El Jardín de la Inocencia

Capítulo 27

Aeolus se dirigió a una zona del Jardín de la Inocencia que siempre ha sido un área vacía, pero ahora brillaba y se podía ver una escalera dorada y luminosa... el portal de los Dioses estaba abierto.

Aeolus subió rápidamente, entró al palacio celestial, ya todos lo estaban esperando. Durante un momento el lugar se mantenía en silencio, con los Dioses mirándolo. Aeolus nervioso se arrodilla ante ellos y presenta sus respetos, ofreciendo su espada dejándola delante de él. Él en aquel momento pensaba con la mirada baja "Quería venir aquí hoy con Clara, pero por un motivo muy distinto y más alegre que este... y ahora solo temo por el futuro."

— De pie Guardián –hablan los Dioses.

— Mis señores, lo que hoy ha ocurrido fue una grave omisión de mi parte, les aseguro que jamás volverá a ocurrir

— Por cientos de años, desde la creación del Jardín, nunca ha ocurrido algo como lo visto hoy. Fue perturbado y saqueado de una manera nunca antes vista. El guardián siempre realizo un buen trabajo... hasta ahora.

— Admito la culpa de lo ocurrido, me responsabilizo totalmente de lo que ha pasado— Las manos de Aeolus le sudaban y estaba tembloroso

— Eso quiere decir que aceptas tu castigo Guardián... —Uno de los Dioses se acerca a Aeolus y lo mira fijamente a los ojos, luego regresa y habla con los demás— Se ha tomado una decisión, tu sentencia está fijada.

— Acepto el castigo que me darán, solo pido que se apiaden de quién por años les ha servido fielmente –Suspira— Estoy listo para recibir mi castigo

— Entonces tu castigo será... deshacerte de la mujer que te acompaña... por tu fiel servicio te otorgamos que puedas elegir la opción que más prefieras para cumplir tu sentencia.

Aeolus estaba perplejo ante esto, siente como si un rayo lo atravesara y lo partiera por la mitad. Se inclina nuevamente.

— Mis señores, le pido que reconsideren su castigo. Acepto el castigo físico, incluso que se queden con uno de mis miembros, pidan lo que quieran, pero por favor, no me pidan esto.

— El castigo físico no sería tan doloroso como quitarte lo que más quieres en este momento, si eligiéramos algo que no te afecte de tal manera, no sería un castigo digno.

— Mis señores, por favor... se los ruego...

— ¡SILENCIO GUARDIÁN!... Si continúas con tu protesta será considerado como desacato y enviaremos a un destructor para dar fin a la vida de la mujer. Puedes retirarte.

Con un gran dolor, Aeolus toma su espada del suelo, se levanta y realiza una reverencia para marcharse cabizbajo, mientras pensaba.

"Mi amada Clara, cómo podré despedirme de ti, los Dioses vieron dentro de mí, sabían que esto sería el peor castigo que podrían darme, son tan crueles, los Dioses son tan crueles"

Al llegar a la cabaña, vio que Clara estaba sentada esperándolo con Lita, quien le acompañaba. Se notaba preocupada, con los ojos hinchados por el llanto.

— Clara... – decía Aeolus con voz tenue al verla.

Clara levanta la vista y corre a su encuentro.

— Aeolus, ¿estás bien?, ¿Te golpearon? ¿estás herido?

— ¡Oh Clara! Mi dulce y tierna Clara... – Aeolus la abraza con fuerza.

— ¿Qué pasa?... ¿Qué dijeron los Dioses? – pregunta asustada al sentir que Aeolus se quebraba.

— Ellos decidieron que el mejor castigo sería que... te expulse del Jardín...

— ¿Yo?, ellos quieren expulsarme porque saben que soy una distracción en tu trabajo...

— No Clara, ellos saben que lo que más me dañaría sería alejarte de mi vida... por eso han tomado la decisión, no es nada en contra tuyo, es solo para castigarme— Aeolus la mira a la cara con los ojos llorosos

—¡¡NO!!... ¡¡NOOO!! NO PUEDO IRME, NO PUEDO ABANDONARTE, NO QUIERO DEJARTE... – Clara lo abraza desesperadamente moviendo la cabeza de un lado a otro en forma de negación, llorando de manera amarga.

Para Aeolus, esto le estaba partiendo el alma. Se había resistido para no tener sentimientos por Clara, y ahora que los tenía y que creía que podría ser feliz, ocurre esto.

— Hasta ayer estábamos planificando nuestra boda— continuaba Clara— y ahora me dices que todo terminó... no lo acepto, no lo quiero aceptar.

— Tampoco lo quiero aceptar, pero me dieron la opción de elegir, cuál sería la forma en que quiero que te alejes de mi... si no lo hago, enviarán a otro semidiós a matarte... eso no lo podría resistir.

Ambos se mantuvieron abrazados por un largo tiempo, hasta que finalmente Aeolus la llevó a la frontera donde la rescató cuando cayó por el acantilado. Varios animales acudieron para despedirse de Clara, el rumor de la sentencia de Aeolus se esparció como el viento. Lita lloraba y gemía con el rabo metido entre las patas.

— Clara, eres mi mejor amiga, no es justo que los Dioses te castiguen a ti... y a mi

— Mi querida amiga, gracias por ser siempre buena conmigo... – Clara acariciaba a su amiga, mientras lloraba.

Ya estaba atardeciendo y Clara tenía que partir para encontrar el camino a su antigua hogar. Aeolus le preparó una bolsa con frutas y flores, las que podría intercambiar con los humanos.

Jadurus observaba a Aeolus, quien tenía una mirada triste y se esforzaba porque sus lágrimas no se derramarán, sabía que sus acciones estaban mal, pero el castigo impuesto era demasiado, era quitarle las esperanzas de vivir, como ocurrió cuando Dan falleció.

— Aeolus... – dice Clara— si existiera la posibilidad de que sigamos juntos, tal vez fuera de los límites del Jardín. Podría crear una cabaña aquí y tú podrías verme...

— Los Dioses quieren que me aleje de ti— responde Aeolus con tristeza— no necesariamente que te expulse del Jardín, si hiciéramos eso, sería lo mismo que desacatar la orden y ellos no perdonarán tu vida.

— Pero... podemos pedirle a los Dioses piedad y....

— Por favor Clara... no me hagas esto más difícil, te juro que esto me está matando, pero no podría verte morir... eso terminaría conmigo, lo único que me queda es desearte una vida larga y feliz...




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