El Jardín de la Inocencia

Capítulo 25

 Aeolus y Claras se preparaban para salir a la celebración, ambos estaban muy emocionados y esta sería la primera vez que Aeolus se mostraría al humano sin una capucha que cubra su rostro.

— ¿Estas lista? —pregunta Aeolus

— Sí, vamos —Estaba ansiosa, por primera vez en más de 2 años que tendría contactos con otras personas.

Ambos salieron del Jardín y Aeolus comprobó que la conexión con Jadurus estaba funcionando correctamente. Rápidamente se dirigieron donde se realizaban los festejos.

Aeolus tenía suficiente dinero para gastar, ya que desde la última vez que salió para comprar ropa a Clara, intercambió una flor por una pequeña fortuna, así que esa noche podrían pagar lo que sea. Las calles de Zartia estaban repletas de gentes, alumbrados con grandes linternas de aceite, lo que hacía esa noche muy brillante. Las personas usaban disfraces y otros sus mejores galas. Existían muchas tiendas para comer y beber, todas abarrotadas de gente, además de juegos de apuesta, teatros de títeres y ventas de regalos.

Ya inmersos en la multitud, lo que más le llamaba la atención, era las representaciones de gran tamaño en carros de los Dioses, del Jardín, pero sobretodo de su Guardián, al que lo imaginaban como un gran lobo negro, con cuerpo de hombre y con garras largas y afiladas.

— Mira Aeolus, todos piensan que eres así — decía Amelia sorprendida y riendo a carcajadas.

—Años anteriores me representaban más horrible, con cuernos y ojos sobresalientes.

— Todos se sorprenderían ver que tú eres el Guardián... Aeolus, comamos algunos dulces.

Compraron algunos dulces y jugos, mientras seguían caminando, viendo los interesantes objetos del mundo de los humanos. Pronto Clara quita su atención de las tiendas o de las actividades y comienza a presionar el brazo de Aeolus

Aeolus notaba que algo estaba molestando a Clara y la preocupaba, puesto que ya no estaba riendo... ¿Podrá ser que vio algo que le recordaba su pasado?

— Clara, ¿qué pasa?

— Esas mujeres— mira a Aeolus preocupada— no paran de verte, hablar entre ellas y sonríen

— ¿Por qué nos miran?

— Te miran a ti, les gustas, dicen que eres apuesto... escuche a una decir que deberían acercarse para hablar contigo... Estoy muy celosa... no quiero que te vean así, quisiera regresar...

Es primera vez que Aeolus veía a Clara así, eso le provocó mucha ternura, le levanta la mirada y la observa dulcemente

—Mi preciosa Clara, que miren lo que quieran, yo solo te pertenezco a ti...

Le da un dulce beso en medio de la multitud. El beso le devolvió a Clara la sonrisa, varias mujeres después de eso se alejaron, pero muchas otras aún los seguían observando, pero eso ya no importaban, quizás todas ellas querían soñar tener un apuesto hombre, pero Aeolus era solo suyo.

Continuaron disfrutando de la noche, Aeolus cada tanto se comunicaba con Jadurus para verificar que todo siguiera en orden.

— Vamos a cenar — Aeolus invita a Clara a un restaurante que se encontraba bien animado y tenían platillos deliciosos.

Ambos estaban disfrutando en exceso su primera cita. Bebieron licor, comieron una sopa y masas fritas con salsas. La velada ya estaba terminando, seguían bebiendo y riendo ya con los últimos bocados de sus platos.

Aeolus le toma la mano a Clara y tiene una actitud seria.

— Mañana, quiero que me acompañes, te presentaré a los Dioses, le pediré que bendigan nuestra unión... esa noche serás mi esposa... ¿lo aceptas?

— ¡Si!, es lo que más deseo —Clara con una inmensa felicidad presiona las manos de Aeolus, esperaba tanto por este momento.

Al terminar la cena, un vendedor se les acerca para ofrecerles los "Hongos de la alegría", que según decían, fueron dados por los Dioses para celebrar ese día final... casi todos en el festival terminaban la velada comiendo uno y dirigiéndose a sus casas. Estos producían una gran alegría a quien los consumían, así que decidieron comprar y los comieron.

— Deberíamos regresar, nunca he estado tanto tiempo fuera del Jardín— habla Aeolus tomando por la cintura a Clara y susurrándole al oído.

Clara mueve la cabeza en señal de afirmación y ambos se dirigen al jardín.

— No encontré ningún sabor a esos hongos, creo que eran mentiras que darían felicidad, aunque hoy he sido muy feliz — Comentaba Clara

Próximos al Jardín se comunica con Jadurus, quien le informa que está todo bien y que lo esperará en la cabaña. Al ingresar al Jardín, Aeolus siente como su poder de Guardián regresa, y al tomar el control respira aliviado, todo estaba saliendo de acuerdo a su plan. Cuando van por la mitad del camino a la cabaña, comienzan a sentirse extraño. Mira a Clara, pero la percibía de manera extraña, ella le devolvía la mirada y se ríe, tocándole el rostro de manera torpe.

— Te ves muy gracioso, estás haciendo muecas... jajaja... mira mis manos están brillando... son tan hermosas...

La percepción de la realidad se volvió en un mundo de colores desenfocados, se sentían pequeños, luego grandes y que podían volar. Los hongos que comieron eran alucinógenos y estaba realizando su efecto, a duras penas lograron encontrar el camino a la cabaña y Jadurus los estaba esperando en la entrada, quien ve que la pareja se acerca de manera tambaleante y riendo a carcajadas, se aproxima para ayudarlos a encontrar el camino.

— Pero que les ha pasado, se ven muy mal...

Clara se agacha para mirar mejor a Jadurus, pero pierde el equilibrio y cae de rodillas, acerca su mano para acariciarlo

— Pero que lindo, tan pequeño Jadurus... eres adorable...

Jadurus se le eriza el pelo y se aleja

— Ambos huelen muy mal, creo que unirse con los humanos se les ha pegado el olor. Vengan, entren en la cabaña, intenten dormir, quizás se les pase la locura que tienen esta noche.

— Eso es imposible, soy demasiado grande, no puedo ingresar en esa pequeña puerta — hablaba Aeolus tambaleándose— voy a romper la cabaña, mejor haré un agujero y nos taparemos con pasto.




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