El Jardín de la Inocencia

Capítulo 54

Al ver ingresar a Clara en aquella habitación en la que estaba esperando, Aeolus la abraza apresuradamente, puesto que su emoción era inmensa. Ahora la espera había terminado, ya podría regresar con su amada y su hijo a casa.

Aeolus la separa suavemente para ver su vientre y este habia aumento de tamaño, depositando su mano con orgullo en él para
acariciar a su hijo, esto le llena el pecho de emoción, regresando su mirada al rostro de Clara, para besarla dulce y suavemente, puesto que quería sentir cada parte de sus labios que había extrañado tanto besar.

Al sentir el tierno beso de Aeolus, Clara comenzó a llorar, su corazón se estaba partiendo, no quería dejarlo ir, él era suyo ¿porque todo terminó así?

Aeolus sin saber lo que pasaba por la mente de su esposa, le sonríe y secaba las lágrimas, volviendo a abrazarla.

— Tranquila, ya pasó mucho tiempo, ahora nos podremos ir — dice Aeolus feliz, levantándose para cargarla en sus brazos.

— No Aeolus, no me puedo ir.

Al escuchar esto, Aeolus la baja nuevamente y le mira preocupado.

— ¿Por qué?, ¿Aún debes seguir algún tratamiento?

— No Aeolus, me quedaré aquí, con mis padres, ya no puedo regresar contigo al Jardín.

— Tus padres estarán bien — responde sorprendido Aeolus, regalandole una mirada dulce — podrás ver a tu madre nuevamente, ella nos dijo que te visitaría y estaría en el momento que dieras a luz.

— Mi padre está muy enfermo, si me voy, lo mataré del disgusto, además he recordado mucho de mi pasado... ya no puedo regresar contigo.

— Comprendo que ahora te aferres a los recuerdos de tus padres — Aeolus seguía dándole una sonrisa calidad, ya que nada podía arruinar la alegría de volver a ver a su familia — ellos fueron los que te criaron, pero ahora tu tienes una familia y debes regresar con tu esposo, mi preciosa Clara... te preocupas tanto, además los mortales mueren tarde o temprano, y eso les pasará a tus padres en cualquier momento, no puedes detener lo inevitable, si tu padre esta enfermo, morirá contigo o sin ti.

Clara sin aguantarlo más, comienza a llorar.

— Es que quiero quedarme, no quiero regresar contigo... ya no quiero regresar al Jardín... recupere mis recuerdos y ellos son más fuertes que los recuerdos que tengo contigo.

Para Aeolus, se fue un duro golpe, no creía lo que le decía Clara, realmente eso no lo podía creer.

— No te creo.

— Es la verdad, ya no quiero regresar.

— Y si así es, ¿Por qué lloras tanto?

Clara se sentía atrapada y tenía que mentir, pero él hacerlo, le hacía sentir despreciable, no quería dañar a aquel ser que le había enseñado lo que era un amor tan puro y cálido que le hacía estremecer.

— Es que... te quiero y se que eso te hará sufrir.

Clara, confía en mí, ¿Qué paso? tú no actúas así, algo malo ha pasado, tus sentimientos no cambiarían tan radicalmente y sé que te están forzando a decirme esto.

— Nadie me está forzando, lo digo porque es verdad. Perdóname Aeolus... te agradezco por darme momentos maravillosos en mi vida...

Aeolus la detiene, sabía que estaba mintiendo y se le notaba.

— Ya no hables Clara, nos vamos y me contarás lo que de verdad ocurre cuando estemos en la cabaña — Aeolus se da vuelta y la toma de la mano para dirigirse a la puerta.

— No Aeolus... no me iré.

Él no la escuchaba y la seguía jalando hacia la puerta, con una expresión molesta en el rostro. La desesperación se apodera de Clara y solo podía pensar:

" Vamos Clara, díselo. Rompe sus ilusiones y las tuyas, apresúrate, díselo... tienes que hacerlo, aunque no quieras, dile... dile"

Llena sus pulmones de aire y grita llorando.

— ¡ESTOY ENAMORADA DE ROBERTO!

Aeolus en el acto se detiene, sentía como si le apuñalaran el pecho con ese grito. Mira lentamente por encima de su hombro a Clara, antes de voltearse completamente. Ella sin dejar de llorar, vuelve a respirar de manera agitada y continúa diciendo.

— Esa es mi verdad, no quiero regresar contigo porque, recordé a Roberto. Yo antes de caer por el acantilado me casaría con él y todos mis sentimientos por él han vuelto a mí.

Aeolus le seguía mirando y no podía creer que aquello fuera verdad.

— ¿Y acaso lo quieres a él más que a mi?

Ella asiente con la cabeza y sigue sin poder controlar sus lágrimas, le partía el alma ver el rostro que tenía Aeolus.

— Si, lo amo mucho más

Aeolus trataba de mostrarse calmado, pero la desesperación se estaba apoderando de él.

— Pero, tú me prometiste que no me dejarías si recordabas tu pasado, independiente de cual fuera.

— Esa promesa la hice, porque no sabía lo que tenía en mi pasado. Si regreso contigo seré siempre infeliz, porque amo a otro hombre

— Pero... ahora... eres mi esposa, soy tú primer y único hombre que tú cuerpo conoce — Aeolus tenía los ojos con lágrimas y estas comienzan a caer.

— Por eso es que sufro tanto, porque me desposé contigo y ahora ya no se que hacer con eso. Nunca me podré casar con Roberto.

— No Clara, como me puedes decir eso, eres tan cruel... no sabes que me estás haciendo... tú no eres mi dulce Clara — Aeolus no soportaba el dolor y el llanto ahogaba sus palabras.

— Es que no soy Clara, soy Verónica y esta es quien soy.

Clara ya no podía seguir con esto, sus palabras lastimaban tanto, quería detenerse, abrazarlo y decirle que era mentira, que estaba profundamente enamorada de él. Pero nuevamente recordaba a Roberto colgado de la viga, agitando sus piernas furiosamente, como el padre de él lloraba con desesperación y le pedía ayuda, si lo abandonaba, siempre quedaría en su conciencia muerte de Roberto, o lo que sea que le ocurra.

— Clara... no... ¿y mi hijo? — preguntaba Aeolus, tratando de tomar las manos de ella.

— Cuando nazca, lo llevaré al Jardín para que lo puedas ver.




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