El Jardín de la Inocencia

Capítulo 44

Roberto venía a diario a visitar a Clara. Ambos recordaban buenos momentos, cuando eran adolescentes o antes de su compromiso.

Clara evitaba hablar con Roberto sobre Aeolus, puesto que, aunque él se mostraba a favor del Guardián, siempre le decía algo que le hacía cuestionar las intenciones de su esposo o de su amor.

Ese día decidieron caminar por el Jardín, puesto que la partera recomendó que un paseo a diario le daría mejor salud a Clara y a su bebé.

— Recuerdo que esa vez nos reuníamos con un chico bajito con muchas pecas... ¿Qué pasó con él? — recordaba Clara

— Se fue a otro imperio, creo que se casó, no estoy muy seguro... pero aún conserva al perro de tres patas – ríe Roberto, contagiando a Clara

— Roberto, me dijiste que me presentaría a tu prometida hoy

— Si, ya debe estar por llegar — Roberto le aparta una silla que estaba bajo un árbol — ven toma asiento, tu madre dijo que nos traerían el té al Jardín

Se quedaron bajo el árbol que tenía una mesa de Jardín con tres sillas.

Felicia llega con otras damas para preparar la mesa y traer algunos bocadillos para el té.

— Señorita, acaba de llegar una dama, ¿le hago pasar?

— Si Felicia, la estábamos esperando, gracias _ responde de manera amable Clara.

Amalia ingresa al Jardín. Su prometido le había comentado que su ex prometida estaba viva y la estaba visitando. Esto la desconcertó, pensaba que quizás, ambos querían retomar su compromiso y le querían comentar esto, para romper Roberto el compromiso con ella.

Roberto se acerca y besa a su prometida en la mejilla y le presenta a Verónica.

— Amalia, te presento a Verónica. Verónica, ella es Amalia.

— Es un gusto Amalia, preferiría que me llames Clara si es posible — Se levanta y le da un beso en la mejilla a la joven que tenía un rostro expectante.

Es un placer conocerte Clara — responde Amalia el saludo, fijándose en el abultado vientre que Clara tenía, señal notoria de un embarazo.

— Roberto me ha contado mucho sobre ti, y ¿Cómo fue que se conocieron? – Continuaba Clara, siendo tan amable como siempre lo había sido.

La charla que pensaba Amalia seria incómoda, fue muy agradable. La que pensaba seria su rival, en realidad le comenzaba a tener cariño, ahora entendía porque todos decían que era buena amiga y le tenían estimas.

— ¿Y cuándo piensan realizar su matrimonio? – Pregunta Clara a la pareja

— Aún no hemos visto eso – responde Roberto

— Tienes que apresurarte Roberto, las mujeres no tenemos paciencia con eso, yo forcé mucho a mi marido para nuestro matrimonio – comienza a reír Clara

— ¿Estas casada Clara? – pregunta sorprendida Amalia

— Si, con el Guardián del Jardín, estamos esperando a nuestro primer hijo.

— Eso es muy interesante. Debe quererte mucho como para dejarte con tu familia a que te recuperes

— Pero muy descuidado, todo debería ser más rápido desde cuando sufrió el accidente – interviene de mal humor Roberto — los miedos no pueden nublar tu mente en lo que es mejor para ti

Nuevamente Clara sentía como atacaban a su esposo. Amalia advierte el cambio de expresión de Clara y le responde a Roberto.

— Pero al final lo hizo y eso es lo que cuenta. Dime Clara ¿Cómo es el Guardián? todos pensábamos que es un monstruo horrible.

Clara ríe y agradece lo que decía Amalia

— Oh no, para nada, él es muy bello, creo que, si lo conocieras, te sorprenderías al verlo, nunca verías a otro hombre tan apuesto como él.

Roberto odiaba escuchar como Verónica se expresaba del guardián. Mantenía los puños cerrados y la mandíbula apretada, sin emitir ruidos, solo escuchando como las dos mujeres hablaban.

— Clara, ¿has visto a los Dioses? – pregunta Amalia, pero Roberto la detiene.

— No debes seguir llamándola así, dile Verónica, ese es su verdadero nombre

— Pero es como pidió que la llamemos…

— Pero no es la verdad – interrumpe Roberto — si Verónica quiere formar su futuro, debe tener en mente su pasado y quien es. El nombre que le puso el Guardián es solo una mentira, creada para que ella tenga algo a que aferrarse

— Pero yo he adoptado ese nombre, me siento extraña al tener dos nombres y como regresaré con mi esposo, el seguirá llamándome así – se justificaba Clara, pero Roberto continuaba exponiendo sus argumentos.

— Pues está mal, todo, incluso tu matrimonio no es válido

— ¿Que estás hablando Roberto? – pregunta Amalia

— Verónica se casó con un nombre falso. Cuando es tu matrimonio, te comprometes con la historia de esa persona, y el Guardián siempre rechazó el pasado de ella.

— Pero... los Dioses dieron su bendición a nuestra unión

— Ellos lo aceptan para que no vivas en pecado, y por lo que me has comentado, el Guardián tiene una personalidad fuerte, siempre haría su voluntad con o sin su bendición.

Nuevamente las palabras de Roberto tenían sentido para Clara. Era verdad que, si los Dioses le daban o no su bendición, Aeolus seguiría con la boda sin que le importe lo que ellos dijeran. Pero su amor era verdadero, no quería pensar más en eso.

La cara de Clara denotaba tristeza. Amalia sentía que debía de intervenir para calmar el asunto, así que se acerca y le dice en voz baja a su prometido

— Pero ¿qué te ocurre Roberto?

— Ya deberíamos marcharnos Amalia, Verónica tiene que regresar a su cuarto.

Ambos se despiden de Clara y se marchan. Ya en el carruaje tienen una plática.

— Roberto, fuiste muy grosero con Clara, ella ha pasado por tanto y creo que sería bueno que le des tu apoyo

Roberto estaba distraído mirando por la ventana.

— Amalia, tenemos que romper el compromiso

— ¿Porque me dices eso? – pregunta sorprendida y asustada

— Eres una buena mujer, pero yo amo a Verónica y eso no va a cambiar. No te voy a engañar, así que busca a otro que pueda darte lo que yo no.




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