El jardín de la inocencia con los días se volvió más alegre y luminoso ante los ojos de Clara y Aeolus. Le dedicaban bastante tiempo en el día a estar juntos y a practicar el juego del beso, que era así como lo habían llamado. En poco tiempo abandonaron sus obligaciones y sus reservas de alimentos estaban prácticamente vacías.
Aeolus inspeccionaba y cerraba nuevamente los jarrones donde tenía sus cosechas.
— Debemos ir a recolectar más frutos y leche... en realidad todo, hasta el yogur se terminó — decía el Guardián.
— Podemos ir a recolectar juntos — le regalaba una sonrisa Clara.
— Sería mejor si nos separamos para recolectar, la última vez no conseguimos nada... sólo nos dedicamos a jugar — decía Aeolus regalándole una mirada pícara.
— Tienes razón, yo iré por el camino de la guarida de Lita y tú ve por el camino del río. Nos encontraremos en la tarde — Clara se acerca a Aeolus para besarlo antes de marcharse.
Jadurus que caminaba por el bosque, y mira como su amigo está en el río recolectando flores de loto que tenían exquisitas semillas en su interior, se acerca para charlar con él.
— Estás de muy buen humor, me pregunto a qué se deberá.
Aeolus lo mira y sigue con su tarea sin responder.
— Creo que no quieres hablar conmigo, porque sabes a lo que me refiero — insistía Jadurus.
— ¡Exacto! No quiero escucharte, tus preocupaciones son infundadas — respondía Aeolus.
— ¿De verdad lo son? La vejez me ha dado sabiduría.
— Yo soy más viejo que tú, y no por ello me interpongo en tus decisiones ¿desde cuándo te has creído con el derecho a decirme lo que debo hacer?
— Es verdad, tú eres mucho mayor que yo, pero te comportas como una cría caprichosa.
Aeolus sale del agua del río y camina en dirección al bosque para dejar su recolección en un saco que había llevado. Sabía a lo que quería llegar Jadurus y quería cortar esta conversación.
— No estoy enamorado de Clara, sólo jugamos, simplemente eso... un juego.
— Si es un juego, entonces ¿por qué actúas como una coneja en su primer celo? — seguía Jadurus hablándole mientras el Guardián no se detenía para charlar — te sonríes solo, descuidas tus obligaciones, te la pasas todo el día distraído, si eso no es estar enamorado, explícame ¿Qué es?
— Sólo un juego, ya te lo he dicho. Es que acaso ¿no puedo ser feliz, aunque sea por una vez?
— Con todas mis fuerzas quiero que seas muy feliz, y de la misma manera, no quiero verte sufrir... como aquella vez con Dan...
El escuchar el nombre de Dan, hace que Aeolus endurezca y el saco que estaba cargando se lo arroja con fuerza a Jadurus, a lo que lo logra esquivar por poco. Los ojos de Aeolus se reflejaba su ira y grita:
— CÁLLATE ¡¡¡CÁLLATE!!! me dices que quieres mi felicidad y lo único que me traes son tristezas y malos recuerdos, si es así, prefiero que no te preocupes más por mí.
— Perdóname — Jadurus estaba estupefacto y tenía una expresión de tristeza — por favor perdóname, no quería abrir una herida pasada, te prometo que ya no me interpondré en tus deseos. Siempre estaré contigo, por si necesitas de mí, sabes que siempre lo he estado.
Aeolus aún estaba furioso y ve alejarse al conejo con la cabeza baja. Esto le dejó un vacío, él siempre ha sido un buen amigo y jamás se presentó violento hacia él. Recoge nuevamente el saco y se marcha.
En otra parte del bosque, las amigas platicaban todo lo que ha pasado durante esos días.
— Por eso se notaba tan feliz — agitaba la cola Lita – estoy muy contenta por ti
— Ahora somos pareja, he visto que Aeolus también es feliz.
— Por supuesto. Cuándo nazca su primera cría lo será más.
— Pero no hacemos eso, sólo nos besamos.
— ¿Y qué sentido tiene tener una pareja si no es para procrear? — cuestionaba su amiga — tal vez espera a que tú se lo pidas, las hembras son las que deciden sobre eso, ya que somos las que más nos arriesgamos a morir por no poder parir a la cría.
— ¿Crees que se lo debo preguntar? ¿piensas que quiera una cría?
— Todos los machos quieren crías y ver crecer su descendencia. Sólo mira a Jadurus, es el patriarca de su especie, tiene tantos nietos que ya no sabemos en qué generación van.
Aeolus se aproxima dónde están las amigas, tenía una expresión desanimada y ojos tristes por la pelea que tuvo con Jadurus.
— Clara ¿estás lista?, ya deberíamos regresar.
Clara se levanta, lo mira sonriente y se acerca él, le abraza y besa para luego asentir con la cabeza. Lita se acercaba con un saco que llevaba en el hocico en dónde se encontraba lo que recolectaron esa tarde y se lo entrega a Aeolus.
— Gracias Lita, por ayudar a Clara.
Lita mueve la cola alegremente y se marcha.
Cuando caminaban de regreso a la cabaña, Aeolus olvida su pesar, puesto que la alegría de Clara era contagiosa y le gustaba escuchar lo que decía.
— ... así que me dijo que te pregunté cuándo quieres que te diera crías...
— ¿Por qué Lita pensaría que tú deberías darme crías? — cuestionaba Aeolus sorprendido y asustado.
— Porque, eres mi pareja...
— Nosotros, no somos pareja
Lo que dice Aeolus, para Clara fueron como mil espinas que atravesaban su pecho.
— Pero... yo creía que lo éramos... por eso me besabas.
— Sólo era un juego, nada más que eso, los juegos no son serios — respondía Aeolus de manera firme — perdona si te he confundido, será mejor que no volvamos a jugar a eso.
Clara no podía creer que eso fuera verdad, no quería creer lo que estaba escuchando, así que toma la manga de Aeolus para impedir que se aleje y éste se voltea para verla.
— Pero yo... te amo — decía Clara. Aeolus seguía sin expresiones, le toma de la mano para que suelte su manga y responde.
— Estás confundida. Tú me quieres y existen muchos tipos de amor, como el de amigo, padres...
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Editado: 13.12.2021