Ya era de noche y Clara aún no regresaba a la cabaña. Aeolus no quería ir a buscarla para que tuviera espacio en soledad y así apaciguar su tristeza, pero ya era muy tarde y comenzó a llover estrepitosamente. Espero que pasarán unos minutos, pero al ver que no regresaba, decidió ir a buscarla.
Aeolus no sabía dónde se había metido y buscaba arduamente. Después de unos minutos, la encontró en un pastizal, meneando sus brazos de un lado a otro como si tratará de cortar la lluvia. Suavemente y de manera calmada Aeolus le habla.
— Clara, tienes que volver a la cabaña, has estado mucho tiempo afuera y puedes enfermar al estar bajo la lluvia.
Clara sin inmutarse a su presencia, seguía haciendo lo mismo, como si no escuchará a nadie. Aeolus se acerca para tomarle un brazo, pero ella lo esquiva, este vuelve a tratar de tomarla, pero ella repite la misma acción, entonces comprendió que ella no le hablaría, estaba muy molesta y esta era su forma de protestar, aasí que decidió llevarla en brazos, pero ella forcejeaba para evitar que la toque, como no podía contenerla sin lastimarla, decidió levantarla y llevarla en su hombro.
Luego de un rato de forcejear y dar patadas sin emitir sonido, Clara se cansa y deja que Aeolus la lleve a la cabaña, debía volver en algún momento y lo sabía, pero no quería enfrentarse a él y no sabía cómo volver a verlo, se sentía despreciada y tonta, entendía que nada sería como antes. Al llegar a la cabaña, el Guardián la baja antes de ingresar.
— Debes quitarte la ropa, estás empapada. Déjala fuera para que cuando amanezca se seque, y no trates de escapar nuevamente.
Clara comienza a desnudarse. Sus ropas caían pesadas por la absorción de agua y a pesar de la regla de evitar verse desnudos, Aeolus la vigilaba para impedir que escapara nuevamente. En este momento la mirada tierna de Clara había cambiado por una mirada desafiante, que era como si le enviara puñaladas a través de sus ojos, así que ya no se concentrada en su cuerpo. Al terminar de dejar sus prendas en el balcón, entra en la cabaña y Aeolus cierra la puerta detrás de él. Clara buscaba su camisón en el baúl, recolecta unas cuantas frazadas que conformaban su cama y se dirige a una esquina de la habitación para formar su propia cama. Este gesto lástima de sobremanera a Aeolus, pero sabe qué Clara no quiere estar cerca de él y era lógico, así que decide retirar sus prendas que también estaban húmedas y usa su camisón de dormir. Antes de acostarse vuelve a mirar al rincón donde se encontraba Clara, quien le estaba dando la espalda y piensa;
"Espero que esto pase pronto, no soporto que me mires de esa manera, no quiero ver odio en tus ojos, no soporto que me veas así"
El resentimiento de Clara fue más largo de lo que Aeolus esperaba, pensaba que sería de un par de días, pero esto sumaban y ya eran semanas y próximo a llegar al mes, Aeolus entró en pánico. Siempre que quería actuar de manera agradable y normal, ella lo evitaba, comía separada de él, ya no le hablaba, sólo le respondía cosa prácticamente necesaria y con frases cortas. Por las noches encontraba a Clara acostada en el rincón, sin posibilidad de entablar una conversación. La situación lo estaba desesperando y lo tenía asustado, de que quizás ella quiera marcharse.
***
Clara miraba a los habitantes de Zartia en el gran árbol y sentía que alguien se acercaba, era Aeolus. Ella se encontraba en una parte que le impedía escabullirse sin pasar a tocarlo. Sentía lástima hacia sí misma, le costaba demasiado ser descortés con él, pero si no podía amarlo, sería mejor odiarlo, puesto que sus sentimientos con el tiempo fueron tan fuertes y maduraron tanto que, al momento de cosecharlos, no era justo que su amor fuera arrojado a un abismo como lo había hecho Aeolus.
— Clara ¿quieres dar un paseo? — se lo decía Aeolus preocupado
Clara mira en otra dirección y lo ignora, así que el Guardián insiste.
— Clara ¿Cuándo volverás a hablarme? Te extraño, extraño lo que teníamos, extraño tu sonrisa y tus juegos...
Ella ya no lo soportaba, así que se levanta y trató de pasar por una rama, aunque esto hace contacto con Aeolus, quién le impide el paso y la acorrala con sus brazos en el tronco de aquel árbol.
— Por favor — continuaba Aeolus angustiado — dime algo, grítame si quieres.
— ¿Porque me has traído aquí? — Clara lo miraba desafiante.
— ¿A qué te refieres con eso? — esa pregunta era lo único que no quería escuchar Aeolus, así que deseaba evadirla.
— Todos me han dicho que yo venía del mundo de los humanos y que tú me trajiste hasta aquí ¿Por qué?
Aeolus suspira y controlaba sus nervios para responder.
— Porqué caíste por un acantilado, estabas mal herida, por eso tienes una cicatriz en la espalda, tampoco recordabas quién eras, no podía abandonarte a tu suerte, si lo hacía, probablemente morirías.
— Y cuando me recupere ¿por qué no me regresaste?
— Porqué apenas podías mantenerte por ti misma. En el lugar donde te encontré no había gente, y no sabrías cómo llegar a tu antiguo hogar.
— Jadurus me comentó que mi familia me buscó por seis meses en los bordes del jardín, pero, aun así, no me entregaste a ellos ¿Por qué?
Aeolus no sabía ya qué responder sin ser visto de peor manera por Clara, así que prefiere guardar silencio.
— Querías hablar, entonces habla — insistía Clara
— No quería estar solo — responde Aeolus con ojos suplicantes.
— Entonces, para ti soy una compañía como una mascota. Cultivaste en mí sentimientos, sabías todo lo que hacías y lo que pasaría y aun así lo seguías haciendo.
— ¿me odias? ¿quieres abandonarme? — pregunta Aeolus asustado. No quería escuchar la respuesta, pero esto lo carcomía por dentro.
— Ya no quiero hablar ¿me dejas pasar? — Clara voltea la cara de manera altiva y llena de resentimientos.
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Editado: 13.12.2021