, otro transmitía algo parecido a la fascinación. Las finas pero marcadas facciones de su cara acompañaban una sonrisa ladina, que no parecía ser muy inocente. Y en su mano derecha destacaba un elemento- un detalle como aquella pluma que acompañaba una carta con piedritas por encima-, que procedió a entregarme. Durante unos cuantos segundos solo nos contemplamos, de aquel ser sobresalía una inusual belleza, como si hubiera sido una creación perfecta, que admito me había dejado maravillada.
-Viniste- Afirmó. Su voz, era algo difícil de describir, pero igual de hermosa que todo él.
Emanaba misterio, era raro a su manera. Debería haber temido desde un principio al leer la nota, pero lo cierto es que más que miedo me daba curiosidad, y ni siquiera lo hice al verlo sacar aquello que brillaba de su bolsillo. Sólo atiné a observar aquel detalle que me había entregado, entre el inmaculado blanco de aquel jardín sobresalía esa rosa negra, que además de la belleza representaba el mismo infierno.
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Editado: 26.06.2020